La media estuvo 2,1 °C por encima de lo habitual, desbancando por 0,1 grados a 2022, que hasta ahora era el verano más caluroso, según el balance estacional de Aemet. Nuestro país sufrió dos de las olas de calor más importantes registradas, que hicieron que 33 de los 90 días del verano tuvieran temperaturas extremas. Leer La media estuvo 2,1 °C por encima de lo habitual, desbancando por 0,1 grados a 2022, que hasta ahora era el verano más caluroso, según el balance estacional de Aemet. Nuestro país sufrió dos de las olas de calor más importantes registradas, que hicieron que 33 de los 90 días del verano tuvieran temperaturas extremas. Leer
El verano de 2025 pasará a la historia como el más caluroso que hemos sufrido en España, al menos desde 1961 y probablemente de los últimos cien años, según ha señalado esta mañana el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Rubén del Campo en rueda de prensa. Ha superado, por poco -una décima de grado-, a 2022, que hasta ahora lideraba el ranking de los años más tórridos desde que se inició la serie histórica.
Y del verano más caluroso vamos a pasar a un otoño previsiblemente más cálido de lo habitual. Del Campo ha hecho balance de una estación de récord que se resiste a terminar -se están registrando estos días temperaturas muy altas para este mes- y ha adelantado lo que nos espera durante el próximo trimestre -con toda la incertidumbre que conllevan esas predicciones a largo plazo-. De momento, lo que señalan los modelos meteorológicos para septiembre, octubre y noviembre «es que habrá temperaturas por encima del promedio normal en todo el país, con una probabilidad de que esto ocurra del 60-70% en la Península y Baleares y del 50 % en Canarias».
Hay más incertidumbre sobre las lluvias que caerán durante el otoño. De momento, estiman que «es poco probable que sea especialmente lluvioso en el oeste y centro de la Península, así como en Canarias (20 % de probabilidad), mientras que en esas áreas hay un 45 % de probabilidad de que sea un otoño más seco de lo habitual. Para la vertiente mediterránea peninsular y Baleares no hay una tendencia clara».
En lo que respecta al verano de 2025, los datos reflejan que la temperatura media en la España peninsular fue de 24,2 °C, lo que suponen 2,1 °C por encima de la media de esta estación (el periodo de referencia es 1991-2020) y 0,1 ºC más que el 2022. «Según avanzaba el verano, podíamos intuir que iba a ser el más caluroso o quedarse muy cerca del de 2022, pero al final, la balanza se ha decantado hacia 2025», ha explicado.
«Junio fue tremendo, fue extremadamente cálido. Ha sido el mes con la anomalía de temperatura más marcada de todos los meses de nuestra serie histórica, no solo entre los meses de junio, pues tuvo una desviación de 3,6 grados. En julio, aunque tuvo carácter cálido, tuvimos un respiro, con temperaturas incluso por debajo de lo habitual a fin de mes. No teníamos un final de julio tan fresco desde 2011. Pero luego llegó agosto, que fue extremadamente cálido, el más caluroso de la serie empatado con el de 2024″, ha resumido el meteorólogo.
Además, este verano se ha caracterizado por tener dos de las olas de calor más importantes que se han registrado en España -en junio y en agosto-, con noches muy calurosas en muchos puntos de nuestra geografía, y con condiciones meteorológicas que favorecieron los grandes incendios de agosto. «Hay relación entre las condiciones meteorológicas y los fuegos«, asegura el portavoz de Aemet.
Las lluvias de primavera ayudaron a evitar que los incendios se produjeran también al inicio del verano: «En julio teníamos el comodín de la humedad. La primavera fue lluviosa y había reservas de humedad en la vegetación y el suelo, y eso ayudó a que no hubiera incendios en julio» pese a la larga ola de calor de junio, ha explicado Rubén del Campo. Pero esa humedad propició también que creciera la vegetación y «fue un combustible extraordinario» para los incendios de agosto, cuando ya había avanzado el verano.
Ha sido un verano de récord en el que los termómetros llegaron a alcanzar el 17 de agosto 45,8 ºC en Jerez de la Frontera/aeropuerto y los 45,2 ºC en Morón de la Frontera, mientras que al día siguiente Murcia llegó a 45,1 °C y la base área de Alcantarilla, a 45,0 °C. Estos cuatro fueron los registros más altos medidos en las estaciones principales.
Asimismo, en las estaciones principales del aeropuerto de Jerez de la frontera, en Rota, Murcia/San Javier y Oviedo se observó la temperatura más alta desde el comienzo de sus respectivas series históricas, mientras que en las estaciones principales de Castellón y Madrid/Getafe se midió la mínima más alta (la noche más cálida) desde que empezaron las observaciones.
Hubo no obstante diferencias entre regiones. Así, se considera que el verano fue «extremadamente cálido en toda la España peninsular salvo en el cuadrante noreste, donde fue predominantemente muy cálido», mientras que en las Islas Baleares y en Canarias «resultó muy cálido en la mayoría de las zonas».
El periodo comprendido entre 1 de junio y el 31 de agosto fue «extremadamente cálido. Así, en Galicia y en zonas del interior peninsular hubo anomalías de más de tres grados respecto al promedio normal para esta época del año. Tanto junio como agosto de 2025 han sido los más calurosos de sus respectivas series (en el caso de agosto, empatado con el de 2024). Globalmente, junio fue el mes más anómalamente cálido en España desde que hay registros, con 3,6 °C por encima de la media del período de referencia.
«En el mapa con las anomalías del verano vemos que toda España está en amarillo, con temperaturas entre 1,5 y 2,5 por encima de lo normal, pero en zonas de Galicia, Castilla y León y buena parte de la Mancha tuvieron anomalías de entre 2,5 y 3,5, que es mucho. Y a esto hay que sumar el carácter de las precipitaciones, pues fue un verano extremadamente seco o muy seco en esas zonas», ha detallado.
La Aemet ha hecho balance del verano meteorológico, que abarca de 1 de junio al 31 de agosto, aunque aun nos quede casi una semana para dar por terminado el verano astronómico, que se define por la posición de la Tierra en su órbita alrededor del Sol, y ocurre entre el solsticio de verano (20-22 de junio) y el equinoccio de otoño (22-23 de septiembre).
Tal y como ha precisado Del Campo, la serie histórica que Aemet usa para el análisis climático comienza en 1961 porque anteriormente a ese año no había un número suficiente de estaciones meteorológicas, sobre todo para medición de lluvias. En registro de temperatura, si vamos más atrás en el tiempo, las temperaturas alcanzadas este verano superarían las medidas durante los últimos cien años aproximadamente, según Del Campo.
El verano ha estado caracterizado asimismo por olas de calor muy importantes -ha habido dos que han afectado a la Península y Baleares y una en las Islas Canarias-. Dado que las dos olas de calor peninsulares tuvieron lugar entre el 18 de junio y 4 de julio y entre el 3 y 18 de agosto respectivamente, hubo un total de 33 jornadas con temperaturas extremas. Una cifra que convierte al verano de 2025 en el segundo con mayor número de días en esa situación meteorológica, detrás de 2022 (que tuvo 41 días).
De la primera ola de calor destacan su duración (17 días) y su extensión (40 provincias afectadas), lo que la convierte en la tercera ola de calor más larga y también la tercera más extensa desde, al menos, 1975.
En lo que respecta a la segunda, que fue acompañada de una oleada de incendios forestales, fue una de las más importantes de las que se tiene constancia en España, pues fue la segunda más intensa, la segunda con mayor extensión y la cuarta más larga, con una anomalía de 4.2 °C, 42 provincias afectadas y 16 días de duración.
Buena parte del país está sufriendo temperaturas inusualmente altas para esta época del año. Estos días, las temperaturas previstas a unos 1.500 metros de altitud llegarán a ser más altas que cualquier registro del período de referencia 1991-2020 para estas fechas. Debido a las condiciones actuales de calor, el portavoz de Aemet advierte que «si esta situación se prolonga y no llueve, el riesgo de incendios va a seguir existiendo hasta que lleguen las primeras grandes borrascas», pues «en el tercio norte es durante el otoño cuando se producen más incendios, porque suele coincidir con la llegada de vientos muy cálidos del sur, que llegan muy resecos a esa zona del país. Resecan más la vegetación y suelen producir incendios».
En lo que respecta a las precipitaciones que cayeron durante el verano, llovió poco en general, aunque hubo notables diferencias entre regiones. Según la Aemet, se acumularon 57,0 mm de promedio sobre la España peninsular, cifra que representa el 81% del valor normal en esta época según el periodo de referencia 1991-2020.
Las regiones con menos lluvia fueron las que más se vieron afectadas por los los grandes incendios forestales. Así fue un verano extremadamente seco en Galicia, y muy seco en Asturias y amplias áreas del norte de Castilla y León. Sin embargo, el verano fue húmedo o muy húmedo en regiones del noreste peninsular, especialmente en Cataluña, Aragón y Navarra, así como en áreas del centro y sureste peninsular, incluyendo partes de Castilla-La Mancha y el este de Andalucía.
Hubo no obstante algunos periodos de tregua durante los que se dieron temperaturas por debajo de las normales: del 19 a 26 de julio, del 20 a 22 de agosto y del 28 a 29 de agosto. Las temperaturas más bajas registradas en las estaciones principales fueron los 5,0 °C que se midieron en Puerto de Navacerrada el 21 de julio, los 5,6 °C de Molina de Aragón el 29 de agosto, los 5,8 °C de Izaña el 26 de agosto, y los 6,9 °C observados en el aeropuerto de Valladolid el 21 de agosto.
Otro dato llamativo es la alta temperatura que ha registrado el mar Mediterráneo no sólo durante el verano, sino a lo largo de los últimos 20 meses. Según la Aemet, durante todos los días de 2024 y 2025 (hasta el 31 de agosto) estuvo más cálido de lo normal y sólo se acercó a la media propia de la época del año a finales de julio de 2025.
Preguntado sobre si este calentamiento del Mediterráneo puede propiciar episodios de gota fría más intensos este otoño, el meteorólogo ha explicado que «un mar más cálido aporta energía, aporta humedad, y sólo si llega una dana tendremos una situación de energía extra. Es decir, el Mediterráneo por sí solo, por muy caliente que esté, no provoca ningún efecto de lluvias torrenciales».
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