Francesca Albanese, relatora de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados: “Israel comete crímenes como respira. Hay que pararlo”

A juzgar por los ataques que han dirigido contra la abogada italiana Francesca Albanese (48 años, Ariano Irpino), Israel y su aparato de propaganda parecen temer a esta jurista que desde 2022 ocupa el cargo de relatora especial de la ONU para los Territorios Ocupados de Palestina. En marzo de 2024, cuando pocos osaban acusar a ese país ni tan siquiera de crímenes contra la humanidad en Gaza, Albanese publicó un informe titulado Anatomía de un genocidio. Ese crimen internacional, quizá el más grave, se despliega ahora, más de un año después, en unas “pruebas abrumadoras”, según las describe la relatora en una entrevista con EL PAÍS en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el pasado martes.

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 La abogada italiana sostiene que el “genocidio” en Gaza, del que hay pruebas “abrumadoras”, no se detiene porque muchos se lucran con él  

A juzgar por los ataques que han dirigido contra la abogada italiana Francesca Albanese (48 años, Ariano Irpino), Israel y su aparato de propaganda parecen temer a esta jurista que desde 2022 ocupa el cargo de relatora especial de la ONU para los Territorios Ocupados de Palestina. En marzo de 2024, cuando pocos osaban acusar a ese país ni tan siquiera de crímenes contra la humanidad en Gaza, Albanese publicó un informe titulado Anatomía de un genocidio. Ese crimen internacional, quizá el más grave, se despliega ahora, más de un año después, en unas “pruebas abrumadoras”, según las describe la relatora en una entrevista con EL PAÍS en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el pasado martes.

“Israel comete crímenes como respira. La única manera de proteger no solo a los palestinos, sino también a los israelíes, es detenerlo. Es una amenaza para la paz y la seguridad”, asegura rotunda la relatora de la ONU. Y resalta que este no es un problema que se circunscribe solo al Gobierno de Benjamín Netanyahu, ya que, según las estadísticas que publica Haaretz, el 80% de la población israelí apoya la limpieza étnica de los palestinos. “Esa sociedad necesita ser curada”, añade.

Albanese presentará la semana próxima un nuevo informe en el que se leerán los nombres de empresas “que se han lucrado con el genocidio”. Algunas son españolas.

Pregunta. En una entrevista con EL PAÍS en enero de 2024, usted mencionaba un “muy probable genocidio en Gaza”. Ahora está segura de ello.

Respuesta. Lo documento día tras día. En enero de 2024, yo era una voz casi solitaria y el 99% o callaba o lo negaba. Pero ahora hay un consenso casi unánime al respecto en la comunidad de derechos humanos: expertos internacionales e incluso historiadores israelíes. A quienes dicen que no es un genocidio, les diría que no sé si me afecta más su hipocresía o su ignorancia. No sé cuáles son los términos del debate en España, pero en mi país, Italia, los argumentos para desviar la atención del tema es que en Gaza no hay campos de concentración o que Israel no ha matado a todos los palestinos [de la Franja]. Son dos argumentos engañosos. Las pruebas [del genocidio] son abrumadoras. Los palestinos encarnan los sacrificios y la explotación impuestos al sur global, lo que yo llamo la mayoría global, principalmente a manos de las antiguas potencias coloniales occidentales. Lo que vemos hoy es una monstruosidad y, no solo para los palestinos, que sufren el apartheid, sino para los propios israelíes. A pesar de tener los privilegios, han sido adoctrinados en una ideología que los ha convertido en verdugos y en autores de un genocidio. Ese es el crimen más horrible, porque se dirige contra los miembros de un grupo por pertenecer a él.

P. ¿Se puede hablar de genocidio sin la condena de un tribunal internacional?

R. ¿El genocidio armenio no fue un genocidio porque ningún tribunal lo dijo? Ningún tribunal estableció el genocidio guatemalteco ni el de Sabra y Chatila (Líbano). El de Bosnia-Herzegovina fue reconocido así solo respecto a Srebrenica. ¿Diríamos entonces que no fue un genocidio? ¿Y el de los nativos americanos, los inuits, los aborígenes en Australia o los nama y los herero en Namibia? ¿No son genocidios porque no hay una sentencia judicial? Respecto a Gaza, en 15 días, el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) dictó medidas provisionales reconociendo la posibilidad de genocidio, lo que debería desencadenar la responsabilidad de prevenirlo. Son excusas para no asumir la responsabilidad. [En Gaza] hay 400.000 personas que han desaparecido.

P. La UE acaba de reconocer en un informe que Israel viola los derechos humanos, pero no ha anunciado ninguna medida.

R. La pregunta es, ¿por qué esta complicidad? Y también se aplica a España, que es el país más progresista [de la UE]. El Gobierno de [Pedro] Sánchez ha sido explícito y firme. España parece tener todo lo necesario para hacer lo correcto, ha hecho mucho y lo que ha hecho es muy importante, pero me pregunto por qué aún no ha roto totalmente los lazos económicos, financieros, estratégicos y militares con Israel. Eso me lleva a otra pregunta: ¿Quiénes son los cómplices? En España no hay una implicación ideológica, como en EE UU o en Italia, ni veo racismo hacia los palestinos, pero creo que la razón es que Israel representa un sistema. He investigado la implicación del sector privado en la economía de la ocupación, que ahora se ha convertido en la economía del genocidio, y ese genocidio no se detiene porque hay gente que hace negocios y gana mucho dinero con él.

La relatora de la ONU para los Territorios Ocupados Palestinos, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

P. ¿Se refiere a la industria de defensa?

R. Por supuesto está el ámbito militar y tecnológico y lo que representan las empresas israelíes, pero no se imagina la gente que está implicada, incluso en países que apoyan a Palestina. Hay investigadores y jueces que han investigado el sistema mafioso como una contaminación entre los intereses financieros y la política. Veo en este caso un sistema mafioso, ideología mafiosa en juego a escala internacional.

P. ¿Cómo se afronta ese sistema?

R. Golpeando donde ese sistema tiene el corazón: en la cartera. Es muy importante también entender cómo funciona. Por ejemplo, fue muy revelador entender que Israel era un Estado de apartheid y abordar una comprensión holística de ese Estado como un sistema que mantiene una dominación y discriminación estructural contra los palestinos con el fin de expulsarlos de su tierra e impedirles disfrutar del derecho a la autodeterminación.

P. ¿Y después?

R. Hay que comprender los elementos de la economía del genocidio y sus actores: los medios de comunicación, los componentes militares, el sector privado, las empresas que han normalizado la ocupación [de Palestina], las universidades que han silenciado a sus estudiantes y académicos y cuya prioridad es seguir haciendo negocios, asegurar su financiación y su asociación con el Estado de apartheid de Israel. No puedo dar nombres porque mi informe aún no ha sido publicado, pero también hay empresas españolas que se han lucrado de la economía de la ocupación en Palestina, gracias a crímenes internacionales. Es hora de que rindan cuentas. Ese sistema es el de un capitalismo despiadado. Y yo no estoy proponiendo ninguna doctrina política, solo digo que todo lo que no tiene reglas corre el riesgo de ser explotado por una minoría en detrimento de la mayoría.

P. ¿Movimientos como el BDS (Boicot, desinversión y sanciones) tienen impacto real?

R. El BDS es una forma ética de comportarse, que ha articulado sus demandas basándose en los derechos humanos y derecho internacional, y debería ser nuestra opción por defecto. Pero no quiero cargar sobre las personas responsabilidades que en realidad son de los gobiernos. España, al igual que otros países, tiene la obligación de no comerciar, de no ayudar y de no transferir un arma a un Estado que comete crímenes.

P. ¿Y los países que venden armas a Israel?

R. Son cómplices. Alemania y Estados Unidos deben responder ante la justicia.

P. ¿Conseguirá Israel expulsar a la población de Gaza?

R. El fin de este genocidio es la limpieza étnica de Palestina, como lo fueron otros genocidios para la limpieza étnica de la población nativa de Australia, y en muchos lugares de América del Norte y Latina. Palestina es la última frontera del colonialismo occidental. Por eso es nuestra responsabilidad; por eso digo que el Gobierno progresista de España, un país que, como otros, causó tanto daño durante siglos de colonialismo, debería ver como una responsabilidad histórica desafiar el colonialismo laico dondequiera que permanezca, y animo al Gobierno español a unirse al grupo de La Haya y a Colombia y Sudáfrica, que mantendrán una reunión en Bogotá el 15 y el 16 de julio para pedir medidas para poner fin al genocidio en Gaza. Los ciudadanos deberían seguir tomando la calle. Recuerdo a España durante la guerra de Irak. Todo el país se manifestaba. ¿Dónde está la gente ahora? Esta es una prueba para todos nosotros como humanidad.

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