El bestial discurso de Marc Giró que enmudeció a la audiencia: «¿Y por qué, se preguntarán, está España en vías de extinción?»

Cuando en el mes de abril desapareció por sorpresa de la parrilla de La 1 el Late Xou de Marc Giró las dudas sobre su regreso se multiplicaron. ¿Volvería? Ha costado, pero ha vuelto y lo ha hecho como se fue: sacando las colores a unos y a otros, golpeando donde más duele, en nuestras vergüenzas Leer Cuando en el mes de abril desapareció por sorpresa de la parrilla de La 1 el Late Xou de Marc Giró las dudas sobre su regreso se multiplicaron. ¿Volvería? Ha costado, pero ha vuelto y lo ha hecho como se fue: sacando las colores a unos y a otros, golpeando donde más duele, en nuestras vergüenzas Leer  

El Late Xou de Marc Giró es tal cual lo describe su nombre. Es un late show, es decir, un show nocturno, pero en realidad es el anti late show oculto bajo el disfraz de lo que creemos que es y no es. Pues, aunque Marc Giró juega a meterse en el papel de los grandes presentadores de este tipo de formatos en Estados Unidos, la realidad es que es sólo una manera de jugar. Esa es la clave de Marc Giró, parecer que, pero ser distinto. Por eso, cuando el pasado mes de abril desapareció por sorpresa de la parrila el Late Xou, las dudas sobre su regreso se multiplicaron y, sí, también preocuparon a RTVE y a los espectadores que con el salto del programa a la primera cadena tras las navidades pasadas descubrieron, precisamente, eso: el anti todo.

Marc Giró regresó anoche a La 1 manteniendo esa esencia de ‘soy un showman, pero con mi show voy a dar diestro y siniestro, más a diestro que a siniestro, pero voy a dar sin que casi te enteres de que te estoy dando’. Cuando terminó la temporada anterior, Marc Giró había conseguido que sus discursos de arranque del programa se convirtieran en uno de los contenidos más comentados en redes, pero también que repartieran juego para dar que hablar al día siguiente. Ese es el objetivo del Late Xou, poner sobre la mesa lo que a Marc Giró y a muchos espectadores les avergüenza, pero contarlo de una manera que es imposible quitar la vista de la pantalla te guste más o te guste menos. Es avergonzarnos sin que nos muramos de vergüenza.

Te arranca un programa como si el espíritu de Lina Morgan le hubiera poseído, lleno de brilli brilli, de plumas, el anti cabaret, el anti showman, la anti vedette, como lo era Lina Morgan. ¿Y qué hacía Lina Morgan? Consciente de que no era lo que se esperaba que fuera, tiraba de humor y se convertía en la mejor vedette que había sobre el escenario. Marc Giró, comparaciones aparte, hace algo similar. Promete un gran show, un late show y te da un género en sí mismo.

Anoche bajó las escaleras del plató de Late Xou convertido en ella, en una anti Lina Morgan. Seis meses después de su marcha, tras tiras y aflojas con RTVE para cerrar una nueva temporada, Marc Giró arrancó con un Gracias por venir. La mejor muestra de lo que es su Late Xou, de lo que es él en su Late Xou, de lo que es él y su programa en La 1. «Llego nuevamente a sentir ahora / A mi alrededor la extraña emoción / Todo el tiempo se ha parado / En el reloj del corazón…»

Y así, «agradecida y emocionada», Marc Giró, con su traje azul, su corbata roja, su intento de seriedad, de orden y concierto, de presentador y showman que se viste por los pies volvió a romper los esquemas, volvió a ser el anti late show, el anti lo que esperas. Porque sólo a alguien como Marc Giró se le acepta que arranque su nueva temporada al son de Lina Morgan, rodeado de vedettes y bailarines, convirtiendo el plató en un escenario de variedades para después cortar por lo sano, plantarse delante del telón y marcarse un discurso que hace que tiemble el misterio.

Así, sin que a él le tiemble el pulso, sin período de adaptación, sin preparar el terreno. Se hizo famoso Marc Giró la temporada pasada precisamente por esos discurso que no dejaban títere con cabeza, y no los iba a dejar, y menos ahora, cuando entre tanta tensión, crispación e indignación decir las cosas con humor y espectáculo parece la mejor forma de decirlas. Al menos, la única forma de que alguien las escuche.

No necesita Marc Giró fuegos artificiales, aunque seguramente le encantarían, sólo se necesita a él mismo, su manera de relatar, su capacidad para meter el dedito en la llaga sin que duela, pero logrando que la herida se abra. Venía con ganas después de seis meses de parón, descanso e introspección. No lo ocultó. No le hace falta. El anti showman es lo que tiene, te suelta un guantazo, te enmudece, te revienta y no sientes dolor, casi ni te enteras. Y no será porque el que avisa no es traidor.

Experto en hipérboles y en exagerar sin que parezca un extremo, Marc Giró arrancó un bestial discurso que, de nuevo, enmudeció a la audiencia: «No sé si habrán notado que hay gente muy preocupada a nuestro alrededor porque creen que España está a punto de desaparecer bajo nuestros pies». Era sólo el principio.

«Algunos de nuestros congéneres en un claro ejemplo de narcisismo político todavía no ven claro, pese a que se está retransmitiendo en directo, que el estado de Israel vía genocidio está arrasando Palestina y a todo su pueblo, pero, sin embargo, están muy preocupados, muy preocupados en que España se convierta se converta en cenizas», continuó. Si lo lees suena al mismo discurso que cada día se escucha en televisión, en Marc Giró es diferente, es el anti discurso, es enumerar los miedos con los que muchos nos levantamos por la mañana y nos acostamos por la noche, pero, insisto, sin que el pánico se apodere. Dicen que con humor todo entra mejor.

Comenzó con Palestina y el genocidio de Israel y siguió con un discurso sobre la inmigración que sirvió de sostén para sacar en menos de tres minutos en dónde estamos y a dónde vamos o a dónde podemos llegar o a dónde estamos llegando. Para que un discurso funcione, para que un discurso cale tiene que ser escuchado. El agotamiento del espectador de oír a todas horas lo mismo de un lado o del otro, lleva a la desconexión. ¿Y cómo conectas de nuevo? Con el anti todo.

«¿Y por qué, se preguntarán, está España en vías de extinción? Pues muy sencillo, muchos de nuestros conciudadanos se han apuntado a esa memez conocida como la teoría del gran reemplazo. Esa que asegura que España desaparecerá si no se frena la inmigración y se expulsa a todo aquel que no sea cristiano y español», golpeó Marc Giró jugando con un público que a su orden tenía que gritar la palabra «inmigración». Golpe de efecto. El anti golpe.

«Según todos estos, España no va a desaparecer a causa de otra pandemia, una DANA, un incendio de cuarta o quinta u octava generación o la subida del nivel del mar y las temperaturas, o sea no a causa de la crisis climática. Sino por culpa de las personas… ¡migrantes!». Y los golpes siguen cayendo.

«España no va a desaparecer ahogada por los aranceles trumpianos, ni por la evasión de capitales de las grandes fortunas, ni por culpa de la avaricia de las empresas cotizadas en la bolsa. No, España va a desaparecer por culpa de los… ¡migrantes! Hay que joderse». Y tanto que hay que joderse.

«Después de la turra que nos dieron con que serían los catalanes los que acabarían con España, ahora resulta que no, que van a ser los migrantes. Después de la chapa que nos dieron con que las feministas acabarían con España colapsando los juzgados a base de denuncias falsas de violencia de género, ahora resulta que no, que no van a ser las feministas. ¡Van a ser los… migrantes!».

Porque los discursos de arranque de Marc Giró son tan locos como su propio show, como lo es. Delirantes, disparatados, pero con sentido. Un sentido extraño, pues para da igual si es de unos o de otros. Ese no es su fin. El fin es que el mensaje real cale, aun con adornos y florituras, aun mezclando churras con merinas.

«Creíamos todas aquí que sería Begoña Gómez, la mujer del presidente del gobierno, la que acabaría con España con sus propias y delicadas manos desde su cuco despachito en Moncloa.Menudo chasco, ahora resulta que los culpables de todo van a ser los migrantes. Después de que nos machacasen con que las personas trans y los mariquitas íbamos a acabar con España, ahora resulta que van a ser ellos», siguió.

«¿Qué pasa, qué no nos ven capaces a los mariquitas de acabar con España?». Para todos y de todo. «Los mariquitas no acabamos con España porque tenemos déficit de atención de tanto mirar el Grindr, porque como sabéis somos promiscuas. Y además nos interesa hacernos la manicura, la pedicura, mechas, cepillar a nuestras barbies…». Ironía, delirio, disparate, anti todo. Antídoto.

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