Un encontronazo a la salida de la discoteca. Un ajuste de cuentas. Una reyerta de barrio. Son situaciones distintas ocurridas en la Costa del Sol en la última semana que tienen dos aspectos en común: el uso de armas de fuego y el tráfico de drogas como trasfondo. El litoral malagueño vive días agitados con numerosos episodios de violencia que, además, incluyen el hallazgo de un cadáver maniatado y tirado en un barranco de difícil acceso. Hay tantos grupos criminales asentados y el movimiento de hachís, marihuana o cocaína es tan grande que en cualquier momento saltan chispas. “Eso es lo que hay. La situación ahora está como siempre, aunque hay malas rachas como esta. Además, parece que la gente ha perdido el miedo a pegarse tiros por cualquier cosa”, destacan fuentes policiales.
Cuatro tiroteos en apenas una semana confirman la mayor presencia de armas en Málaga y la policía señala que el tráfico de hachís, marihuana o cocaína está casi siempre en el origen de los disparos
Cuatro tiroteos en apenas una semana confirman la mayor presencia de armas en Málaga y la policía señala que el tráfico de hachís, marihuana o cocaína está casi siempre en el origen de los disparos


Un encontronazo a la salida de la discoteca. Un ajuste de cuentas. Una reyerta de barrio. Son situaciones distintas ocurridas en la Costa del Sol en la última semana que tienen dos aspectos en común: el uso de armas de fuego y el tráfico de drogas como trasfondo. El litoral malagueño vive días agitados con numerosos episodios de violencia que, además, incluyen el hallazgo de un cadáver maniatado y tirado en un barranco de difícil acceso. Hay tantos grupos criminales asentados y el movimiento de hachís, marihuana o cocaína es tan grande que en cualquier momento saltan chispas. “Eso es lo que hay. La situación ahora está como siempre, aunque hay malas rachas como esta. Además, parece que la gente ha perdido el miedo a pegarse tiros por cualquier cosa”, destacan fuentes policiales.
La mayor presencia de armas en el litoral malagueño es una evidencia. Rara es la operación policial en la que no se localice alguna durante los registros de los domicilios de los detenidos. Ahora ya da casi igual el tamaño de la actuación: puede ser una gran intervención contra el narcotráfico que una pequeña contra el trapicheo. Sea donde sea, siempre se encuentran. “Hay fusiles de guerra, pistolas pequeñas, granadas”, explica otro agente con larga experiencia en la Costa del Sol. “Estamos viendo de todo”, añade quien empieza a priorizar en sus investigaciones la procedencia de armas y su presencia para evitar más problemas. Cuenta que este tipo de tráfico ha aumentado desde el inicio de la guerra en Ucrania, con numerosas organizaciones implicadas en la compraventa. Por eso es cada vez es más fácil hacerse con una. Hay dos factores más que lo facilitan. Primero “porque siempre hay alguien que conoce a alguien que las vende”. Segundo, porque su precio es accesible respecto al dineral que se obtiene con las drogas: un pistola corta tipo Glock puede costar entre 6.000 y 7.000 euros y un buen Kalashnikov entre 10.000 y 15.000 euros. Por eso no es raro ya que, en el entorno de Málaga, se encuentre un fusil de guerra en un búnker de las Tres Mil Viviendas de Sevilla o un grupo familiar se dedique a traficar incluso con lanzacohetes desde el pequeño pueblo de Pechina, en Almería.
Con cinco episodios violentos protagonizados por las balas en apenas una semana, los agentes destacan que la actual es una “mala racha” en la Costa del Sol. La realidad indica que estas etapas se repiten con demasiada frecuencia en la zona. En 2018 hubo una veintena de crímenes y en 2019 una decena más. Pero no hay que irse tan lejos. Entre diciembre y enero pasados hubo cuatro tiroteos cuyo resultado fue un hombre asesinado en Fuengirola, otro recibió tres balazos en la pierna en Marbella y un tercero también fue herido frente al Real Club de Pádel de la localidad marbellí. Antes, la primavera pasada, hace justo un año, se registraron hasta ocho incidentes en apenas dos meses, lo que generó una bronca política y obligó al Ministerio del Interior a impulsar el denominado Plan Costa del Sol, que sirvió para reforzar el número de efectivos policiales y a reforzar la presencia de unidades y controles aleatorios en las calles. Como resultado, a simple vista, todo se tranquilizó. Los titulares desaparecieron de la prensa. Pero el peligro de un repunte siempre está latente, como se ha demostrado estos días.
“Cada vez hay menos miedo a la justicia, se creen inmunes y utilizan las armas cuando les da la gana”, insisten fuentes policiales. Señalan que sea cual sea las circunstancias en las que suenan los disparos, las drogas suelen ser el principal trasfondo. Los especialistas consultados coinciden en que las organizaciones criminales son las responsables del aumento de tiroteos puesto que se han blindado hasta los dientes, sobre todo por el temor a que otros grupos de la delincuencia organizada les puedan robar su mercancía. “Las usan para proteger una plantación de marihuana, un contenedor de cocaína o una guardería de hachís. Lo que sea. Y siempre es para defenderse de otros rivales, nunca para hacer frente a la policía”, aclara. Un compañero, sin embargo, va más allá: “Estamos al límite de que las utilicen contra nosotros o contra cualquier ciudadano que pase por su lado sin tener nada que ver con ellos”, advierte.
Un coche en llamas
Durante los últimos años la inmensa mayoría de incidentes relacionados con armas de fuego han tenido de escenario principal a Marbella y municipios cercanos como Estepona, Benahavís o Mijas. Precisamente en este último, el pasado lunes dos encapuchados esperaron a que un británico de 30 años acabara su partido de fútbol para dispararle una decena de veces cuando salía de un centro deportivo. Lo mataron allí mismo, en una calle de la urbanización Sitio de Calahonda con salida a la autovía A-7, pero que dispone de una mucho más directa hacia la autopista AP-7. En el camino hacia ella fue hallado minutos después un Seat Cupra oscuro envuelto en llamas, que se cree es el que los autores utilizaron para escapar en un primer momento. Las cámaras de seguridad servirán para intentar reconstruir su ruta posterior para su identificación con el objetivo de arrestarlos.
Días antes, durante la madrugada del Viernes Santo, una discusión a la salida de una discoteca cerca de Puerto Banús, en Marbella, acabó con un hombre disparando a otro —de 34 años y que resultó herido en el hombro— para después huir a toda velocidad de la zona. La Policía Nacional abrió una investigación para esclarecer lo ocurrido, igual que hizo al día siguiente, ya en la ciudad de Málaga, cuando una reyerta en la barriada de Portada Alta acabó con otro varón herido por una bala. Los agentes detuvieron horas después a cinco personas por su implicación, de los que cuatro están en libertad y uno, el presunto autor material, ha ingresado en prisión. También en la capital, una discusión de barrio en la zona de Carretera de Cádiz acabó con cuatro personas heridas, dos de ellas obreros que pasaban por allí. Las armas se ven cada vez más en los barrios, se jan normalizado entre la delincuencia autóctona», dice otro policía. Además, se investiga igualmente lo ocurrido en la zona de Cancelada, en Estepona, donde este martes se registraron varios disparos hacia una vivienda okupada, sin que se registraran heridos. Y, mientras, la Guardia Civil rastrea en busca de pistas para aclarar a quién corresponde el cuerpo —ya en estado de descomposición— que fue hallado este jueves por un hombre que desbrozaba su finca en Mijas. Estaba maniatado y las hipótesis apuntan a ajuste de cuentas. Uno más.
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Colaborador de EL PAÍS en Málaga desde octubre de 2018. Antes trabajé en otros medios como el diario ‘Málaga Hoy’. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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