Francia vuelve a salir este jueves a la calle, justo una semana después de la última movilización contra el plan de recortes que presentó el ex primer ministro, François Bayrou, antes de dejar el cargo. Ni Bayrou ni su plan siguen ya en el Palacio de Matignon, pero el malestar creciente a causa de la parálisis que vive el país y la marginación de la izquierda en la toma de decisiones ha vuelto a sacar a la calle a centenares de miles de personas en toda Francia. Es una especie de protesta preventiva dirigida al nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, y al presidente de la República, Emmanuel Macron.
El paro, convocado esta vez por los sindicatos, pretende que el nuevo primer ministro renuncie al tijeretazo propuesto por Bayrou
El paro, convocado esta vez por los sindicatos, pretende que el nuevo primer ministro renuncie al tijeretazo propuesto por Bayrou


Francia vuelve a salir este jueves a la calle, justo una semana después de la última movilización contra el plan de recortes que presentó el ex primer ministro, François Bayrou, antes de dejar el cargo. Ni Bayrou ni su plan siguen ya en el Palacio de Matignon, pero el malestar creciente a causa de la parálisis que vive el país y la marginación de la izquierda en la toma de decisiones ha vuelto a sacar a la calle a centenares de miles de personas en toda Francia. Es una especie de protesta preventiva dirigida al nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, y al presidente de la República, Emmanuel Macron.
La huelga está convocada por los ocho sindicatos representativos de Francia, a diferencia de la del día 10, que tuvo un origen difuso y se propagó con el lema “bloqueemos todo” por las redes sociales. En esta ocasión tendra especial incidencia en los sectores del transporte, la educación y la sanidad. A media mañana transcurría sin grandes incidentes. La circulación en los ejes principales no mostraba problemas y no se habían registrado altercados. El Ministerio del Interior ha desplegado a 80.000 agentes por todo el país y hasta ahora ha habido 44 detenidos.
Los paros se iniciaron a primera hora de la mañana, sobre todo en los transportes, con redes urbanas que funcionan con la mitad del servicio en muchas grandes ciudades. En París, la entidad del transporte metropolitano RATP ha avanzado que sólo funcionarán normalmente tres de las 16 líneas del metro, las automáticas que circulan sin conductores (1, 4 y 14). En los ferrocarriles se mantienen el 90% de los trenes de alta velocidad (TGV), pero únicamente van a circular la mitad de los metropolitanos y el 60% de los regionales.
La huelga pretende tener un impacto muy notable en la educación, donde, según los sindicatos, un tercio de los enseñantes tiene intención de sumarse a la convocatoria.
Las centrales exigen que el nuevo primer ministro nombrado por Macron, Sébastien Lecornu, abandone el proyecto de presupuestos de su predecesor, que califican de “brutalidad sin precedentes” y que preveía un recorte del gasto público para el año próximo de casi 44.000 millones de euros. Lecornu no se ha pronunciado al respecto, aunque tampoco ha dicho nunca que fuera a seguir adelante. De hecho, ha comenzado ya a suprimir algunas medidas de Bayrou, como la que pretendía eliminar dos días de fiesta del calendario laboral.
“El mundo del trabajo no puede ser el único que contribuya a los esfuerzos”, ha subrayado Marilyse Léon, la secretaria general de la principal central sindical del país, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), en una entrevista al canal BFMTV. Léon ha calificado de “museo de los horrores” y “catálogo inadmisible” los presupuestos que preparaba François Bayrou.
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Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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