Pedro y Javier, Pecos, que no Los Pecos, vuelven a los escenarios después de 20 años sin tocar juntos. 62 y 64 años tienen los hermanos del barrio de San Cristóbal de los Ángeles, en Madrid. Fueron estrellas en su adolescencia, lo siguen siendo para toda una generación y, aún así, siguen si creérselo Leer Pedro y Javier, Pecos, que no Los Pecos, vuelven a los escenarios después de 20 años sin tocar juntos. 62 y 64 años tienen los hermanos del barrio de San Cristóbal de los Ángeles, en Madrid. Fueron estrellas en su adolescencia, lo siguen siendo para toda una generación y, aún así, siguen si creérselo Leer
Pecos, sin artículo, por favor, fue, es y será siempre uno de los dúos más míticos de la historia musical de España. Javier y Pedro, Pedro y Javier, no soportan que les llamen Los Pecos, pues «suena insulto». La realidad, como desvelaron anoche en El Hormiguero, destapando a Pablo y su guitarra, es que su nombre nació de algo tan sencillo como coger la primera síla del nombre de Pedro, Pe, y la última del primer nombre de Javier, Francisco, Co, «después se puso la s por el plural», y ya tenían Pecos. Insistimos: Los Pecos, no. «Pues menos mal que no os llamáis Ramón y Gustavo porque seríais Los Ravos», concluyó Pablo Motos.
Más allá del nombre, del artículo que tanto odian o de las sílabas que lo formaron, Pecos, pese al sorprendente que cosecharon cuando sólo tenían 15 y 17 años -ahora tienen 62 y 64-, no podían creerse estar anoche en El Hormiguero ni haber vuelto a la música y a los escenarios por la puerta grande. «Estoy impresionado», confesaba Pedro, el único de los dos Pecos que nunca había estado en El Hormiguero. «¿Y por qué coño te traje sólo a ti?», preguntó Pablo Motos a Javier. Pues, a saber.
Aunque empezaron la entrevista contenidos, tal vez por esos nervios, fue Pedro, el pequeño de los dos, el que se fue abriendo. Tanto que, incluso, acabó desvelando secretos de la infancia de Pablo Motos. En realidad de Pablo y su guitarra. Y es que Pablo Motos, ahí donde le vemos ahora, fue una de las estrellas de Requena de chiquitito. Con su guitarra se convirtió en el protagonista de uno de los espectáculos de su tierra. «A mí me colocaban en medio de la plaza de toros, tocaba la canción de Curro Jiménez y soltaban la vaquilla. El juego era que la vaquilla no cogiera al chiquillo», confesó Motos. Eran otros tiempos. ¿Te imaginas que esto se hace ahora? Apertura de los telediarios.
«Háblame de ti Háblame de ti, de la libertad. Si las clases te aburren, ¿Hacia dónde vas?». Más allá de historias de los tiempos de Maricastaña, la razón de que Pecos estuvieran en El Hormiguero era su regreso. Después de 20 años sin tocar juntos, los hermanos Herrero Pozos vuelven a los escenarios con sus grandes clásicos, esos que ya forman parte de nuestra cultura popular y que en cuanto escuchas los primeros acordes una fuerza desconocida te arrastra a cantarlos sin poder parar. «Estoy jodido», le espetó Pedro, de repente, a Pablo Motos cuando el presentador les preguntó si se acordaban de sus canciones. Parecía que Pedro iba a confesar que algo le pasaba, la realidad es que Pedro no se acuerda de sus canciones porque «las escribí con 17 y ahora tengo 62». Pedro está jodida porque había hecho el cálculo de cuántos años tendría que tener para conseguir el reloj de los invitados infinity de El Hormiguero. «Para que me des el reloj tengo que tener 82 años», dijo apesadumbrado el pequeño de Pecos.
La historia de Pecos es la historia de los predecesores del fenómenos Taylor Swift. Aunque a muchos les pueda parecer imposible, la realidad que vivieron los hermanos Herrero Pozo fue la que ahora vive la cantante estadounidense. Con 15 y 17 años no podían salir a la calle, no podían levantar el teléfono de su casa porque escuchaban voces al otro lado, no podían hacer prácticamente nada. Literalmente, las fans se los comían. Les arrancaban mechones de pelo, les robaban las antenas de los coches en los que viajaban, los timbres de las puertas… Una auténtica locura que llevó a que Pedro dijera basta.
«Ne agobiaba la fama, el viajar y quería dedicarme a mis hijos, a mi familia. Paramos, pensando en que en dos años volveríamos, y han sido casi 12», contó Pedro. Y entonces, ¿por qué han vuelto? Pues la verdad, como explicaron anoche, es que no han sido ellos a los que se les ocurrió la idea. «Ha sido idea de empresarios, mánagers y nos dejamos convencer», afirmó Pedro. «Nos dijeron que si volvíamos íbamos a jugar en la Champions», añadió Javier, y, al parecer, así ha sido, de los 14 conciertos que iban a dar en un principio ya van por 34. No será la fama de hace 40 años, pero quien tuvo, retuvo.
Ahora, todo es distinto. Cuando Pecos se convirtieron en estrellas fue una cosa de la noche a la mañana. Salieron en el programa Aplauso de La 1 -antes sólo estaba La 1 y La 2-, que veían 20 millones de personas. A la mañana siguiente eran tales estrellas que ni siquiera podían salir a la calle y, menos, si lo hacían juntos. «Teníamos una cosa que ahora no hay, que entonces salías en la tele y te veían 20 millones de personas. Nuestra vida cambio completamente El primer programa que hicimos se llamaba Aplauso. Era un programa grabado. Y cuando salió y me vi, flipé. Y salí a la calle y ya no podía andar», relató Javier.
Esa fama ya no es la que era. Ahora los artistas siguen teniendo fans agolpados a las puertas de los hoteles o haciendo colas de días o incluso semanas para estar en primera fila en alguno de sus conciertos, pero lo que vivieron Pecos, es difícil que se repita ahora. «Era como vivir en una prisión pero además seguíamos en nuestro barrio. No se había creado un Miami para poder irnos. Éramos dos chavales de barrio e intentábamos hacer vida de barrio, pero era imposible», contó Pedro. No rechazan la fama, «fue una pasada sobre todo cuando éramos adolescentes», pero «a partir de los 25», era «pesada» y agotadora.
La disfrutaron, se encontraron con un éxito que nunca llegaron a imaginar, vivieron en una nube que para otros muchos fue imposible de gestionar, pero ellos siempre se rodearon de personas que les bajaban a la tierra siempre que perdían el camino. Pedro, por ejemplo, el moreno de Pecos, para que me entiendas, conoció a la que hoy es su mujer con 14 años, se casó cuando tenía 22 y hoy por hoy sigue con ella. «He pasado más tiempo de mi vida con ella que con mi hermano. Llevo tanto tiempo con mi mujer que si va con otro me voy con ellos». No miente, entre el público estaba ella y uno de sus hijos, el pequeño.
«Erais dos críos que apenas habíais salido del barrio. ¿Cómo fue la primera vez que os comisteis una gamba?», preguntó Pablo Motos. Eran otros tiempos, que a nadie se le olvide. No había Mercadona, ni gambas congeladas. «Pues yo venía de mi barrio, San Cristóbal de los Ángeles, muy humilde y no había visto una gamba ni en fotografías. Nos invitaron un día a comer y, como no sabía, me comí las gambas con cáscara, luego me di cuenta de que los demás las pelaban y dejaban las cáscaras. No he vuelto nunca más a comer gambas ni ningún tipo de marisco», confesó Javier. Con los pies en la tierra. Pedro sí se las come y sí las peló bien aquella primera vez, «como si las hubiera comido toda la vida».
La visita de Pecos anoche a El Hormiguero fue una visita de recuerdos, de historia, de la historia de ellos, de cuando Javier estuvo a punto de morir electrocutado en un concierto o de cuando tenían que salir de los recintos en coches de bomberos, ambulancias o maleteros. «Te asfixias», dijeron. Es la historia de dos hermanos que alcanzaron un éxito y una fama casi sin precedentes, pero que nunca olvidaron de dónde venían y a dónde querían llegar.
«¿Se discute más con un hermano?», preguntó para terminar Pablo Motos. «Al principio sí porque estábamos todo el día juntos, en casa y en el trabajo. Era horrible», confesó Javier. «La cosa empezó a mejorar cuando cada uno tuvo su casa, su familia y su vida independiente y las discusiones se suavizan. ¿Tú cómo te llevas con tu hermanos?», añadió Pedro y preguntó a Pablo Motos. «Yo, bien porque mi hermana tiene mucha paciencia», contestó el presentador. «Pues yo también», sentenció Pedro tajante. «Pues entonces todos contentos».
«Háblame de ti, de tu ansiedad. De la eternidad, si fuera verdad…». Y el falsete.
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