Este sábado, Movistar Plus+ estrena la esperada precuela de Outlander: sangre de mi sangre. La Primera Guerra Mundial, las Tierras Altas de la Escocia del siglo XVIII, padres, viajes en el tiempo, amor y, sí, también sexo. Outlander es uno de los ejemplos más claros de cómo ha evolucionado el erotismo en los dramas históricos de la pequeña pantalla Leer Este sábado, Movistar Plus+ estrena la esperada precuela de Outlander: sangre de mi sangre. La Primera Guerra Mundial, las Tierras Altas de la Escocia del siglo XVIII, padres, viajes en el tiempo, amor y, sí, también sexo. Outlander es uno de los ejemplos más claros de cómo ha evolucionado el erotismo en los dramas históricos de la pequeña pantalla Leer
Hace unos días el diario The Guardian publicaba un análisis de cómo había evolucionado el sexo en los dramas de época. Hablaba de Orgullo y Prejuicio, de Outlander, de series británicas, francesas, estadounidenses, todas ellas nombradas en el artículo para visibilizar el cambio erótico que se ha vivido en la industria audiovisual, en particular -porque en el resto es obvio-, en las series de época. ¿Y en España? ¿Se ha vivido el mismo fenómeno que en Reino Unido? Por supuesto, pero… Siempre hay un pero.
El estreno de Outlander hace ahora 11 años fue un punto de inflexión para este género en lo que a las escenas de sexo se refiere. Hubo otros antes que la serie protagonizada por Sam Heughan y Caitriona Balfe, pero la ficción ambientada en la Escocia del siglo XVIII llevó la libertad erótica en las escenas de sexo a otro nivel. La primera temporada fue, sin lugar a dudas, la más explícita. Quien ha seguido la serie (y, tal vez, quien no también) con casi toda seguridad guardará en su memoria la noche de bodas de Jamie y Claire, especialmente, el orgasmo que vivió Claire tras varios capítulos alimentando una tensión sexual que implosionó con aquella noche y siguió temporada tras temporada, aunque ninguna como en el primera.
No sólo era la manera de mostrarlo, ni siquiera era una cuestión de cómo estaba montado, era el colocar por encima de la rigidez normativa y puritana de la época en la que creemos que se desarrolla la serie, la pasión y el erotismo. En definitiva, el sexo. Es innegable que el sexo vende, pero en el caso de Outlander, como ocurrió con Juego de Tronos, sirvió para mostrar los instintos más primarios del hombre de la forma más evidente y franca posible y, sí, también los instintos de las mujeres. Realmente no ha sido fácil llegar hasta aquí, pues es muy fácil caer en la descripción de que una buena escena de sexo caiga en lo pronográfico. En Outlander, como en otras, hay sexo, pero nada se puede considerar pornográfico. Ese es el arte.
Aquellas escenas de Jamie y Claire dando rienda suelta a su pasión o las de Jamie siendo violado por un coronel del Ejército británico habrían sido impensables no hace tanto tiempo en una serie de época. No es que Outlander fuera pionera, pero sí es la más característica de esa evolución, y más, cuando este sábado se estrena en España la precuela Outlander: sangre de mi sangre en Movistar Plus+, en la que promete viajes en el tiempo, como en la original, y que habrá que ver si también mucha pasión, amor y lujuria.
Los éxitos de época descontrolaron su fulgor sexual a principios de la década de 2010, desde Los Borgia, la serie que incluyó una polémica escena de incesto, pasando por Versailles, una ficción en la que tal y como relata The Guardian tiene cuatro escenas subidas de tono en tan solo 17 minutos, hasta Juego de Tronos, en la que el sexo llegó a ser tan importante en la serie que temporada a temporada los seguidores calculaban cuanto tiempo de escenas de sexo se había reducido de una temporada a otra.
Los Tudor (2007), por ejemplo, estrenada siete años antes que Outlander allanó el camino. Contar la vida de Enrique VIII era perfecto, pues la leyenda erótica del rey británico le precede. Tanto Jonathan Rhys-Meyer (Enrique VIII), como Henry Cavill (duque de Suffolk) o Natalie Dormer (Ana Bolena) protagonizaron decenas de escenas sexuales que, aunque relatadas por la historia y las leyendas, también fueron mostradas sin pudor por la ficción. De hecho, Los Tudor es un claro ejemplo de en qué momento los dramas de época elevaron su tono erótico.
A los cuatro minutos del primer episodio, Enrique VIII y Catalina de Aragón, la primera esposa del monarca, estaban manteniendo relaciones sexuales. Cientos de fans indignados se quejaron de que la serie estaba demasiado hipersexualizada. ¿Sabes cuál fue la respuesta de Rhys-Meyer?: «Esta gente no tenía televisión, ni coche, ni iPod. Tenían sexo. ¿Qué más creen que hacían?». Razón no le falta. Lo extraño es que se tardara tanto en caer o en mostrar precisamente eso, que no había otro entretenimiento o que de los pocos que había, el del sexo era el más entretenido de todos.
Un año después de que se estrenase la primera temporada de Los Tudor, llegaba a la gran pantalla la película Las hermanas Bolena (2008), protagonizada por Natalie Portman, Scarlett Johansson y Eric Bana. Aunque el erotismo estaba presente, en nada se parecía al grado mostrado en Los Tudor, y eso, pese a que la historia que cuenta la película es la dura batalla de Ana y María Bolena por conquistar a Enrique VIII. Lo explícito y pincantón se dejó para otros menesteres, y recurrió a la sutileza, a la insinuación, a lo que solía hacerse con los dramas de época años antes –Orgullo y Prejuicio, La edad de la inocencia…- y que sólo unos pocos se saltaron, como ocurrió con la película Amistades peligrosas en 1989, un escándalo en aquellos años.
Ahora, lo que impresiona precisamente no es que se vean orgías, orgamos a tutiplén, pasiones desenfrenadas o explícitas escenas de sexo sino lo contrario, que no se vean. Y en España, aunque más recatada en cuanto a las series de época, también. No se llega al grado de Outlander, Los Tudor o Los Bridgerton, más actual y también con su buen erotismo y bien mostrado.
Los Bridgerton es una de las series de época más subidas de tono de la actualidad. Un claro ejemplo de lo lejos que se ha llegado en cuanto a sexo en los dramas de época, con personajes diversos que comparten un montón de sexo que resulta fascinante y que la mayoría de las veces está dirigido a las mujeres. El momento de Regé-Jean Page, que interpreta al duque de Hastings, lamiendo una cuchara se hizo viral en Reino Unido y en buena parte de Europa.
Los drama de época en la pequeña pantalla española son la mejor demostración del arte de sugerir, aunque poco a poco se van incluyendo más escenas de sexo. Ahí está la serie Isabel, que sin llegar a ser Los Tudor con la primera escena de sexo a los cuatro minutos de emisión, sí tuvo sus grandes momentos, en especial, en manos de Daniel Sancho que interpretaba a Fernando El Católico, otro rey al que en su momento le fueron tanto las faldas como le fue a Enrique VIII y a tantos y tantos monarcas. Los desnudos eran recurrentes en cada capítulo, pero el tono no pasaba de ahí.
Suena extraño que las ficciones de época en España guarden tanto el decoro, cuando en la industria audiovisual española el sexo nunca ha sido de cortarse. Sin embargo, en la pequeña pantalla a los creadores les gusta más insinuar que mostrar. Hace unas semanas, por ejemplo, se convirtió en noticia una escena íntima entre Curro (Xavi Lock) y Ángela (Marta Costa), protagonistas de La Promesa, la serie de gran éxito de La 1.
Tras más de 600 capítulos emitidos de la serie, la relación de Curro y Ángela ha ido poco a poco, paso a paso, de manera que su primer encuentro sexual causó sensación y no por lo que se veía o se dejaba de ver, sino por la carga emocional y la evolución argumental de la relación. Ternura, nervios de una primera vez y poca ropa. Nada más.
Eso sí, hay una cosa que en España se hace mejor en las producciones audiovisuales: mostrar la diversidad. Ahí está Mafin, la relación que Marta de la Reina y Fina mantienen en la serie más vista de la televisión, también de época, Sueños de Libertad. Esa diversidad de Los Bridgerton a la hora de mostrar el sexo o el hacerlo divertido y centrado en mujeres es lo que logra Sueños de Libertad, pues pocas escenas eróticas se han visto en la serie más allá de las de Fina y Marta.
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