Leo Margets, la española que triunfa en el póker: «Darle tanta bola al hecho de ser mujer es un flaco favor»

La española quedó séptima en el Main Event de las Series Mundiales: «Mi mérito es quedar la séptima en el torneo más increíble del mundo, de entre casi 10.000 participantes» Leer La española quedó séptima en el Main Event de las Series Mundiales: «Mi mérito es quedar la séptima en el torneo más increíble del mundo, de entre casi 10.000 participantes» Leer  

Leo Margets (Barcelona, 1983) habla con EL MUNDO nada más regresar de Las Vegas, donde hizo historia en las Series Mundiales de Póker. Su séptimo puesto le dio un premio de un millón y medio de dólares, la mayor recompensa de su carrera, una alegría teñida por la inevitable decepción de haber acariciado el brazalete más preciado, acompañado de 10 millones. Margets es la primera mujer que llega a la mesa final del Main Event en la era moderna del póker. Solo Barbara Enright lo consiguió antes, hace 30 años, cuando solo participaron 273 jugadores, frente a los casi 10.000 de este año.

Fue bonito comprobar cuánto se alegraba la gente de su éxito.
A nivel emocional, ha sido de lejos lo mejor de todo, la sensación de que era un logro colectivo, sentir que tanta gente pedía mis cartas. ¡La vibra ha sido tan guay! Lo he sentido de mi gente y de gente desconocida. No sé qué me llenaba más.
Incluso los americanos parecían preferir su triunfo. ¿Tiene ya ofertas para irse allí?
No me apetece instalarme en Estados Unidos, pero ha sido muy bonito. Que la madre de Michael Mizrachi -el ganador- me cogiera la mano llorando para decirme que tenía el corazón dividido… Ha sido precioso notar ese apoyo. A la vez, he aprendido a distanciarme de los comentarios de gente que ni me conoce.
¿Cuánto hay de agrio y cuánto de dulce en el resultado final?
Lo tengo bastante claro: soy consciente de que es un superlogro. Estoy muy satisfecha. Cuando llegué a la mesa final, la sensación general era que ya estaba hecho el trabajo, ¡pero estaba justo empezando! Estaba donde todos soñamos, era increíble, pero quedaba el trabajo de rematar. Por suerte, no me arrepiento de cómo jugué, aunque estoy preparada para admitir que podría haber jugado alguna mano diferente, porque los errores ocurren, más con tanta presión.
¿Qué hizo el día antes de un reto tan grande?
Tuvimos un día de descanso, pero me lo tomé como uno más, solo que sin cartas. No cambié mi rutina. Aproveché para descansar más. Tuve una reunión con Steph –Stéphane Matheu, «coach» del equipo profesional de Winamax-, luego con Adri –Adrián Mateos, compañero de equipo y uno de los mejores jugadores del mundo- para hablar, pero no de estrategia, sino del planteamiento en ese escenario. Recuerdo que me dijo: «¿Sabes que puedes ganar este torneo?». Pero para ganarlo, tienes que estar dispuesta a que te eliminen en la primera mano. Iba sin expectativas, con curiosidad, con el enfoque que había tenido desde la primera mano, dar mi cien por cien y pasármelo bien. Descubrí que saco lo mejor de mí cuando me lo paso bien. Eso lo simplifica todo y no me sentí abrumada en ningún momento.
¿Puede relajarse cuando sabe que cada puesto supone un salto de premios de varios cientos de miles de dólares?
Desde que quedábamos nueve, cada salto era mayor que el mayor premio que yo había conseguido jamás, pero no me afectó. Soy honesta. Yo fui Beyoncé en los últimos tres días. No podía ni caminar por el casino. A nivel mediático fue muy bestia, pero yo ya tengo la suerte de vivir como quiero. Mi vida no va a cambiar con este premio, ni con los 10 millones. Quizás habría mirado alguna casa, pero no sentía esa presión. Eso sí, me alegré cuando en media hora hubo dos eliminados.
Pudo ser la primera mujer que gana el Main Event.
Es un tema un poco complicado, porque para mí es un honor, pero me surge un dilema mental. Yo me represento a mí misma, no sentía que estuviera representando a nadie. Si mi historia inspira a otras jugadoras, es un honor. Pero si en el poker competimos en igualdad de posibilidades, porque es un deporte mental, no tiene especial mérito que yo llegue a una mesa final. Es un tema estadístico. Si somos un 5%, vamos a llegar menos a la mesa final. Es como si llega un pelirrojo. Es más difícil porque hay menos. Ocurre que en la población no hay un 50% de pelirrojos y sí de mujeres, pero si queremos competir en el póker y lo hacemos sin ninguna barrera, que yo creo hoy no hay, no debería ser noticia. Es posible que sintamos más aversión al riesgo, que nos incomode más la presión… Creo que por eso no hay tantas jugadoras, porque se divierten menos. Darle tanta bola al hecho de ser mujer en realidad es un flaco favor a la mujer. Mi mérito es quedar la séptima en el torneo más increíble del mundo, de entre casi 10.000 participantes. Entiendo que ser mujer vende, pero no me da un mérito especial, si asumimos que podemos competir en igualdad.
Es consciente de que su victoria habría atraído a más mujeres.
Sí, pero ese efecto puede darse igualmente. Obviamente, ganar es más top, pero la historia se puede contar igual. Si esto ayuda a chicas que necesitaban un referente femenino, de locos, aunque yo no necesito que mi referente tenga mi sexo, ni mi raza, ni que se parezca a mí en nada.
En la víspera de la mesa final, tenía a Adrián y a varios jugadores con los que podías prepararse. ¿Tuvo la tentación no hacer otra cosa que estudiar?
No me hacía falta, por el trabajo mental que había hecho desde que llegué a Las Vegas. Ya empecé muy bien en el Millionaire Maker, donde quedé la 24 de 12.000. Estaba enchufadísima. Iba con la mentalidad de que no necesito a nadie para validar mis jugadas. Estaba muy a gusto y creo que se notaba la confianza. Ninguno de mis amigos cercanos tuvo la intención de comentar nada de estrategia, ni siquiera Adri. Nadie aprende nada la noche antes. Es mucho mejor desplegar lo que tú sabes al cien por cien que intentar algo que no sabes. Tengo mil cosas por mejorar y que seguir perfeccionando, pero no era el día de obsesionarse. Hay un par de manos que creo que no estoy contenta de cómo jugué, por intentar deshacerme de ese momento incómodo, pero eso les pasa a todos los profesionales. A veces no sabes qué hacer. No pasa nada por asumirlo. Si rehúyes las situaciones difíciles, jugarás muy mal, porque el póker implica saber enfrentarte. Cuando lo aceptas y abrazas esos momentos, cuanto menos miedo tienes a cometer errores, paradójicamente menos cometes.
¿Influye la presión de saberse tan observada?
No. Venía con un trabajo mental bien hecho. Estoy muy contenta. Es muy guay, porque me podría haber sobrepasado un poco la presión, pero fui la Leo que habría querido ser desde un marco teórico y eso te da mucha satisfacción. Y aunque no tan bestias, por suerte ya había jugado en muchas mesas finales y televisadas. Estoy acostumbrada a los medios y quizás también me daba un poco de ventaja no estar abrumada. Quise disfrutar en un momento tan increíble que ojalá no sea único en la vida, aunque igual lo es.
Seguro que disfruto más que en 2006, cuando ya fue la mejor jugadora.
Totalmente. Y encima, muy agradecida de que la vida me haya dado otra oportunidad y poder aplicar todo lo que aprendí hace 17 años. Apagué el móvil el día 6 gracias a esas enseñanzas. Sabía que sería más fácil si no entraba en redes sociales ni miraba el móvil. Desconecté.
¿Le ha pillado el truco a Las Vegas? ¿Cuál es el secreto?
Es adaptarte. Las Vegas a mí me ha tratado bien. Saco lo mejor de mis cualidades y logro más ventaja que en otros circuitos. Hay que conectar emocionalmente con los rivales, ponerte en su piel, perfilarlos constantemente para ver cómo oscilan sus emociones. Ver si alguien juega con miedo o ansia. Eso tiene más valor que los aspectos técnicos.
Es un ejercicio absurdo, pero si pudiera elegir, ¿preferiría los 10 millones y seguir con el séptimo puesto o mantener el premio actual pero tener el brazalete?
¡Me llevo el brazalete! Si me haces esta pregunta hace una semana, me quedo con el dinero, porque 10 millones es mucha pasta, pero esta experiencia es tan increíble que, cuando te eliminan, te juro que lo primero que pienso es: todo la gente que me está animando se merecía seguir con el sueño. Es tan bonito que muchos amigos te digan que fue el momento más increíble de su vida. Para mí eso es impagable. Ha sido precioso.
No hace mucho dijo que no sabía cuánto tiempo seguirías siendo atractiva como producto. ¿Esto aplaza su fecha de caducidad?
Creo que sí. Me da mucha gasolina, porque me doy cuenta de que aún tengo hambre de competición. Es verdad que a veces te puedes quedar un poco vacío después de un resultado tan bueno, pero me queda mucha hambre de póker y esto me alarga la vida útil.
¿Cómo se resienten el cuerpo y la mente después de unas 100 horas de juego?
El ejercicio ayuda, pero cambié un poco a partir del día 4, porque iba un poco restadilla. Me detectaron hipotiroidismo hace relativamente poco y estaba muy fatigada. La rutina de ejercicio ayuda, pero ahora es más importante descansar bien. Yo seguía yendo al gimnasio, pero mi objetivo era llegar a la mesa con mucha energía, sobre todo para afrontar los últimos niveles en las mejores condiciones. A partir del día 5, tiras de adrenalina porque estás reventada. Dormía cuatro horas, pero estaba ahí… Lo increíble es que la noche que mejor dormí fue antes de la mesa final. Eso te dice lo calmada que estaba.
Aparte de sus resultados, el póker español lleva tres años seguidos en la mesa final y los brazaletes cada vez caen con mayor soltura.
El poker español hace años que está muy arriba. La clave, en mi opinión, es que somos generosos a la hora de pasar información. En Francia hay jugadores buenos, pero hay mucho secretismo. No hay escuelas de póker como en España, donde ofrecen información sin tapujos.

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