Jimmy Kimmel, el «monaguillo» que cumplió un sueño y previó lo que haría Trump con él

La historia de Jimmy Kimmel es la historia de un niño católico de familia inmigrante que soñó con entretener. Con sólo su talento y su maratonianas jornadas de trabajo, Kimmel llegó a convertirse en uno de los tres ases de la televisión nocturna estadounidense. Dos de los ases ya han caído a manos de Donald Trump. ¿Caerá el tercero? Leer La historia de Jimmy Kimmel es la historia de un niño católico de familia inmigrante que soñó con entretener. Con sólo su talento y su maratonianas jornadas de trabajo, Kimmel llegó a convertirse en uno de los tres ases de la televisión nocturna estadounidense. Dos de los ases ya han caído a manos de Donald Trump. ¿Caerá el tercero? Leer  

En el entretenimiento televisivo estadounidense hay tres nombres que han cruzado las fronteras del país con sus tres programas: Stephen Colbert, Jimmy Fallon y Jimmy Kimmel. Tres ases al frente de tres programas que desde hace tiempo forman parte de las leyendas de la televisión. Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca dos de esos ases ya han caído, el último, anoche, cuando la ABC, propiedad de Disney, anunció la cancelación de Jimmy Kimmel Live!como consecuencia del monólogo que Kimmel lanzó el lunes por la noche sobre la muerte de Charlie Kirk y los chistes sobre Trump con los que lo acompañó.

Del trío de ases del entretenimiento queda sólo uno, Fallon, que por lo que ha dicho Donald Trump será el siguiente. Primero, cayó Colbert, por los mismos motivos que anoche cayó Kimmel, por reírse de Trump, por decir lo que piensa sobre la Administración y por querer mantener la libertad de expresión con la que han trabajado décadas en la televisión estadounidense. Sin embargo, Jimmy Kimmel sabía cuando Donald Trump llegó por primera vez a la Casa Blanca (2016) que su final estaba cerca.

Fue él mismo el que tras la primera elección de Trump iba a tener muy difícil poder aguantar. Aguantó, aquella primera legislatura. La segunda, fue imposible. En 2016, según él mismo reveló hace unos años, fue él el que les dijo a los ejecutivos de ABC que si no podía contar chistes sobre Trump, dejaría el programa. Los ejecutivos hablaron con Kimmel sobre la posibilidad de dejar a Trump tranquilo para no distanciarse de los espectadores republicanos. Sin embargo, pese a la advertencia de los directivos de ABC de que si se mofaba del presidente, perdería audiencia -y así fue-, Kimmel optó por la libertad de expresión, pues cuando eres el presentador, conductor y alma de un late show como Jimmy Kimmel Live! llegas a un punto en el que el programa deja de ser simplemente en un programa televisión. Se convierte en una ventana para enseñar lo que no se quiere enseñar. De hecho, por enseñar es por lo que Kimmel ya no estará «indedinidamente».

De los tres ases, probablemente, Jimmy Kimmel es el menos conocido más allá de Estados Unidos. Pero en Estados Unidos, Kimmel es, salvando las distancias, como un Marc Giró, un David Broncano o un Pablo Motos en España. Colbert, Fallon y Kimmel son los reyes de la noche en televisión con programas de formato similar donde la diferencia está precisamente en ellos. En el caso de Jimmy Kimmel lo curioso es que su talento para la comedia, la televisión y el entretenimiento no lo mamó desde pequeño. Lo curioso de Kimmel, y más ahora que la censura de Trump le ha apartado de la televisión, es que Kimmel viene de una familia italiana que migró a Estados Unidos, cuando Estados Unidos era la tierra de las oportunidades, cuando todavía se podía conseguir el sueño americano. De hecho, Kimmel lo consiguió.

Ni su padre ni su madre tuvieron nunca ninguna relación con el mundo de la televisión ni con los medios de comunicación. Sus abuelos maternos emigraron en 1883 desde Ischia (Italia) hasta Estados Unidos tras el terremoto que devastó la isla. Tampoco era su apellido Kimmel, pues dos de sus tatarabuelos eran alemanes, los Kümmel. En 2025, Kimmel consiguió la nacionalidad italiana. También lo contó, también le lanzó a Trump más de una pulla advirtiendo el miedo a que le expulsaran ante las políticas anti inmigración del presidente. En España, a Jimmy Kimmel se le calificaría como la mosca cojonera de Donald Trump.

Educado en la religión católica, Kimmel pasó su infancia entre misas, hostias y vino consagrado, pues furante muchos años fue monaguillo. Tras mudarse su familia a Las Vegas cuando él sólo contaba con 9 años, Kimmel descubrió el sueño americano. Estudió en la Universidad de Nevada, después en la de Arizona, pero no fue hasta que se enganchó a David Letterman en la radio, cuando al showman le picó el gusanillo de la comunicación.

Dedicó sus primeros años a las ondas, primero en la Universdidad, donde consiguió gran popularidad, pero empezó a cobrar por lo que hacía a finales de los 80 cuando copresentó el programa matutino The Me and Him Show en KZOK-FM en Seattle. Kimmel ya era una piedra en el zapato de los ejecutivos, pues con aquel programa, con sus monólogos, con sus espacios, la emisora llegó a perder 80.000 dólares en contratos publicitarios.

Acabó despedido y aquello le llevó a la actualidad deportiva. Hasta ese momento la radio era su medio, no hacía mucho caso a la televisión, pero llegó la gran oportunidad y no la desaprovechó. Empezó a escribir para locutores y promotores de la Fox , y no tardó en ser contratado para encargarse él mismo de las promociones en antena. En aquella época, Kimmel ya casado con su primera mujer y con dos hijos trabajaba desde la madrugada hasta que el cuerpo le decía basta.

Pese a pasar años de aprietos económicos, Kimmel nunca aceptó las oportunidades que se le presentaban a no ser que los proyectos le gustaran y encajaran con él. Hasta que le ofrecieron, curiosamente, un puesto como el contrapunto cómico de Ben Stein en el concurso Win Ben Stein’s Money , que empezó a emitirse en Comedy Central en 1997. Su ingenio y su personalidad de hombre común contrastaban con el monótono estilo vocal de Stein y su porte de falso patricio . Esta combinación les valió un premio Emmy al Mejor Presentador de Concursos. El sueño se estaba empezando a cumplir.

Llegaron las oportunidades de producir, de hacer lo que realmente sabía y sabe que se le daba bien, programas de comedia, irónicos, entretenidos, sin censuras externas ni autocensuras, y en 2003 pisó cumbre: nacía Jimmy Kimmel Live! Mantener en antena, y más en la televisión estadounidense, un programa durante 22 años se podría calificar de milagro. 22 años en los que Jimmy Kimmel ha creado un género televisivo en sí mismo. 22 años en los que le llegaron a calificar como «el mayor cabrón de la televisión», según la web Stuffmagazine.com, pero que en realidad de «cabrón» tiene bien poco. Decir y hacer lo que crees que debes hacer sin ataduras no es «de cabrón» es de sentido común. Kimmel plantaba cada noche en su show ese sentido común que le llevaba a marcar índices de audiencia estratosféricos, pero también a crearse muchos enemigos, pues Kimmel arreaba a diestro y siniestro cuando consideraba que tenía que arrear. Llegó Donald Trump a la presidencia y se creó el peor de los enemigos.

Montó su programa rodeado de su familia y de sus amigos; hizo famosa la frase con la que siempre cerraba su programa, «mis disculpas a Matt Damon , se nos acabó el tiempo», después que durante una visita del actor, el programa se le fuera de tiempo y tuviera que despedir con paños calientes al intérprete, que lejos de enfandarse se convirtió en una pieza fija del show.

Y se metió en todos los charcos que se podía meter. En octubre de 2013, una sección del programa titulada Kids Table presentó a niños de cinco y seis años discutiendo el cierre del gobierno estadounidense y las deudas estadounidenses. Cuando uno de los niños sugirió «matar a toda la gente de China» como una forma de resolver la deuda estadounidense, Kimmel respondió que era «una idea interesante» y, en broma, preguntó: «¿Deberíamos permitir que los chinos vivan?». Fue su primer enfrentamiento con la Administración estadounidense.

Un grupo llamado Iniciativa 80-20 , que se identifica como una organización política panasiática-estadounidense, envió una carta a la ABC exigiendo que Kimmel rectificara. Lo hizo la cadena: «Nunca transmitiríamos intencionalmente nada que molestara a la comunidad china, la comunidad asiática, cualquier persona de ascendencia china o cualquier comunidad en general». Más de cien personas salieron a las calles de San Francisco días después para protestar contra el programa y exigir «una disculpa más elaborada» y el despido de Kimmel. En la emisión del programa de ese día, Kimmel se retractó: «Pensé que era obvio que no estaba de acuerdo con esa declaración, pero aparentemente no lo estaba… Así que solo quería decir: lo siento, me disculpo». Dio igual, las protestas continuaron y llegaron incluso a presentar un escrito ante la Casa Blanca.

En 2020 tuvo que volver a disculparse tras el asesinato de George Floyd. Kimmel se disculpó por las imitaciones con la cara pintada de negro de la magnate de los medios Oprah Winfrey y el jugador de baloncesto Karl Malone , así como por usar insultos raciales imitando una canción de Snoop Dog de 1996: «Creo que he evolucionado y madurado en los últimos 20 años y sé que ésta no será la última vez que escuche sobre esto y que se usará nuevamente para intentar silenciarme».

No se equivocaba Kimmel. Llegaría la polémica definitiva, la muerte de Charlie Kirk y las mofas sobre Trump por el asesinato. Y ésta vez lo que antes fue un intento de silenciarle se ha convertido en realidad.

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