Jesús Calleja echa a volar: «No voy a hacer nada que no me divierta, que no me emocione, que no me mantenga vivo»

El ascenso de Jesús Calleja en Mediaset es imparable. Tras llevar años triunfando en Cuatro con sus programas, el leonés ha dado el salto a Telecinco con su nuevo proyecto, Volando voy, volando vengo, que se estrena este jueves en prime time y donde mantiene la esencia del formato original Leer El ascenso de Jesús Calleja en Mediaset es imparable. Tras llevar años triunfando en Cuatro con sus programas, el leonés ha dado el salto a Telecinco con su nuevo proyecto, Volando voy, volando vengo, que se estrena este jueves en prime time y donde mantiene la esencia del formato original Leer  

Una de las grandes novedades de Volando voy, volando vengo, además del cambio de cadena y de objetivo del programa, es el helicóptero con el que Jesús Calleja se desplaza entre las localidades a las que acude. El mítico Robinson R44 que tantas alegrías le dio deja paso a un Airbus AS350 B3, más grande, potente y seguro. Más allá de una mejora en lo visual y el diseño de producción de cada entrega, esta evolución técnica ha dado lugar a momentos de gran emoción inéditos en el programa.

«Queríamos seguir conociendo pueblos, gentes rurales, y también ayudar… y este año podíamos hacerlo a lo grande. Los espectadores se van a sorprender mucho cuando vean las transformaciones que hemos hecho. Pero no lo hacemos solos. Nosotros iniciamos una inercia a la que se une la gente para arrimar el hombro», nos cuenta el aventurero.

Para hacer posible las diversas transformaciones y reformas, Calleja cuenta con John y Sara, de John Te lo Busca, una empresa de reformas y decoración con gran experiencia en el entorno rural y un fuerte compromiso social. Ellos serán los encargados de supervisar cada intervención, planificando y coordinando los trabajos durante todo el proceso para garantizar un resultado útil y duradero.

Entre los destinos de esta temporada están Sot de Chera, un pequeño municipio de la sierra de Valencia que fue arrasado por la DANA el pasado mes de octubre; La Albufera de Valencia; la Sierra de la Demanda (Burgos); Horcajuelo de la Sierra (Madrid); Costa Quebrada (Cantabria); el Concejo de Llanera (Asturias; y O Grove (Pontevedra).

La emoción es el principal ingrediente de este nuevo proyecto en Telecinco…
Es que esa es la televisión que me gusta hacer, sin guion. Sé lo que voy a hacer porque tenemos una mecánica de rodaje, pero lo más importante es vivir en primera persona lo que te encuentras en cada pueblo que vas. Me gusta llegar a los sitios y no saber nada, incluso el director me oculta algunos datos para que se vea mi primera impresión. Lo que se ve en televisión es lo que le pasaría a cualquiera. De hecho, esta temporada, en muchas ocasiones, de la emoción, no podíamos ni hablar y he salido llorando más de una vez, incluso he visto al cámara limpiándose alguna lágrima porque no enfocaba… Yo me quedo roto porque las historias son tan potentes que nos olvidamos que estamos haciendo un programa y parece que estamos en un campo de guerra.
¿Cómo os recibe la gente cuando os ve llegar porque, en muchas ocasiones, son su última esperanza y alguien que pone el foco en su tragedia?
Cuando aterrizamos en un pueblo no te hablan de lo que les ha pasado, te agradecen por ir. En Sot de Chera nos emocionó mucho que todo el pueblo nos decía: «Buenos días, gracias por estar aquí». Fue algo que nos impactó muchísimo. Lo recuerdo y todavía me conmueve la situación. Todo lo que ve el espectador ocurrió de verdad, no grabamos una cosa y se hizo otra, aquí las cosas pasan de verdad.

«La solidaridad del pueblo español es lo más sólido que yo he visto nunca»

¿Cómo definiría el estilo de Volando voy, volando vengo?
Esto es una televisión a flor de piel y muy necesaria porque habla de solidaridad, de lugares que no están en el foco todos los días, de pueblos que no pintan nada, de los que nadie habla, a los que no se les da relevancia, pero son también de este país. Parece que el mundo rural se ha olvidado por completo, no hay noticias de ellos. Se nos olvida que hace tan solo una generación, la gente de los pueblos era la que daba de comer a las ciudades. A España la han sostenido los ganaderos y la gente de los pueblos, pero ahora se han convertido en refugios de la gente mayor y, en ocasiones, no tienen ni lo mínimo para vivir. No podemos dejar que desaparezcan la cultura y las tradiciones que nos dieron. Yo voy a Nepal y hay sitios en el Everest con línea de teléfono y aquí hay pueblos donde no tienen o donde dos hermanos con 60 años no han pisado una ciudad: ¿Qué está pasando aquí? Lo que queremos es cambiarle a la vida a la gente que visitamos.
¿Cómo te sientes cuando sabes que cambias la vida de las personas con tu trabajo?
Pues como cada uno de nosotros cuando haces algo por alguien. La solidaridad del pueblo español es lo más sólido que yo he visto nunca. Tendremos muchos defectos, pero tenemos una cantidad de virtudes que no te puedes imaginar. Y a nivel humano, somos muy rápidos, empatizamos mucho, nos emocionamos, tenemos afectos… Tú vas a otras culturas, y no digo países donde no existe eso, su estilo de vida es más individual, es más aislada, más aséptica. Con esto tienes una satisfacción de decir, pues mira, estoy haciendo televisión, sí, pero realmente estoy haciendo algo que es muy necesario, y además me gusta.
¿El hecho de que se emita ahora en Telecinco, que Mediaset confíe tanto en el programa, lo ves como una especie de espaldarazo al proyecto?
¡Hombre, claro! Que los jefes de Telecinco, cuando les voy con estos formatos, apuesten por mí es una decisión importante. Pero también lo fue Universo Calleja, por ejemplo. Les agradezco mucho que hayan apostado por mis programas y que luego, el equipo y yo hayamos refrendado esa confianza con datos que han superado las expectativas.
¿Pero sientes más responsabilidad al estar en una cadena como Telecinco y tener que marcar también un dato de audiencia mayor al de Cuatro?
Es que no he pensado ni un solo segundo en eso. Me aplico el lema que me he aplicado toda mi vida, que me quiten lo bailado. Somos una productora pequeñita, Zanskar Producciones, pero muy humana, muy de familia. Nunca hemos sido ambiciosos en la parte económica, nos gusta divertirnos mucho con lo que hacemos, porque la vida, si la piensas bien, es lo que tenemos. Yo no voy a hacer nada que no me divierta, que no me emocione, que no me mantenga vivo.
¿Estás preparado para el fracaso?
Tengo una vida en la que le doy importancia a lo que la tiene. Además, este año tengo un superpoder y es que, al cumplir los 60, ya puedo hacer lo que quiera, lo que me dé la gana. Ya está. No pienso llevarme un disgusto por nada. Cualquier cosa que sea una angustia, prefiero que no me la cuenten, que se la zampen otros.

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