El Gobierno cree que ha pasado el peor momento: “Querían tumbarnos antes del verano y han fracasado”

Pedro Sánchez estaba totalmente hundido el jueves 12 de junio. La mañana había sido infernal. El presidente le había mandado un mensaje a Santos Cerdán, que leía en su escaño del Congreso el demoledor informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil contra él, para que fuera a La Moncloa a verle en cuanto terminara de votar. Cerdán ya imaginaba cómo acabaría, pero hizo como si nada. La conversación fue muy dura. “Es como si me hubiera apuñalado un amigo”, les dijo Sánchez más tarde a algunos de los más próximos. “Me ha mentido a la cara”, insistía, casi como un mantra.

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 Sánchez y su equipo creen que lo peor ha pasado, aunque no saben qué más tiene la UCO, y se preparan ya para intentar darle sentido a dos años de legislatura a partir de septiembre  

Pedro Sánchez estaba totalmente hundido el jueves 12 de junio. La mañana había sido infernal. El presidente le había mandado un mensaje a Santos Cerdán, que leía en su escaño del Congreso el demoledor informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil contra él, para que fuera a La Moncloa a verle en cuanto terminara de votar. Cerdán ya imaginaba cómo acabaría, pero hizo como si nada. La conversación fue muy dura. “Es como si me hubiera apuñalado un amigo”, les dijo Sánchez más tarde a algunos de los más próximos. “Me ha mentido a la cara”, insistía, casi como un mantra.

Después de estar con el que había sido su hombre de máxima confianza en el PSOE, Sánchez citó a su núcleo duro. O, al menos, a los que pudieron ir a toda velocidad: María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar López y Diego Rubio. Este último, su jefe de Gabinete, el único de ese grupo sin militancia en el PSOE ni trayectoria como político profesional, puso todas las opciones encima de la mesa para analizarlas. Incluida la dimisión del presidente y la convocatoria de elecciones. Pero sobre todo detalló la posibilidad de que anunciara que no sería el candidato socialista en las próximas elecciones.

Era una salida similar a la de José Luis Rodríguez Zapatero en 2010. Otros dirigentes europeos han hecho cosas similares. “Y nunca sale bien, mira lo de Antonio Costa, el PS portugués tenía mayoría absoluta y entró en una crisis de sucesión que le ha llevado a que casi lo supere la extrema derecha”, argumenta un miembro del Gobierno.

Sánchez, que esta misma semana ha admitido en el Congreso que llegó a plantearse dimitir, apenas habló ese jueves. Solo escuchaba. Estaba al límite. Los otros dirigentes insistían en rechazar el paso atrás del presidente, incluida la idea más suave, la de anunciar que no sería candidato. Sánchez decidió que tenía que comparecer y dar la cara. Así que había que acordar qué decir. El presidente finalmente pensó que no era el momento de tomar decisiones drásticas. Saldría, pediría perdón, ganaría tiempo, y decidiría el fin de semana. Se encerró en la finca de Quintos de Mora a pensar, habló con mucha gente, y decidió seguir. Ese domingo ya parecía otra persona.

Un mes después, y superado un pleno muy difícil este miércoles que salió mucho mejor de lo esperado, en su entorno insisten en que no solo está decidido a seguir, sino que ahora tiene muchas opciones de conseguirlo, aunque sigue habiendo incógnitas porque nadie sabe qué más tiene la UCO, los investigadores de la Guardia Civil.

En su entorno creen que la oposición ha perdido su oportunidad, y no tendrá otra así hasta que se convoquen las elecciones. “Han echado toda la carne en el asador para que el Gobierno cayera antes del verano. Sabían que era el momento perfecto. Les da miedo la capacidad de recuperación de Pedro Sánchez. Había tres vías para tumbarlo: o él tiraba la toalla, o el PSOE le daba la espalda o lo hacían los socios. Y no les ha salido ninguna de las tres. Es muy importante haber salvado esta bola de partido. Lo del miércoles fue una moción de confianza encubierta, y la ganamos. Querían tumbarnos antes del verano y han fracasado. En septiembre empezamos de nuevo”, resume una persona de confianza del presidente.

“Sánchez medita mucho las decisiones, pero una vez que las toma, va hasta el final con ellas. Se planteó dimitir, es verdad, pero llegó a la conclusión de que no resolvía ningún problema. Ni el suyo, ni el de su familia, cada vez más tocada, ahora que van a por el suegro ya fallecido, ni el del partido, ni el del país. Apostó fuerte a seguir. Y esta semana ha quedado claro que tiene apoyos para hacerlo. Ya no hay más dudas”, señala otra.

Una vez despejada la incógnita de la continuidad de Sánchez, el Gobierno está ya pensando en ganar el verano y llegar a septiembre para intentar allí darle una vuelta completa a la legislatura y tratar de darle un sentido político al tiempo que le quede, si es posible hasta 2027. “Tenemos que decirle al país que vamos a seguir gobernando para algo. Que entiendan por qué es tan importante que siga Sánchez. No basta con la resistencia. Estamos trabajando en eso”, resume otro miembro del Ejecutivo.

Pero antes de llegar a septiembre, Sánchez y su equipo tienen que consolidar la decisión que sus socios apuntaron el miércoles. Esto es, la de seguir adelante siempre que no haya más escándalos del mismo nivel que el último de Cerdán. Todos lanzaron advertencias porque nadie sabe qué tiene la UCO, aunque desde el Ejecutivo insisten en que lo peor ya ha pasado. “El capítulo más bestia de esta temporada ya lo hemos visto”, resume un ministro. La política española, llena de sobresaltos, tiene muchas veces aire de serie de ficción. Sumar, PNV, Bildu, ERC, Junts, BNG, todos dijeron cosas parecidas: seguimos, pero tiene que cumplir los compromisos de investidura y estamos alertas por si salen más cosas.

Sánchez, que se expone muy poco a los medios —aunque en este mes sí ha tenido varias ruedas de prensa, lleva mucho sin conceder entrevistas—, muchas veces ofrece una imagen de encerrado en La Moncloa, de encastillado, bloqueado. Efectivamente, el presidente es un hombre de despacho y de teléfono: llama sin parar a todo el que pueda ofrecerle información o una visión útil. Pero no está quieto. Se mueve sin parar hace un mes para reconstruir la mayoría y enfrentarse con garantías a la ofensiva de la oposición para derribarle, que asume que en otoño será aún más dura. “Feijóo está haciendo la misma estrategia que sirvió para derribar a Emilio Pérez Touriño [presidente socialista de Galicia al que sucedió el líder del PP]”, dice un ministro al referirse al ataque de Feijóo por los negocios de saunas gays del suegro de Sánchez, ya fallecido. “Pero ni Sánchez es Touriño, ni el PSOE es el PSdeG, que estuvo casi toda la vida en la oposición”, se envalentona.

De esos movimientos de Sánchez y su equipo, que llevan semanas trabajando en la sombra, surgen dos semanas claves como las que vienen ahora, en la que se intentará aquilatar la mayoría para irse más tranquilos de veraneo y volver con mínimas garantías en septiembre. Será una cadena: el lunes, bilateral con la Generalitat para hablar de la financiación singular catalana, tema estrella de ERC. El martes, bilateral con el lehendakari en La Moncloa para cerrar transferencias pendientes, especialmente de cuestiones sensibles de la seguridad social. El viernes, nueva presentación en Bruselas de la propuesta del catalán en Europa, tema central de Junts. Y por último, el 22, pleno decisivo con cuatro leyes y tres decretos ley importantes y algunas votaciones más.

“Si logramos ganar todas las votaciones, acallaremos las voces que insisten en que no tenemos mayoría. Ya está muy claro desde el miércoles, pero allí no se votaba nada. Ahora hay que trabajar para rematar ese pleno final”, resume un miembro del Gobierno.

Lo que no está claro aún es si ahí irá la reducción de jornada laboral. La negociación entre Sumar y Junts sigue y se podría dejar para septiembre, como forma de arrancar con fuerza la temporada, si es que se consigue cerrar ese pacto que ahora ni siquiera algunos miembros del Gobierno del sector socialista, que eran muy escépticos, ven del todo imposible.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, según Sciammarella

El lunes es un día clave. Es el más difícil de gestionar, porque incluso en el PSOE, pero sobre todo en el PP, hay mucha resistencia de distintos barones autonómicos a esta financiación singular para Cataluña. Políticamente, la estrategia del Gobierno es similar a la que usó con la quita de la deuda, otro pacto de investidura entre el PSOE y ERC: hubo mucha polémica, pero al final es algo que beneficia a muchas otras autonomías gobernadas por el PP, especialmente la Comunidad Valenciana y Andalucía.

El lunes no estará aún cerrada la proposición de ley en la que debería acabar este acuerdo de financiación catalana, pero sí habrá un pacto político con bases claras que llevan semanas trabajando de forma discreta La Moncloa, la Generalitat de Salvador Illa y ERC. El Gobierno asume que habrá mucha polémica, pero insiste en que no se cerrará nada que perjudique a las demás autonomías, porque todas pueden ganar con el nuevo modelo porque puede haber más financiación para todas. Y en cualquier caso, aseguran, bienvenido sea el debate sobre contenido para intentar salir del agujero de la corrupción en el que le ha metido el caso Cerdán y el empeño de Sánchez por defender a su segundo secretario de Organización implicado en un escándalo hasta el último minuto.

El martes tampoco es menor. Si durante el fin de semana está habiendo mucha negociación con ERC para cerrar bien lo que se presentará el lunes, no menos compleja está siendo con el PNV. Los nacionalistas vascos han mostrado sus dudas políticas con el apoyo a Sánchez. No se fían de que no salga algo más grave o sea un goteo insoportable. Lo que se cierre este martes es fundamental para ellos, que tienen que justificar en Euskadi que siguen siendo socios clave de Sánchez. Imanol Pradales lleva una larga lista de transferencias pendientes. Y este sábado aún seguía la tensión entre los negociadores por las resistencias de Trabajo en la parte que les corresponde: esto es, el subsidio de desempleo. Pero, además, el PNV persigue la transferencia de las prestaciones no contributivas, de las del seguro escolar, de aeropuertos, de salvamento marítimo. La cita entre Sánchez y Pradales es decisiva para ver la resistencia de la mayoría.

Mientras, aunque el Gobierno cree que el PP está muy ansioso por acabar con Sánchez antes del verano, desde la cúpula de Génova aseguran que, aunque el presidente saliera vivo del pleno del miércoles, el efecto para ellos ya está hecho y es imparable. “Mucha gente está diciendo que le hicimos un favor al PSOE porque nos cerramos las puertas del PNV con el discurso de Feijóo. Pero solo hay que ver las encuestas. El PSOE tiene un hueco en el voto femenino, donde tenía su mayor fortaleza, y saber a lo que se dedicaba el suegro no creo que le venga muy bien entre esas votantes”, señala un dirigente. Los últimos sondeos detectan una gran caída del voto socialista especialmente entre las mujeres, sobre todo por las conversaciones entre José Luis Ábalos y Koldo García en las que hablaban de supuestas prostitutas como si fueran tratantes de ganado. El PP parece convencido de que el camino de Sánchez ya está marcado, y es cuestión de tiempo. Pero el equipo del presidente está trabajando para hacer que ese plazo se estire hasta 2027 y plantear la batalla hasta el final. “En otoño el PP tiene un rosario de juicios de corrupción. Necesitaban que fuera ahora, y no han podido. La batalla aún está abierta”, resume un ministro.

A Feijóo le basta con desmovilizar a la izquierda. “Feijóo no es tan bueno como se cree para ganar elecciones. No es buen candidato. Pero sí es buenísimo para hacer que el de enfrente las pierda. Su especialidad es la destrucción del rival. Le funcionó con Touriño. Pero esta vez vamos a pelear mucho más”, resume alguien que conoce bien al político gallego. Las incógnitas siguen abiertas, pero esta semana y las próximas parecen apuntar a una consolidación de la mayoría, siempre frágil y a merced de que un nuevo escándalo se lleve todo por delante. Lo único que podría recoserla definitivamente serían unos Presupuestos, los de 2026, pero casi nadie los ve factibles en este contexto sobre todo por Podemos. ¿Y entonces? ¿Convocará Sánchez cuando no los tenga? Nada parece escrito. En condiciones normales, un Gobierno no puede resistir tres años sin Presupuestos. Pero nada es normal en la política española desde hace mucho tiempo.

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