Centenares de aficionados aprovechan las previas de los partidos del Liverpool para acercarse a los lugares que homenajean al jugador fallecido junto a su hermano Leer Centenares de aficionados aprovechan las previas de los partidos del Liverpool para acercarse a los lugares que homenajean al jugador fallecido junto a su hermano Leer
En la esquina de Sybil Road y Rockfield Road un padre y un hijo hacen el gesto del corazón con las manos a la cámara de una mujer a la que le pidieron que les hiciera una foto. Es una de las celebraciones icónicas del futbolista del Liverpool fallecido, Diogo Jota. A su espalda, en un mural de una veintena de metros de alto con fondo negro, la efigie de Jota les emula mientras, como si de un efecto especial se tratase, cientos de palomas sobrevuelan la escena.
Han venido de Belfast a ver a su equipo, pero también a rendir homenaje al futbolista portugués fallecido trágicamente el pasado 3 de julio en un accidente de tráfico en Cernadilla, localidad zamorana limítrofe a Puebla de Sanabria, junto a su hermano, André Silva. Pero a observar el mural también ha venido Guillermo, de Uruguay, o Rob y su hijo, del norte de Gales, entre otros centenares de aficionados.
«Hay muchos más murales de otros jugadores del Liverpool, pero este es el que más sentimiento tiene», cuenta a EL MUNDO el turista uruguayo. Rob, al que también ha acompañado su hijo, dice que enamoró a la grada red porque era un verdadero «jugador de equipo» que lo daba todo en «los minutos que estuviera en el campo». «Cuando te hacen una canción, sabes que lo has logrado», ejemplifica.
Lleva el número 20,
Nos llevará a la victoria
Y cuando corre por la banda izquierda
Recorta hacia dentro y marca para el Liverpool
Es un chico de Portugal
Mejor que Figo, ¿sabes?
Y su nombre es Diogo.
Esa es la canción que le cantaban en Anfield y cuyos versos se encuentran entre los miles de mensajes que los aficionados le han escrito en el mural de Sybil Road. «Brilla para siempre», «Gracias por ser un ejemplo de lo que supone representar el corazón de un club», «Nunca caminarás solo», son algunos de los que llenan no sólo en la pared de la efigie, también en la acera, en los contenedores contiguos y hasta en el muro de enfrente.
A menos de 100 metros se encuentra el estadio de Anfield, ese en el que Jota jugó como futbolista del Liverpool los mejores años de su carrera. Aunque también militó en el Oporto, en el Wolverhampton y, brevemente, en el Atlético de Madrid. En la previa del partido Koke, capitán rojiblanco, y Enrique Cerezo, presidente de la entidad, le llevaron un ramo de flores a la esquina en la que hay un pequeño altar para el futbolista. «Es una pena porque pienso que a Jota le hubiera encantado jugar hoy, para nosotros es una tristeza», comentó el mandatario.
En ese altar se pueden encontrar tres balones de fútbol, multitud de dibujos infantiles, bufandas, piedras pintadas y, también, dos mandos de la Playstation. Esos mandos representan también otra de las celebraciones icónicas que el jugador realizaba cuando marcaba un gol.
También, como metáfora del amor que sentían no sólo los aficionados sino todos los miembros del club red por el luso, hay un trozo de asiento de Anfield con el número 20. «Descansa en paz, Diogo, serás extrañado de manera muy triste», escribe el equipo de mantenimiento de la entidad británica.
En un breve paseo por las calles de Liverpool durante un día de partido, cualquier turista puede palpar quién es Diogo Jota en esta ciudad británica en la que apenas vivió cinco años. No hay quiosco o tienda deportiva que no tenga una bufanda o una bandera con la imagen del jugador y una frase que le recuerde.
Sin embargo, si hay algo que represente aún más ese sentimiento es el silencio que reina entre las personas que visitan su memorial. Nadie habla, nadie se hace fotos y alguna niña suelta alguna lágrima. No se sabe si es en recuerdo del futbolista o por causa del virulento viento que cruza esa esquina de Anfield. Parecen efectos especiales, pero no lo son.
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