Un viaje sin mapas, sin herramientas metálicas, ni conocimientos avanzados en construcción naval para demostrar la viabilidad de cruzar una de las corrientes más fuertes del mundo, la de Kuroshio Leer Un viaje sin mapas, sin herramientas metálicas, ni conocimientos avanzados en construcción naval para demostrar la viabilidad de cruzar una de las corrientes más fuertes del mundo, la de Kuroshio Leer
Las primeras poblaciones humanas modernas llegaron a las islas del extremo oriental de Asia hace unos 30.000 años. Los científicos han confirmado esta presencia gracias a restos fósiles -herramientas y huesos con marcas de corte- pero la procedencia y el camino por el que estas remotas poblaciones de Homo sapiens se desplazaban entre islas, sigue siendo objeto de debate. En concreto, cómo aquellas personas pudieron completar la travesía marítima de cientos de kilómetros que separa la actual Taiwán y algunas de las islas del sur de Japón, como Okinawa. Un viaje sin mapas, sin herramientas metálicas ni conocimientos avanzados en la construcción naval.
Para aclarar este enigma un equipo de investigadores japoneses y taiwaneses han colaborado en una batería de simulaciones para definir los métodos y los itinerarios que habrían necesitado los pueblos antiguos para realizar estos viajes. Además, construyeron y pusieron a prueba una canoa fabricada con herramientas de la época. La descripción y conclusiones de esta experiencia se publican en sendos artículos de la revista Sciences Advances. De esos trabajos, uno se ha basado en simulaciones matemáticas, que exploran la viabilidad de cruzar una de las corrientes más fuertes del mundo, la de Kuroshio. El otro artículo detalla el proceso de elaboración y la travesía en la embarcación de madera, que cinco miembros del equipo llevaron a cabo con éxito, remando entre islas separadas por más de 100 kilómetros.
«Arrancamos el proyecto planteando preguntas sencillas: ¿cómo llegaron los hombres del paleolítico a islas tan remotas como Okinawa? ¿Cuál fue la dificultad de este viaje? ¿Qué herramientas y estrategias utilizaron?», explica Yousuke Kaifu, profesor de la Universidad de Tokyo y primer autor de uno de los estudios. «Las pruebas arqueológicas, como restos y artefactos, no nos pueden ofrecer una imagen completa; el mar ha destruido muchas de ellas. Así que decidimos recurrir a la arqueología experimental, con una línea similar a la de la famosa expedición Kon-Tiki de 1947 del explorador noruego Thor Heyerdahl».
En 2019 el equipo se lanzó a la construcción de una piragua de 7,5 metros, que llamaron Sugime. Se construyó a partir de una pieza única del tronco de un cedro japonés, con un proceso de elaboración en el que se utilizaron herramientas de piedra y madera similares a las que se han encontrado de ese periodo (hace 30.000 años). Los autores explican que antes de decantarse por la piragua, descartaron otros posibles tipo de embarcación. «Inicialmente pensamos que los hombres del paleolítico pudieron utilizar balsas, pero tras una serie de experimentos preliminares descubrimos que éstas eran demasiado lentas para cruzar el Kuroshio y que no eran lo bastante duraderas», explica Kaifu.
Una vez completada la embarcación, se lanzaron al viaje a través de 225 kilómetros de mar desde el este de Taiwán hasta la isla de Yonaguni, en el archipiélago Ryukyu, el mismo que incluye la isla de Okinawa. Los cinco palistas se guiaron utilizando únicamente el sol, las estrellas, el oleaje y su instinto. Remaron durante más de 45 horas por mar abierto, la mayor parte del tiempo sin visibilidad. «Hemos demostrado que estas canoas son lo bastante rápidas y resistentes para completar la travesía. Y eso es sólo parte de la historia».
Porque además de la embarcación, la experiencia de los autores apunta a que aquellos pioneros debían de ser experimentados remeros, aplicar estrategias eficaces y mostrar una impresionante voluntad de exploración hacia lo desconocido. No obstante, los autores también señalan algunas limitaciones. «No creemos que fuera posible un viaje de vuelta. Si se dispone de un mapa y se conoce el patrón de flujo del Kuroshio, se puede planificar un viaje de regreso, pero esto probablemente no tuvo lugar hasta mucho más tarde en la historia», apunta el investigador.
En los años posteriores el equipo ha seguido analizando algunos de los datos que crearon durante el experimento, y utiliza lo que encuentran para informar o probar modelos sobre diversos aspectos de las travesías marítimas en el paleolítico. Para saber si ese viaje podría haberse realizado en circunstancias diferentes, el equipo también utilizó modelos oceánicos avanzados para simular cientos de viajes virtuales. Estas simulaciones probaron diferentes puntos de partida, estaciones y estrategias de navegación en diferentes condiciones oceánicas a lo largo de los siglos.
Las simulaciones también ayudaron a responder a preguntas que un experimento aislado no podía cubrir. Revelaron por ejemplo que lanzarse desde el norte de Taiwán ofrecía más posibilidades de éxito que desde más al sur, y que remar ligeramente hacia el sureste en lugar de directamente hacia el destino, era esencial para compensar la poderosa corriente. Estos hallazgos sugieren un alto nivel de conocimiento estratégico de la navegación en los primeros humanos modernos.
Durante mucho tiempo, la corriente de Kuroshio se consideró no apta para la navegación, ya que se pensaba que una vez dentro, las embarcaciones tendrían dificultades para maniobrar y quedarían a la deriva. Pero los resultados de las simulaciones apuntaban a que los viajes oceánicos por esta vía marítima serían posibles hace 30.000 años. «Un mensaje importante de todo el proyecto es que nuestros antepasados paleolíticos eran auténticos valientes. Al igual que nosotros, tuvieron que resolver retos estratégicos para avanzar», afirma Kaifu. «Por ejemplo, los antiguos polinesios no tenían mapas, pero podían viajar por casi todo el Pacífico. Hay una gran variedad de señales en el océano para saber la dirección correcta, como las masas de tierra visibles, los cuerpos celestes, el oleaje y los vientos. Nosotros mismos aprendimos parte de esas técnicas en nuestro camino».
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