Se estima que las muertes relacionadas con el calor en continente llegarán este año a las 44.000 Leer Se estima que las muertes relacionadas con el calor en continente llegarán este año a las 44.000 Leer
Las olas de calor en el sur Europa son cada vez más precoces e intensas, y afectan a zonas geográficas más amplias. Francia, con el 90% de su territorio en alerta roja o naranja, y temperaturas 10 grados por encima de la media a finales de junio, ha sido el país más afectado junto a España y Portugal, donde se registraron 46,6 grados en Mora, a unos 100 kilómetros al este de Lisboa.
Italia y Grecia han sufrido también el impacto del calor, con temperaturas frisando los 40 grados, y en el Reino Unido (que ya superó el listón hace tres años) se confirmó el arranque más caliente de la historia del torneo Wimbledon con 33 grados.
«Europa ha experimentado temperaturas muy altas desde el comienzo de junio, más típicas de los meses de julio y agosto, que solían ocurrir en contadas ocasiones a lo largo del verano», certifica Samantha Burgess, del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF, por sus siglas en inglés).
La científica advierte que este patrón de anticipo del verano (con dos olas registradas el 20 y el 27 de junio) ocurrió ya en el 2024, «el año más caluroso registrado hasta la fecha». Y en su opinión, la causa está clara: «El cambio climático está haciendo que las olas de calor sean más frecuentes e intensas».
Algo parecido opina la climatóloga de Météo-France Christine Berne: «Las olas de calor ya no son una excepción. Ahora son más frecuentes, más largas y se extienden por áreas geográficas más grandes». En Francia, esta semana, un total de 16 departamentos decretaron la alerta roja (incluido París), y 68 estuvieron en alerta naranja. Tan solo la franja del Canal de la Mancha escapó a las temperaturas extremas.
«Este fenómeno está directamente relacionado con el calentamiento global, que está alterando profundamente los patrones climáticos, tanto en Francia como en otros lugares», advierte Berne, que recuerda cómo su país no había activado hasta la fecha la alerta roja (riesgo potencial para la vida) tan temprano durante la temporada estival.
«El anticiclón (instalado en el sur de Europa) ha actuado como una tapa ficticia bajo la cual se acumula el calor día tras día», advierte la meteoróloga, a la hora de intentar explicar la sensación de sofoco que ha afectado a gran parte de Francia estos días, y que ha traído a la memoria la ola mortal de calor que causó 14.800 víctimas en agosto del 2003. Pese a la intensidad cada vez mayor (en el 2022 se registraron 31 días bajo los efectos de olas de calor), el país no está preparado para la altas temperaturas y uno de cada cuatro hogares carece de aire acondicionado.
La muerte de una niña americana de 10 años cuando visitaba junto a su familia el Palacio de Versalles, aparentemente de un golpe de calor, fue la primera víctima reconocida de la «canícula». Durante la alerta roja de París, la Torre Eiffel cerró su último piso y la ciudad activó el nivel 4 de precaución ante el calor extremo. Más de 1.800 escuelas echaron el cierre en el país y el reactor nuclear de la central de Golfech sufrió un parón porque el agua del río Garona estaba demasiado caliente para poder enfriarlo. Las comunicaciones por tren con Italia (y el AVE París-Milán) quedaron también suspendidas temporalmente por las fuertes tormentas desencadenadas a principios de semana.
Tan solo el 25% de los hogares dispone en Francia de aire acondicionado, una cifra airada en el Parlamento por la líder de Agrupación Nacional Marine Le Pen. «El aire acondicionado salva vidas, y muchos servicios públicos no han podido funcionar esta semana por la falta de ese elemento básico, como en decenas de países del mundo», declaró Le Pen. La ministra de Medio Ambiente Agnès Pannier Runacher replicó alegando que el aire acondicionado «es la respuesta equivocada porque no puede instalarse en todos los lugares y provoca un aumento de la temperatura exterior» (aunque recordó que es obligatorio desde hace 20 años en las residencias de ancianos).
En Italia, el Gobierno decretó severas restricciones a los trabajos en el exterior tras la muerte de un trabajador de la construcción, Brahim Ait El Haijam, que murió a los 47 tras sufrir un desmayo en un edificio en Bolonia. En Palermo, una mujer de 53 años con una precondición cardíaca murió en plena calle. Los ingresos en las unidades de emergencia en los hospitales aumentaron del 15 al 20%, la mayoría por deshidratación. En Turín, un hombre de 70 años murió durante las inundaciones en un complejo turístico, y la localidad de Cogne, en el Valle de Aosta, apareció parcialmente cubierta por un corrimiento de tierras.
En Turquía, más de 50.000 personas fueron evacuadas durante los fuegos que asolan la provincia de Izmir, intensificados por los fuertes vientos y las altas temperaturas. En Grecia, que en el 2024 experimentó una de las temporadas más devastadoras de incendios, se decretó el estado de emergencia en la isla de Quíos, y el fuego obligó a cortar temporalmente la carretera entre Atenas y el Templo de Poseidón, una de las principales atracciones turísticas del país.
La ola de calor golpeó también el Reino Unido. El día más caluroso jamás registrado en un mes de junio se alcanzó en Frittenden, Kent, donde llegaron a los 33,6 grados. Inglaterra cerró el junio más caluroso en sus anales, tras la primavera más seca, lo que hace temer por la temporada de incendios.
Europa se está calentando a un ritmo que duplica la media global, y la nueva realidad parece ser ésta que estamos viviendo en 2025. Se estima que las muertes relacionadas con el calor en continente llegarán este año a las 44.000. Un estudio de Lancet Public Health predice que el número de víctimas mortales se multiplicaría por tres en un escenario de aumento de las temperaturas de tres grados sobre la era preindustrial, con especial incidencia en países del Mediterráneo como España, Grecia e Italia.
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