El junio más cálido en España, los récords batidos durante la ola de calor y las altas temperaturas que está registrando el Mediterráneo, nunca vistas hasta ahora en esta época, apuntan a un verano que podría desbancar al de 2022 como el más caluroso desde que hay mediciones: «Lo más preocupante es lo que nos anticipan los modelos para el resto del verano y el inicio del otoño», dicen los meteorólogos Leer El junio más cálido en España, los récords batidos durante la ola de calor y las altas temperaturas que está registrando el Mediterráneo, nunca vistas hasta ahora en esta época, apuntan a un verano que podría desbancar al de 2022 como el más caluroso desde que hay mediciones: «Lo más preocupante es lo que nos anticipan los modelos para el resto del verano y el inicio del otoño», dicen los meteorólogos Leer
Temperaturas diurnas abrasadoras, de más de 40 grados en muchos lugares de España, noches sofocantes, un gran incendio forestal y el Mar Mediterráneo convertido en una auténtica sopa: difícilmente podríamos haber tenido un inicio del verano más caluroso. Junio de 2025 es ya, y con diferencia, el junio más tórrido que hemos vivido desde que hay registros, superando al de 2017, 2003, 2005 y 2022. La ola de calor que comenzó el 28 de junio y está dando sus últimos coletazos ha pulverizado récords, haciendo que los termómetros marquen temperaturas más propias de julio y agosto. Nunca en junio habían medido más temperatura que los 46 ºC registrados el sábado en El Granado (Huelva), batiendo los 45,2 grados a los que se llegó en Sevilla en junio de 1965.
¿Estamos ante el inicio del verano más caluroso de la historia? «Es pronto para decirlo. El verano de 2022 fue muy muy caluroso y es difícil de superar, pero este junio ha sido más caluroso que junio de 2022. No es descartable que el verano de 2025 sea el más cálido de la serie histórica, pero habrá que ver la evolución de las temperaturas en los próximos meses», afirma Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). De momento y aunque «evidentemente este tipo de pronósticos siempre están sujetos a incertidumbre, las previsiones estacionales siguen insistiendo en que el verano va a ser muy cálido; podría situarse entre el 20% de los más cálidos registrados, y desde luego, tal y como ha comenzado junio, no sería descartable que esto suceda», añade Del Campo.
También Mar Gómez sostiene que «es difícil saber si superará al verano más cálido pero, de momento, apunta maneras y no lo descartamos». Para la meteoróloga de eltiempoes, el hecho de que junio de 2025 haya sido el más caluroso jamás registrado en España y, además, fuese el mes con mayor anomalía positiva [temperaturas por encima de la media en esta época] en 105 años, es un dato «no sólo alarmante, sino histórico».
Para Gómez, no obstante, «lo más preocupante es lo que nos anticipan los modelos para el resto del verano y el inicio del otoño». Según el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF), España seguirá bajo una anomalía térmica de entre +1 y +2 ºC hasta octubre. Es decir, con temperaturas de entre uno y dos grados por encima de lo normal en esa época: «Y no estamos solos: gran parte de Europa muestra una señal clara de temperaturas superiores a lo normal, especialmente en el este del continente. Todo indica que el patrón de calor extremo se va a mantener con días de calor extremo y otros más moderados», adelanta esta física.
Coincide José Miguel Viñas, de Meteored, que considera que «hay bastantes posibilidades» de que el verano de 2025 se convierta en el más caluroso o se quede muy cerca: «La clave va a estar en julio, que estadísticamente es el mes más cálido. Las predicciones estacionales que manejamos desde el principio de primavera apuntan a un verano en España y en gran parte de Europa con una temperatura de entre uno y tres grados por encima de la media -entre un grado y dos en la mayoría del territorio español-. Si julio se ajusta a esa previsión, agosto es normal, y contando ya con el récord de junio, hay muchas papeletas de empatar con 2022 o superarlo», argumenta este meteorólogo.
La ola de calor que comenzó a finales de junio ha tenido mucho que ver en buena parte de los récords de este mes histórico: «En Lleida, por ejemplo, la temperatura media ha sido 4,9 ºC superior a lo normal, más alta incluso que en un julio o agosto típicos. Otras estaciones como Zaragoza, Albacete o Molina de Aragón han superado los +4 ºC de anomalía. Toda España ha registrado anomalías superiores a los +2 ºC, especialmente en el interior y noreste», precisa Mar Gómez.
Las temperaturas extremas, tanto máximas como mínimas, también han batido récords: «En Granada y Albacete las máximas han sido más de 5,5 ºC por encima de lo habitual, y en ciudades como Barcelona y Lleida, las mínimas han tenido anomalías de más de +4 ºC».
A falta del análisis definitivo, el portavoz de Aemet define ya esta primera ola de calor del verano como intensa: «Estamos hablando de temperaturas superiores a 44 grados, y de récords. Es más, podemos afirmar que el 29 de junio fue el día 29 de junio más cálido para el conjunto de España desde que tenemos registros, a partir de 1950. Y también podría tratarse del día más cálido en un mes de junio desde que hay registros, pero esto está por confirmar», dice Del Campo.
Que la ola de calor se dé por terminada formalmente porque dejarán de cumplirse todos los criterios que la definen, no va a suponer un alivio significativo en buena parte de España, pues según adelanta Del Campo, va a seguir haciendo mucho calor el resto de la semana en el nordeste peninsular, en Baleares, en la zona centro y en el sur de la Península, pudiendo superar los 38 grados en todas estas zonas y puntualmente los 40 grados. Sí estarán más frescos en el norte peninsular por la posible entrada, entre el 6 y el 8 de julio, de una masa de aire polar que dejará temperaturas más bajas, sobre todo en las primeras horas del día, según la previsión de Meteored.
Si junio ha batido récords de calor para este mes en ciudades y espacios naturales, las aguas del Mediterráneo están registrando temperaturas nunca vistas en esta época del año. «Es alarmante, si esto continúa así este verano se van a batir todos los récords», advierte Joaquim Garrabou, biólogo marino del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).
En la tarde del 30 de junio, la boya de Dragonera (Mallorca) alcanzó los 30,55 grados récord del Mar Mediterráneo para el mes de junio, mientras que en l’Estartit (Girona), el meteorólogo aficionado Josep Pascual ha medido las temperaturas más altas de la serie histórica que él registra en estas aguas de la Costa Brava desde hace más de medio siglo: una temperatura máxima de 24,54 grados y temperatura media de 22,5 grados. «Que haya 25 grados en la Costa Brava es algo insólito, las primeras veces que se alcanzó fue en agosto. Pero a este ritmo, no sé qué va a pasar en agosto este año», sostiene Garrabou, que cree que el verano de 2025 «podría ser el más caluroso de la historia en lo que respecta a temperatura del mar Mediterráneo».
Y es que tal y como expone, «el problema en los mares no son sólo los picos; cuando las temperaturas altas se mantienen durante días o semanas, hay cambios en todos los ecosistemas marinos». Según Garrabou, este calor extremo da lugar a dos tipos de cambios. «Por un lado, favorece el cambio de distribución de especies. Especies que sólo veíamos en Barcelona y en zonas con aguas más cálidas, como las barracudas o los peces loro, son ahora más abundantes en el norte del Mediterráneo, como el Golfo de León, que eran aguas tradicionalmente más frías», explica. El segundo fenómeno es que aumentan los eventos de mortalidad masiva, sobre todo en especies que no se pueden mover: «Hemos contado en todo el litoral mediterráneo más de 90 especies que podemos ver a simple vista que se ven afectadas por esta mortalidad, como grupos de corales, esponjas, invertebrados, algas o incluso posidonia», explica
«Lo que está pasando en el Mediterráneo lo calificaría de extraordinario, con anomalías en la zona occidental que no se habían registrado nunca«, valora por su parte José Miguel Viñas, que advierte que la masa de aire cálido que va a seguir predominando en los próximos días va a calentar aún más el agua, dando lugar a anomalías mayores. «Ha sido un inicio del verano en el Mediterráneo como nunca se ha registrado», sostiene. Y un mar tan caliente, añade, «no va a significar necesariamente que en septiembre y octubre haya más tormentas o más danas (gotas frías), pero sí que cuando haya una situación favorable, ese aire tan cargadísimo de humedad va a alimentar esas tormentas, de manera que tengan el potencial para que sean torrenciales o tengan granizo muy grande».
De hecho, también el inicio del verano ha estado marcado por las tormentas de granizo: «Normalmente mayo y junio son tormentosos, pero este año hemos tenido tormentas con granizo importante, y de un tamaño que ha causado daños en agricultura en bastantes sitios. En La Rioja, por ejemplo, se han echado a perder muchos viñedos», señala Viñas. Según este meteorólogo, «comienza a haber estudios que parecen confirmar que el granizo de gran tamaño está aumentando y tiene una relación con ese contexto de mucho calor y humedad. No es que haya más tormentas, sino que cuando las hay los episodios de granizo de gran tamaño son más frecuentes».
Y ello pese a que, como señala Rubén del Campo, cada año se constata ese alargamiento del verano: » Las condiciones de temperatura veraniega aparecen cada vez con mayor antelación y de hecho, se estima que actualmente aparecen más de un mes antes que lo que aparecían en los años 80 del siglo XX. Básicamente, el verano se adelanta prácticamente 10 días por década. Y 2025 es un buen ejemplo de ello porque desde finales de mayo estábamos teniendo temperaturas de pleno verano en buena parte del país», afirma el portavoz de Aemet.
Para Ana Terra, investigadora postdoctoral en el Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3), «lo que estamos viviendo está estrechamente vinculado con el cambio climático causado por actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles». Desde su punto de vista, «las olas de calor más tempranas, intensas y prolongadas no son fenómenos aislados; son una manifestación clara» del calentamiento global. «Hoy contamos con herramientas científicas sólidas, como la ciencia de la atribución climática, que nos permiten afirmar que eventos como el junio más caluroso desde que hay registros serían muy poco probables, o incluso imposibles, sin el cambio climático antropogénico. No se trata de una opinión, sino de un hecho científico basado en modelos y datos», defiende. «Todo indica que estos extremos irán a más si no reducimos drásticamente las emisiones. Habrá veranos más largos, con más noches tropicales, menos alivio térmico y mayor impacto sobre la salud y la vida urbana».
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