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En el deporte hacer pronósticos es siempre una ciencia complicada. Más aún en la Fórmula 1 donde los resultados dependen de muchos factores. Algunos los puedes manejar tú, pero otros son incontrolables. Sin embargo, después de 19 grandes premios y a falta de 5 carreras y dos sprints, yo hoy apuesto por Max Verstappen.
No es una apuesta aleatoria, no es algo dicho al azar, hago mi apuesta después de tomar en consideración muchos factores determinantes. El primero es que hay un claro cambio de tendencia desde el GP de Italia. En Monza Red Bull introdujo algo en el coche que lo ha transformado todo. Desde Monza, Max ha terminado todas las clasificaciones y todas las carreras por delante de los dos McLaren. No ha importado el tipo de circuito ni las condiciones. Pistas de alta carga aerodinámica, de baja, con calor, con frío, con viento, urbanos o fijos, viejos o nuevos. El segundo factor es matemático. Se puede. Hace cinco grandes premios, Oscar Piastri salió de Zandvoort con 104 puntos sobre Verstappen. Cuatro carreras después, el depredador holandés ha reducido esa distancia a sólo 40 puntos. Es decir, le ha recortado 64 en cuatro carreras y una sprint. Ahora quedan por delante cinco carreras y dos sprints para recortar 40. Sí, se puede, o mejor dicho, Max puede hacerlo.
Otro factor, que es menos empírico, pero desde luego muy determinante, es como se perfilan los contendientes. Verstappen está en modo cazador. Se le ve el brillo de depredador en los ojos, transmite una imagen, una actitud de convicción, de estar seguro de que va a alcanzar a su presa. Miro a Max y veo a un halcón, veo un lobo, veo un leopardo dispuesto a saltar sobre su víctima. Piastri es la imagen antagónica. Se le ve atemorizado, sin ritmo, descompuesto, presionado, errático… Miro a Oscar y veo a un cervatillo herido, una gacela con la pata rota, un conejo que no encuentra el camino de vuelta a la madriguera.
Todo esto genera algo que es fundamental en el deporte y aún más en la Fórmula 1, genera presión. Y en ese arduo trabajo de soportarla sobre tus hombros, Max tiene un doctorado. Está acostumbrado a pelear fuera de su zona de confort con enemigos mucho más fuertes. Tiene coraza, tiene callo, tiene experiencia y en especial tiene una confianza fuera de serie. En el caso de Piastri, de Lando Norris y de McLaren la sensación que transmiten es que el año se les está haciendo bola. Los dos pilotos han mostrado signos de debilidad puntuales durante una temporada que ha sido dominadora hasta Italia y en la que no tenían presión.
Ahora, la vida en el paddock es una olla exprés para ellos y cuando miran hacia atrás y ven cómo viene el lobo tiene que dar mucho miedo. Y el problema no es sólo Max, la dificultad de la situación es que los dos, Oscar y Lando, también están luchando por el campeonato entre ellos y puede pasar lo que hemos visto tantas veces en el Tour. Esa historia dramática de ver a dos escapados que llegan al último kilómetro y empiezan a dudar, ninguno de los dos quiere arriesgar, ninguno quiere tirar y entonces empiezan a mirarse el uno al otro nerviosos hasta que el pelotón los adelanta.
Las papaya rules no han servido de nada. Es un acuerdo deleznable que se disuelve con el paso de las carreras, que se adapta con el paso de los sucesos y que no ha evitado hasta ahora que incumplan el primer mandamiento de esas reglas que es no tocarse con el compañero.
Lo dije hace tiempo: cuando el final esté cerca y los dos se den cuenta de que sólo uno puede ser campeón, se acabará el respeto en la pista y empezarán los incidentes. Eso ya ha llegado.
El último factor determinante para mi apuesta por Max es la presencia de terceros. McLaren no sólo se ha estancado y ha perdido fuelle con Verstappen, Mercedes en Singapur o Ferrari en Austin se han convertido también en jueces, se han intercalado entre Max y los pilotos de McLaren. Eso hace que la caza del holandés pueda ser aún más rápida. Oscar y Lando están separados sólo por 14 puntos, han empezado a dudar, ninguno quiere tirar, han empezado a mirarse nerviosos el uno al otro y ahora sólo hay que esperar a que llegue el pelotón.
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