Entre la playa de Cádiz, Juan Magán y unos karts, Alcaraz encuentra el equilibrio entre el tenis y el disfrute: «Si no tienes un respiro, la pasión se desvanece»

Al contrario que el año pasado, este verano ha combinado entrenamientos para el US Open con playa en Cádiz, conciertos y karts con los amigos. «Si no tienes un respiro, la pasión se desvanece», reconoce Leer Al contrario que el año pasado, este verano ha combinado entrenamientos para el US Open con playa en Cádiz, conciertos y karts con los amigos. «Si no tienes un respiro, la pasión se desvanece», reconoce Leer  

«¡Ei! Hace mucho que no te veía», soltaba Carlos Alcaraz a Jannik Sinner y los dos se reían. Tres semanas después de la final de Wimbledon, el pasado martes se reencontraron en las pistas de entrenamientos del Masters 1000 de Cincinnati, en un extraño complejo frente a un parque de atracciones en Estados Unidos. El español recogía sus bártulos, el italiano se preparaba para su sesión. Como siempre, los dos mostraban su buena relación; como siempre, uno hablaba más que el otro.

«¿Qué tal las vacaciones?», preguntaba Alcaraz. «Muy bien, no hice nada especial, ¿Y tú?», contestaba Sinner. «Nada especial, tampoco, nada especial. Estuve una semana en el sur de España y dos más en casa. Ha sido bonito tener tres semanas en verano este año. Me han sabido a gloria. He podido estar con mi amigos, con toda mi gente, y hacer lo que quiero», finalizaba el español antes de marcharse a los vestuarios para dejar que su máximo rival empezara a trabajar. El próximo lunes 18 de agosto podrían volver a verse en la final de un torneo que medirá especialmente a Alcaraz.

Este sí debe ser el año. Desde aquel US Open iniciático conquistado en 2022, el actual número dos del mundo siempre ha sufrido en agosto y septiembre. El desastre del año, cuando perdió a las primeras de cambio tanto en Cincinnati como en Nueva York con un notable desgaste mental -llegó a romper un raqueta-, le obligó a replantearse todo y por eso este verano lo ha vivido de otra manera. A su manera. Sin Juegos Olímpicos de por medio y más allá de su renuncia al Masters 1000 de Toronto, negó cualquier compromiso durante 20 días y se entregó a las bondades estivales.

Entre El Puerto de Santa María y Conil se divirtió en la playa con sus amigos -entre ellos, el futbolista Sergio Reguilón, en busca de equipo-, en un concierto de Juan Magán o un karting. Después estuvo ya entrenando mientras se acompañaba de su familia en El Palmar y en La Manga y finalmente subió a Villena, a la Ferrero Tennis Academy, para lanzarse hacia la gira americana.

«Disfruto mucho jugando al tenis. Es mi pasión, es lo que elegí, es lo que amo. Pero al final es como todo. Si juegas todos los días y no tienes un respiro, si no desconectas, esa pasión se desvanece. Así que siempre intento encontrar momentos de diversión», comentaba esta semana Alcaraz en una entrevista al Financial Times, donde también hablaba de su pasión por el golf.

Clive BrunskillGETTY

Sin su entrenador, Juan Carlos Ferrero, que se reincorporará al grupo en el US Open, el número dos del mundo se acompaña estos días del técnico Samuel López, el preparador Alberto Lladó, el fisioterapeuta Fran Rubio y de su hermano Álvaro, que hace las veces de rival en los greens. Como también pasa en Reino Unido, en Estados Unidos el número dos del mundo ocupa la mayor parte de su tiempo libre mejorando su hándicap. También es parte de su receta para esquivar el burnout -lleva 54 partidos este año- y que sus resultados en este final de temporada sean otros.

Este domingo, en su debut en el Masters 1000 yankee ante Mattia Bellucci o Damir Dzumhur, deberían empezar a verse los efectos. Aunque en 2023 fue finalista -perdió ante Novak Djokovic-, Cincinnati no es el mejor torneo para él por la superficie, una de las más rápidas del circuito, y menos después del sorteo efectuado el pasado martes. Aunque Djokovic renunció a jugar -como Draper, Dimitrov o Bublik-, el camino del español es de los más complicados que ha tenido en lo que va de curso.

En semifinales amenaza Alexander Zverev, más peligroso sobre cemento, y antes podría toparse con Andrey Rublev o Alex de Miñaur, pero el problema son las primeras rondas. Por ejemplo, en octavos podría vérselas con Jakub Mensik, un joven irregular, pero capaz de cualquier cuando la pelota vuela. Pese a su derrota en Wimbledon, Alcaraz podría empezar en Cincinnati su ascenso al número uno del ranking ATP -tiene 3.040 puntos de desventaja-, aunque lo más importante vendrá después.

En cuanto acabe el torneo ya empezará una vorágine que no se detendrá hasta mediados de noviembre. No habrá más vacaciones. A Alcaraz le espera en Nueva York el Grand Slam más exigente para él con el añadido del torneo de dobles mixto que disputará con Emma Raducanu con la prensa del corazón en el cogote y luego, a dar vueltas por el mundo. Shanghai, París, las ATP Finals y, en medio, la exhibición de todas las exhibiciones.

El miércoles se confirmó que el actual número dos del mundo volverá a participar en octubre en el Six Kings Slam que organiza el Gobierno de Arabia Saudí, junto a Sinner, Djokovic, Zverev, Fritz y Draper. El ganador se llevará unos cinco millones de euros, cifra superior a los premios que reparten los Grand Slam. Una recompensa que vale la pena, aunque nada sabrá «a gloria» como el verano disfrutado en casa.

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