El Atlético se diluye en Londres y termina cayendo con estrépito ante el Arsenal

Los de Simeone aguantaron bien hasta que recibieron el primer gol del Arsenal, que terminó por hacerle cuatro, dos de ellos de Gyokeres. Leer Los de Simeone aguantaron bien hasta que recibieron el primer gol del Arsenal, que terminó por hacerle cuatro, dos de ellos de Gyokeres. Leer  

En ese cuento del lobo, siempre es mejor temer la peor de las consecuencias. No será porque el entrenador no avisó en la previa, no será porque en la alineación sacó a todas sus torres, pero lo de este Arsenal y el balón parado es, aunque valga la paradoja, imparable. Rice tiene un guante en el pie, lo sabe el Madrid y lo sabe el Atlético. Uno como goleador, el otro como asistente. Puso dos, el primero y el último, y en medio el Arsenal fue esperando como ese torturador que usa la gota china, que es ese tormento en el que conoces el final aunque te resistas a él. Fueron cuatro, demasiado castigo, y ninguno en el arranque, que fue fulgurante. [Narración y estadísticas, 4-0]

A veces es una cuestión de seguir vivo. De esquivar golpes hasta ver una ventana en la que responder. Eso fueron los primeros cinco minutos en el Emirates, el abusón del barrio atemorizando a un rival que no sabía si jugar o despejar. Cuando intentaba lo segundo, alguna pérdida inocente daba alas a un equipo, el británico, que con dos pases se plantaba en área colchonera. Un palo y dos disparos en cinco ataques, uno por minuto.

Sorloth había salido de titular para lo segundo, los despejes o balones largos. También para intentar igualar el poderío aéreo londinense. En altura lo consiguió el Cholo, 183 centímetros de media en ambos lados del campo. Pero el daño de los gunners comenzó por abajo y por la derecha y concluyó como se esperaba. Saka fue un dolor de cabeza para Hancko. Ya avisó en el minuto 18 a espalda, pero respondió Oblak.

El peligro del Atlético vino con una ida de olla de Raya que intentó regatear a Giuliano en el córner. El hijo del Cholo, que es listo como el padre, le dejó liarse solo y sacó rápido de banda para Julián con el guardameta muy fuera de su área. Desde luego, muchos aficionados atléticos querrían que si tienen que recibir un tiro de gracia fuera el argentino el que portara el rifle. Pero falló. Al menos, mediado el minuto 30, el empuje del Arsenal había decaído unos cuantos newtons.

Sí que es cierto que el Atlético tiene una deuda a domicilio. Ni una victoria esta temporada. Dice Julián que muchas se escaparon «por detalles». Esta fue por estrategia. Superlativa en el equipo gunner. Se ganó más por frialdad que por fuego. Y el Atlético, pese a que vino con cubos de agua para sofocar el ardor londinense, se fue con ellos por donde había venido. Ni siquiera se pudo decir que jugó mal, sufrió poco en la primera parte. Al final, apenas un par de oportunidades de Martinelli, una anulada por el VAR y la otra por tras un buen centro de Skelly, pero remató mal reclamando un penalti sin fe.

Pero el 0-0 del primer tiempo no se consiguió gratis, los tres futbolistas que más corrieron en la primera parte fueron Koke, Simeone y Barrios, unos seis kilómetros por cabeza, medio más que el primero del Arsenal que fue Rice. Es a lo que te obliga un equipo, el británico, que alterna momentos de presión alta con un bloque más bajo para salir rápido. Muy completo el equipo que ha confeccionado el ex rojiblanco Andrea Berta, poderío en todas las líneas y posibilidad de explorar muchos estilos de fútbol.

Pero el Atlético salió con otro brío y devolvió el palo a los ingleses en los primeros compases. Fue Julián, el hombre con más calidad de los hombres del Cholo, con un latigazo desde fuera del área. El Arsenal pareció perdido, pero decidió encomendarse a su brújula. Zubimendi se inventó dos pases en profundidad seguidos, el primero salvado por Oblak y el segundo, Martinelli se quedó a centímetros de encañonar. Qué importante es saber devolver los golpes rápido para intentar que un visitante incómodo no se te suba a las barbas.

El siguiente sería letal. Lo dio Gabriel tras un saque magistral de Rice. Quizás Oblak debió salir de debajo del larguero para intentar tocar ese balón. Tanto se había hablado del balón parado del Arsenal, alabado Simeone, y al final, pese a las advertencias, llegó el lobo. Lo peor fue que, pese a la buena recuperación del Atlético tras el tanto, con varios acercamientos peligrosos, los colchoneros le hicieron un pasillo a Skelly que cedió a Martinelli. Esta vez el brasileño no perdonó.

Sin tiempo para recuperarse, Gyokeres hizo el tercero y congeló a los rojiblancos. Quedaba media hora de partido y uno se preguntaba qué haría el Atlético. Simeone intentó sacar más pólvora en busca de un milagro imposible. Ni eso le dejaron los gunners. Gyokeres repitió tras otro balón parado, un saque de esquina sacado por Rice. Un colocador y un rematador, parece voleibol, pero es la virtud de este Arsenal. Una gota fría que te deja helado y la victoria fuera de casa sigue esquiva esta temporada, cero de seis.

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