La joven de Tarifa consiguió ser la mejor del mundo en esta disciplina tan sólo un año y medio después de haberlo probado Leer La joven de Tarifa consiguió ser la mejor del mundo en esta disciplina tan sólo un año y medio después de haberlo probado Leer
Hay personas, profesionales o deportistas que necesitan de muchos años, mucho entrenamiento, muchos sacrificios y mucha constancia para dominar una disciplina. Estamos cansados de escuchar hablar del pasado de campeones del Mundo que cogieron su primera raqueta con 2 años, se calzaron sus primeras botas con tres y descendieron su primera pista con cuatro. Sin embargo, Nía Suardíaz (Tarifa, 2007) probó el wingfoil con 14 años y antes de los 16 ya era campeona del mundo.
Suardíaz, hija de padre español y madre alemana, creció literalmente con la brisa meciendo sus cabellos y con una tabla bajo los pies. De hecho, a los cuatro años ya había probado el windsurf, pasión de sus padres. «El viento cuando no estoy navegando no me gusta y el levante en verano no lo soporto», cuenta a EL MUNDO la joven que, en marzo de este año, consiguió un hito inédito en un deporte que consiste en surcar el océano con una tabla y una vela con forma de aladelta. Tras vencer en la modalidad de olas en la GWA Wingfoil World Cup de Cabo Verde, Suardíaz logró ser la campeona mundial en todas las disciplinas de wingfoil: freestyle, slalom, big air, racing y ahora olas. «Freestyle es lo que más entreno, race no pensaba hacerlo, pero como había pocas chicas me entró el pique de querer ganar y me motivó mucho», explica.
Esa mentalidad de ganadora viene aderezada por la pasión por un deporte que, cuando lo probó, no quiso hacer otra cosa y eso que lo hizo por medio de una amiga que fue la que la convenció para acompañarla a un curso de esta modalidad. «Le pedía a mi madre que me llevara al mar todos los días después del instituto», revela una heptacampeona del mundo (ha logrado siete entorchados) que aún no ha terminado el bachillerato. «No sé qué me gustaría estudiar, pero voy a competir, ver y buscaré mi pasión», apunta una joven cuyo plan de futuro, de momento, está atado a una vela y a una tabla.
De momento dice disfrutar mucho de la competición, acaba de ganar una prueba del Campeonato del Mundo de Wingfoil en Fuerteventura, de los viajes que vienen con ella y de las personas que conoce en este ámbito. «Es increíble que con la edad que tengo haya vivido y esté viviendo todo lo que estoy viviendo», destaca la deportista de 18 años que también aprecia mucho poder navegar con sus amigos de Tarifa cuando no está compitiendo. «Cuando voy con ellos por el mar, mi cabeza no para de pensar en posibles trucos», apunta.
De vivir de prestado con material de Adrenaline Kite Area cuando comenzó a entrenar, a ser una de las principales patrocinadas por Duotone, una marca que se dedica al wingfoil y al kitesurf, otra de las disciplinas que le gustaría probar a Suardíaz pese al miedo que le da a su madre quien tuvo un accidente navegando con una cometa. «De momento me mantengo con el wingfoil, pero me gustaría también hacer kite, he hecho poco y me gusta mucho», comenta la protagonista.
Con más de media España está pasando los calores de verano en la playa o en la montaña, y el trabajo en un apartado olvidado del cerebro, Nía está en plena vorágine competitiva. Lidera el ránking femenino en todas las categorías y, en la mayoría, con una amplia ventaja a falta de tres competiciones que se celebrarán en Gran Canaria, Abu Dabi y Brasil. «En esta época no paro, de competición en competición, por desgracia paso poco tiempo en Tarifa. Veo poco a mis amigos», confiesa la campeona mundial.
Mientras que en la categoría masculina hay un mayor número de competidores, en femenina aún hay pocas mujeres dispuestas a recorrer el mar con un foil y una vela. Quizás en la de Freestyle, la más numerosa, cuenta con casi 30 competidoras, se puede equiparar al medio centenar que disputan, de media, los trofeos masculinos, entre ellos, el hermano de Nía, Leo Suardíaz. «Al principio era la única chica de Tarifa haciendo wingfoil», relata.
Quién le iba a decir a estos hermanos que, cuando apenas andaban, probaban por primera vez una tabla con una vela en la Playa de los Lances junto a sus padres y ahora ambos estén en el campeonato mundial de wingfoil. Su padre, de hecho, destaca de ella su técnica, concentración bajo presión y polivalencia en cualquier modalidad como claves de su éxito precoz.
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