Desde la biotecnológica Gilead se enfrentan al dilema que lenacapavir supone como PrEP. Se tienen las herramientas para silenciar la infección en los pacientes y, al mismo tiempo, prevenir que el virus acceda al organismo. «Mejor evitar, tratar es más caro» Leer Desde la biotecnológica Gilead se enfrentan al dilema que lenacapavir supone como PrEP. Se tienen las herramientas para silenciar la infección en los pacientes y, al mismo tiempo, prevenir que el virus acceda al organismo. «Mejor evitar, tratar es más caro» Leer
Ya hace más de cinco años que Johanna Mercier aterrizó en la compañía estadounidense Gilead. En 2021, la actual directora comercial de la biotecnológica adelantó en este medio que uno de los propósitos sería borrar la condición de pacientes de muchos crónicos que conviven con el VIH. Quizá, lo que no pudo prever fue el impacto de una molécula en una doble vertiente: por un lado, sirve para mantener el virus imperceptible en aquellos pacientes que habían contraído la infección y, por otro, hace de escudo para que este no penetre en organismos sanos.
Lenacapvir, empleado como profilaxis preexposición, la conocida como PrEP, fue el descubrimiento del año 2024 para la revista Science. Este tratamiento, que se administra por vía subcutánea cada seis meses, es capaz de prevenir la infección con una eficacia muy alta en población de riesgo.
Mercier asegura que no es el único éxito, pero sí admite que 2025 supone un punto de inflexión. Esto se debe al «potencial transformador que este medicamento puede tener». Esta médica de formación cree que en la actualidad «hay una posibilidad real» de arrinconar la epidemia que se ha cobrado más de 44 millones de vidas desde su inicio.
«Si tratas a todos los que necesitan ser tratados, que son diagnosticados con VIH y los suprimes virológicamente, por un lado. Y luego previenes la infección en la población de riesgo, podrías acabar con todos los nuevos casos de VIH». Mercier lo dice convencida. El ejemplo, casi reciente, de la hepatitis C lo certifica.
En España se cumplen 10 años del Plan estratégico para el abordaje de la Hepatitis C en el SNS (PEAHC), que consiguió borrar la amenaza de esta infección y hoy la ha convertido en anecdótica gracias «a una colaboración de todos los actores: administración, médicos, industria y pacientes». Destaca que nuestro país, junto a Islandia, están muy cerca de llegar a la meta de la erradicación. «El gobierno español realmente asumió la situación. Fue muy específico en su enfoque y se aseguró de que estuviera en el camino para eliminar la hepatitis C».
Mercier no pierde la oportunidad de destacar el valor de su compañía como socio estratégico en estos proyectos. «Ese es un gran ejemplo de cómo Gilead puede asociarse con las partes interesadas del gobierno, los profesionales de la salud y los grupos de defensa del paciente para asegurarnos de que los medicamentos lleguen a las personas que más los necesitan».
Por eso regresa al VIH, la infección cuyas cifras aún son importantes: en 2024 había 40,8 millones de personas viviendo con VIH, 5,3 millones sin saberlo; 31,6 millones tienen acceso a los tratamientos antivirales; todavía hay contagios, con 1,3 millones de nuevos casos; y el año pasado 630.000 personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida en todo el mundo, según Unaids.
«Cuando miras los números, ves que están en aumento en muchos países del mundo, incluido el primer mundo», subraya y advierte que los patrones de contagio cambian. «El diagnóstico en el pasado era mucho entre hombres que tienen sexo con hombres. Ahora vemos diferentes etnias con mayor riesgo. Las mujeres tienen un riesgo mucho mayor y un mayor diagnóstico de VIH».
A ellos se suma algo que no se olvida: «Hay un gran estigma con el VIH, con la carga y las comorbilidades», subraya. Por eso pone el foco en reducir los nuevos contagios, en el papel fundamental de la prevención. «Si pudieras evitar el VIH, creo que todos estarían de acuerdo en que ese es el camino correcto. Y aquí, realmente la educación y la concienciación son clave«. «La prevención en algunos otros países como Canadá o Estados Unidos es mucho mayor que en algunos de los países aquí en Europa, incluida España», lamenta.
Quizá sirva el ejemplo de cómo las vacunas mueren de éxito, porque la prevención elimina enfermedades y eso nos lleva a olvidarlas. Y solo cuando aparecen de nuevo, nos llaman la atención. «Desafortunadamente, todavía hay muchos países, en el continente africano, que tienen incidencias de VIH en ciertos países que llegan al 20-25%. Eso significa que una de cada cuatro personas examinadas da positivo en la prueba. Si podemos llegar a ellas y a esas comunidades para asegurarnos de prevenir el virus, realmente se puede reducir esa tasa de incidencia y tener un impacto bastante rápido«.
De hecho, ha sido en estas comunidades donde se puso a prueba lenacapvir para prevenir las infecciones. Allí consiguió demostrar una eficacia y seguridad casi del 100% en mujeres cisgénero de entre 16 y 25 años en 25 sitios en Sudáfrica y tres sitios en Uganda. Por otro lado, se ha demostrado una protección para hombres cisgénero y personas de género diverso de hasta en un 96%.
«Los virus no tienen fronteras«, sostiene tajante. «Tienes que pensar que incluso si hicieras todo lo posible en España, hay migración, hay gente que viaja, tienes que asegurarte de que otros países también sean responsables de la prevención y el tratamiento del VIH«. Con esto Mercier pone sobre la mesa las alianzas globales y la necesidad del trabajo de los gobiernos en un trabajo exhaustivo sobre el terreno en el control y la prevención.
De nuevo nuestro país sale bien parado: «Mucho del trabajo que hace el gobierno aquí en España es muy impresionante en torno al cribado, el diagnóstico, la vinculación a la atención, para luego asegurarse de que el tratamiento se lleve a cabo». Aquí las tasas en la última década son descendentes: en 2023 se notificaron 3.196 nuevos diagnósticos, según el Ministerio de Sanidad. En nuestro país el reto es llegar antes: casi la mitad recibió el diagnóstico de forma tardía.
En este sentido, no deja de poner en valor la revolución de una PrEP que casi es una vacuna y blinda como tal. «Desafortunadamente, los orales diarios no han demostrado ser efectivos porque son pastillas diarias. Por eso creemos que dos veces al año puede ser completamente transformador para reducir el riesgo de VIH».
Pero ya caló hace años con la llegada de los fármacos que convertían en crónicos a los pacientes con VIH con buena calidad, la creencia popular de «total de esto ya no se muere nadie y hay medicinas». Para Gilead es un doble desafío, reconoce Mercier, al tiempo que defiende que hay razones de peso para no tener que llegar a los fármacos que cronifican y silencian el virus. «Tratar es más caro y hay más consecuencias«.
Fuera del capítulo de infecciones, en el apartado de enfermedades no transmisibles está el área oncológica, tanto de tumores sólidos como hematológicos, en el que la compañía trabaja desde hace años también. «La terapia celular es otro ejemplo en el que creemos que realmente existe el potencial de cura cuando piensas en algunos de estos linfomas que se eliminan gracias a las CAR-T«. También apunta a nuevos beneficios en mieloma.
«Lo importante es que esa eliminación del tumor no lleve aparejadas toxicidades, esos efectos secundarios que no desaparecen y dañan la calidad del paciente. Trabajamos mucho para eliminar las secuelas al tiempo que el tumor», expone. La revolución y los grandes cambios también vienen de la mano de la producción de las CAR-T: «queremos acortar los tiempos, mejorar las infusiones y facilitar el acceso a los pacientes».
También investigan para eliminar cánceres localizados en órganos concretos, como en la mama o el cerebro, con el glioblastoma. «No dejamos de buscar terapias en esta área», asegura.
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