Angie: crimen y misterio es la serie que el pasado viernes sin previo aviso, sin promoción, sin ningún tipo de evento estrenó Netflix, y que en sólo unos pocos días se ha convertido en uno de los contenidos más vistos en España Leer Angie: crimen y misterio es la serie que el pasado viernes sin previo aviso, sin promoción, sin ningún tipo de evento estrenó Netflix, y que en sólo unos pocos días se ha convertido en uno de los contenidos más vistos en España Leer
Angi: crimen y misterio tenía que haberse estrenado en Netflix en mayo. Sin embargo, la justicia paralizó la emisión después de que María Ángeles Molina, Angi, solicitara cancelar el estreno de la docuserie. El viernes pasado sin promoción, sin publicidad, sin nota de prensa, sin nada de nada, la plataforma del Tundum estrenó el true crime. Es el segundo contenido más visto en España en tan sólo cinco días.
Está el misterio de la historia que cuenta la docuserie, dirigida por Carlos Agulló y producida por Brutal Media, y está el misterio de por qué Netflix ha silenciado cualquier promoción de la docuserie. El primero se cuenta en la serie; el segundo está unido al primero.
El true crime cuenta lo que los investigadores calificaron de «crimen perfecto», aunque en realidad no lo fuese, pues Angi cumple condena por él: el asesinato de Ana Páez a la cual suplantó la identidad para obtener beneficios económicos, asfixiándola y manipulando la escena para simular un móvil sexual.
El relato de este crimen no es la primera vez que se cuenta ni se hace un true crime de él, pues Equipo de Investigación, en laSexta, ya trató el asesinato, y también otras series de otras plataformas. Y es que el intento de paralizar la serie por parte de Angi no es por este crimen, sino por otra investigación y otra muerte que también se relata en Angi: crimen y misterio.
De hecho, el título del true crime es perfecto, pues crimen respondería al asesinato de Ana Páez, y misterio, a la muerte del que fuese el primer marido y padre de la única hija de Angi, Juan Antonio Álvarez Litben.
María Ángeles Molina, Angi, consiguió en mayo parar el estreno de Angi: crimen y misterio al denunciar que en el documental se mostraban imágenes personales previas al crimen, para cuyo uso no se contaba con su consentimiento. Lo paró una vez, pero tras unos ajustes llevados a cabo por Netflix y la productora -se han eliminado 3 minutos del original en el que salían imágenes personales de Angi en el pasado-, la historia que Angi no quería se contase ha visto la luz.
Apenas 24 horas antes del estreno, inicialmente programado para el 1 de mayo, Gómez logró que el Juzgado de Primera Instancia número 8 de Tarragona paralizara cautelarmente la emisión. La defensa de Angi argumentó que la serie iba más allá del crimen de Ana Páez, y que se adentraba en episodios de su vida privada que nunca fueron enjuiciados, como son los relacionados con la muerte de su marido, Juan Álvarez Litben. Tres meses después de paralizarse el estreno el juez desestimó las medidas cautelares y dando luz verde a un estreno que ha llegado sin bombo ni platillo.
La serie consta de dos capítulos en los que hace un recorrido paso a paso por el asesinato de Ana Páez, trazando un perfil de Angi que arranca 22 años antes del crimen de Páez. Pues la historia de Angi, del asesinato de Ana Páez comienza en 1996, con el eterno caso pendiente de Angi: la muerte de su marido Juan Antonio en extrañas circunstancias. Y es precisamente esta muerte por la que Angi quiere que se elimine el true crime, pues considera que incurre en una «especulación criminal tendenciosa». La justicia determinó dos veces que la muerte de Litben fue un suicidio, pero la docuserie se adentra mucho más.
El crimen por el que María Ángeles Molina fue condenada a 22 años de prisión ocurrió el 19 de febrero de 2008 en un apartamento de alquiler de Barcelona, donde Angi adormeció a Ana Páez con una sustancia que no se ha podido determinar. En la serie se habla de cloroformo, sustancia que fue encontrada en los registros de su casa, pero es un químico que desaparece con facilidad del cuerpo humano y no pudo determinarse que fuese con él. La asfixió con una bolsa de plástico que le ató al cuello y posteriormente la impregnó con el semen de dos gigolós, cuyos servicios Angi había contratado días antes, para simular un móvil sexual.
Angi también planificó su coartada: la mañana del crimen acudió con su coche a Zaragoza, pagando los peajes de la autopista con un Teletac a su nombre, y acudió a la funararia a recoger las cenizas de su madre, fallecida un año antes. Fue gracias a una imagen de una sucursal bancaria, tomada tras cometer el crimen, que fue arrestada. Horas antes, se había hecho pasar por Ana con una peluca para sacar dinero.
Es la segunda parte del true crime donde surge el misterio y los hechos desconocidos hasta ahora. Es el criminólogo Félix Ríos, colaborador habitual de Cuarto Milenio, el que asegura en serie que hay un precedente a lo sucedido con Ana Páez. El crimen perfecto, por tanto, no sería el asesinato de Ana Páez sino de haber sido un crimen -la justicia lo consideró un suicidio- la extraña muerte en 1996 del entonces marido de Angi, el argentino Juan Antonio Álvarez Litben, un adinerado profesional del ocio nocturno en Gran Canaria.
En Angi: crimen y misterio la familia de Álvarez Litben explica que tras el asesinato de Ana Páez, al ver las noticias en televisión, contactó con el criminólogo. Ríos logró la reapertura del caso que concluyó que Álvarez se suicidó al ingerir sustancias tóxicas. «Urde un plan extremadamente complicado y valora hasta el último detalle. Pero comete el mismo error: acaba por confiarse demasiado», asegura, sobre dos casos en los que ve paralelismos claros.
«Angi siempre intenta estar alejada de la escena del crimen; en ambos tiene una situación económica complicada y lo fundamental es la presencia de tóxicos en ambos crímenes», afirma Ríos. La docuserie muestra los resultados de los análisis de tóxicos que presentaba Litben y en el que había restos de polifosfato de sodio, la sustacian de la que se compone el conocido como Calgon. La familia de Litben quería que se reabriera el caso para demostrar que murió envenenado.
«Se establecieron varios indicios importantes», afirma el criminólogo, que enumera una cartera del fallecido que apareció en la casa de Barcelona de Angi y un Rolex de su marido que presuntamente vendió en una tienda de la ciudad catalana. «Había matriculado a su hija en un colegio de Barcelona dos meses antes de que muriera Juan y conseguimos verificar que había pagado el peaje de su vehículo para llevárselo a Cataluña. Lo tramitó antes del fallecimiento», explica Ríos.
Tras varios años, con una investigación en la que Angi llegó a estar imputada, hubo dos motivos por los que se cerró el caso: «El propio juzgado antes había destruido las sabanas donde Juan había vomitado el veneno. Se destruyeron cuando se pensó que era un suicidio». Y, segundo, la propia investigación que se realizó en 1996 donde se cometieron muchos errores, según visibiliza la docuserie.
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