Los chimpancés pueden cambiar de opinión si les muestran nuevas evidencias

Los investigadores de un estudio publicado en Science subrayan que «este tipo de razonamiento flexible es algo que solemos asociar con niños de cuatro años» Leer Los investigadores de un estudio publicado en Science subrayan que «este tipo de razonamiento flexible es algo que solemos asociar con niños de cuatro años» Leer  

Al ser humano le cuesta cambiar de opinión. El primero en certificarlo científicamente fue el psicólogo de la University College de Londres, Peter Watson en los años 60, quien demostró que, al resolver problemas lógicos, «la gente busca pruebas que confirmen su hipótesis, no que la contradigan». Procesamos la información de forma que proteja nuestra identidad, valores o grupo social, hasta el punto de que cuando se presentan pruebas contrarias a nuestras creencias, en vez de cambiar de opinión, muchas veces reforzamos nuestra postura. Sin embargo, los chimpancés no son así.

En un nuevo estudio que acaba de publicar la revista Science, titulado Los chimpancés revisan racionalmente sus creencias, los investigadores de Psicología Berkeley, Emily Sanford y Jan Engelmann, junto con la profesora de Psicología de la Universidad de Utrecht, Hanna Schleihauf, han logrado evidenciar que los chimpancés no tienen ningún problema en rectificar, y revisar racionalmente sus creencias al recibir nueva información. Sus hallazgos demostraron que los chimpancés —al igual que los humanos— pueden cambiar de opinión en función de la solidez de la evidencia disponible, una característica clave del pensamiento racional.

En el santuario de chimpancés de la isla Ngamba, en Uganda, los investigadores presentaron a los chimpancés dos cajas, una de ellas con comida y la otra vacía. Inicialmente, los animales recibieron una pista que sugería qué caja contenía la recompensa. Posteriormente, se les proporcionó una evidencia más contundente que señalaba a la otra caja, y los chimpancés no tenían ningún problema en ir cambiando frecuentemente de opinión en función de las nuevas pistas antes de tomar una decisión.

«Los chimpancés fueron capaces de revisar sus creencias cuando dispusieron de mejores pruebas», afirmó Sanford, investigadora del Laboratorio de Orígenes Sociales de la UC Berkeley. «Este tipo de razonamiento flexible es algo que solemos asociar con niños de cuatro años. Fue emocionante demostrar que los chimpancés también pueden hacerlo».

Para garantizar que los hallazgos reflejaran un razonamiento genuino y no un simple instinto, el equipo incorporó experimentos rigurosamente controlados y modelos computacionales. Estos análisis descartaron explicaciones más simples, como que los chimpancés prefirieran la señal más reciente, aplicando el llamado sesgo de actualidad, o que reaccionaran ante la señal más evidente. Los modelos confirmaron que la toma de decisiones de los chimpancés se ajustaba a estrategias racionales de revisión de creencias.

«Registramos su primera elección, luego la segunda, y comparamos si modificaron sus creencias», dijo Sanford. «También utilizamos modelos computacionales para comprobar cómo se correspondían sus elecciones con diversas estrategias de razonamiento».

El estudio cuestiona la visión tradicional de que la racionalidad, es decir, la capacidad de formar y revisar creencias basándose en la evidencia, es exclusiva de los humanos. «La diferencia entre los humanos y los chimpancés no es un salto categórico», dijo Sanford.

La investigadora también vislumbra aplicaciones más amplias para esta investigación, ya que comprender cómo los primates modifican sus creencias podría transformar la manera en que los científicos conciben el aprendizaje, el desarrollo infantil e incluso la inteligencia artificial. «No debemos dar por sentado que los niños son como tabula rasa cuando entran en un aula», apunta Sanford.

La siguiente fase de su estudio traslada las mismas tareas a los niños. El mismo equipo está recopilando datos de niños de dos a cuatro años para comparar cómo los niños pequeños y los chimpancés modifican sus creencias. «Es fascinante diseñar una tarea para chimpancés y luego intentar adaptarla para un niño pequeño», dijo.

Con el tiempo, espera extender el estudio a otras especies de primates, creando un mapa comparativo de las capacidades de razonamiento a lo largo de las distintas ramas evolutivas. Si bien Sanford ha trabajado en temas que abarcan desde la empatía canina hasta la cognición numérica en niños, una lección permanece constante: los animales son capaces de mucho más de lo que suponemos.

«Puede que no sepan qué es la ciencia, pero se desenvuelven en entornos complejos con estrategias inteligentes y adaptativas, y eso es algo a lo que vale la pena prestar atención», sentenció.

 Ciencia y salud // elmundo

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