Las atletas españolas se someten a un frotis bucal ordenado por la Federación Internacional para confirmar que son mujeres. La detección del gen SRY, la clave. El COI ya quiso instaurar el test hace 25 años, pero desistió por la falta de laboratorios en todo el mundo Leer Las atletas españolas se someten a un frotis bucal ordenado por la Federación Internacional para confirmar que son mujeres. La detección del gen SRY, la clave. El COI ya quiso instaurar el test hace 25 años, pero desistió por la falta de laboratorios en todo el mundo Leer
Ahora, la marchadora María Pérez. Ahora, las mediofondistas Marta Pérez, Águeda Marqués y Esther Guerrero. Ahora, la saltadora Fátima Diamé. Ahora, las velocistas Jael Bestué, Maribel Pérez yPaula Sevilla. Y así una tras otra. Las atletas españolas con más opciones de estar en el Mundial de Tokio que se celebrará del 13 y el 21 de septiembre pasaron hace unos días por un trámite extraño, hasta el momento desconocido. Más allá de los clásicos controles de la Agencia Mundial Antidopaje, en el reciente Campeonato de España que tuvo lugar en Tarragona hubo un control más: un control de género. ¿Son realmente mujeres?
Eso es lo que quiere comprobar un test ordenado por la Federación Internacional (World Athletics) y que, mediante un frotis bucal con un hisopo, tuvieron que llevar a cabo médicos de la Federación Española. Los resultados se conocerán en unos días y no se esperan muchas sorpresas, quizá no haya ni un solo caso anómalo en el mundo, pero igualmente es una medida controvertida. La World Athletics considera que «no es invasiva y es necesaria» y varias atletas no están de acuerdo.
«El deporte es uno de los pocos espacios en los que hay una categorización por género, y es verdad que para competir de forma igualitaria hay que controlar ciertas cuestiones biológicas, y no creo que haya una solución fácil para buscar esa determinación. Se les ha ocurrido esta y seguramente tenga cosas positivas, pero a mi me parece algo muy invasivo porque es algo que yo nunca me haría si no fuera atleta», comentaba Marta Pérez en el Campeonato de España después de pasar por la prueba.
«Es un asunto complicado y no tengo toda la información al respecto. Pero si al final la naturaleza ha dotado a una atleta con esa singularidad en los genes creo que no tiene culpa», añadía Maribel Pérez en el mismo escenario y entre ambas planteaban las dudas abiertas en el proceso. Por un lado, qué se hará con la información obtenida. Y por el otro, qué ocurrirá si una atleta da positivo.
Porque aunque hay cierta confusión al respecto, la prueba bucal no determinará la testosterona en sangre de las atletas si no si muestran el gen SRY. Si se detecta ese marcador del cromosoma Y se determinará que la deportista no es una mujer y no podrá competir en categoría femenina. No lo podrá hacer ni en las pruebas de mediofondo, donde el caso Semenya estableció una normativa específica, ni en ninguna otra. Si hay algún positivo lo más probable es que acabe en los juzgados porque se castiga a una atleta por una condición de nacimiento, no por un tratamiento posterior.
«Hemos consultado a hasta 70 expertos médicos de varias disciplinas y seguiremos todos los estándares. Debemos proteger la categoría femenina. Es fundamental, en un deporte que busca constantemente atraer a más mujeres, que éstas se incorporen creyendo que no existe un techo de cristal biológico. La prueba para confirmar el sexo biológico es un paso fundamental para garantizar que esto sea así», defendía Sebastian Coe, el presidente de la World Athletics, cuando anunció la nueva medida el pasado marzo. Desde entonces, algunas corredoras han denunciado una falta de información sobre el proceso.
Al tratarse de una prueba genética temen el uso que se hará de los resultados. Si datos tan comprometidos se hacen públicos podría afectarles al firmar con patrocinadores, al contratar un seguro o incluso al recibir un tratamiento médico determinado. La World Athletics ha calmado los ánimos con la promesa de un protocolo seguro.
Los resultados sólo se entregaran a las propias atletas y serán ellas las responsables de subirlos a una plataforma encriptada de la propia Federación Internacional a la que únicamente tendrá acceso el director médico de la misma. De hecho, la nueva normativa establece que en caso de un positivo en el gen SRY, la afectada podrá solicitar otro test en un laboratorio distinto antes de ser apartada de las competiciones. Y eso lleva a una última cuestión: ¿Realmente hay laboratorios disponibles en todos los países?
Los test del gen SRY no son una novedad en el deporte ni muchísimo menos. Antes de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, el Comité Olímpico Internacional (COI) realizó la prueba a 3.387 deportistas y sólo encontró ocho positivos, aunque no hubo ninguna descalificación. Las afectadas alegaron condiciones genéticas que les hacía mujeres -síndrome de insensibilidad a los andrógenos o de deficiencia de 5-alfa-reductasa- y pudieron competir.
Para los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, la intención del COI era que todas las participantes pasaran por la prueba antes de viajar a Australia, pero resultó imposible instaurar la norma. Las quejas de los países que no tenían medios suficientes obligaron al organismo a desistir y poco a poco la prueba del test del gen SRY fue cayendo en desuso. Hasta su resurrección este año para el Mundial de atletismo de Tokio.
Deportes // elmundo