El socialismo portugués ha elegido al nuevo líder que deberá gestionar uno de sus momentos de mayor debilidad política. El ex ministro del Interior José Luís Carneiro (Baião, 53 años) se convirtió el sábado en el nuevo secretario general del partido tras unas elecciones internas sin sorpresas, ya que a esas primarias solo concurrió su candidatura, que cosechó el 95% de los votos. Tal vez el primer signo de la desmoralización que vive el que ha sido el partido más vertebrador de la sociedad portuguesa desde la Revolución de los Claveles, y que vive ahora sus horas más bajas, sea la falta de disputa interna, cuando esa disputa era una vieja tradición en una organización tensionada siempre entre el centro y la izquierda. El segundo signo puede ser el desinterés de la militancia (votaron menos de la mitad de los 38.000 militantes que lo hicieron en las primarias de 2023) ante un proceso decidido de antemano, al no haber concurrencia.
El ex ministro del Interior, elegido en unas primarias sin rival, promete consensos en materias de Estado y huir de “la política espectáculo”
El socialismo portugués ha elegido al nuevo líder que deberá gestionar uno de sus momentos de mayor debilidad política. El ex ministro del Interior José Luís Carneiro (Baião, 53 años) se convirtió el sábado en el nuevo secretario general del partido tras unas elecciones internas sin sorpresas, ya que a esas primarias solo concurrió su candidatura, que cosechó el 95% de los votos. Tal vez el primer signo de la desmoralización que vive el que ha sido el partido más vertebrador de la sociedad portuguesa desde la Revolución de los Claveles, y que vive ahora sus horas más bajas, sea la falta de disputa interna, cuando esa disputa era una vieja tradición en una organización tensionada siempre entre el centro y la izquierda. Y el segundo signo puede ser el desinterés de la militancia (votaron menos de la mitad de los 38.000 militantes que lo hicieron en las primarias de 2023) ante un proceso decidido de antemano, al no haber concurrencia.
Noqueados aún por el varapalo de las elecciones del pasado mayo, donde por vez primera en democracia los socialistas cayeron a la tercera posición y fueron superados por la ultraderecha de Chega, nadie se atrevió a dar el paso de competir con José Luís Carneiro, que anunció su candidatura poco después de la renuncia del secretario general, Pedro Nuno Santos. Este dimitió la misma noche electoral tras conocer su derrota. Fue una noche agria también para la socialdemocracia europea, que asistía al enflaquecimiento de uno de los pocos partidos socialistas que había resistido con solidez frente a los nuevos vientos populistas y liberales, a diferencia de lo ocurrido en Italia o Francia.
Es otra de esas ironías de la historia reciente, marcada por la volatilidad y los sobresaltos políticos. Carneiro y Santos se habían disputado el liderazgo del partido en diciembre de 2023, un mes después de que António Costa, el actual presidente del Consejo Europeo, dimitiese como primer ministro de Portugal y líder socialista tras una operación judicial que afectó a miembros de su entorno. Un año y medio después de aquella estruendosa caída nadie sabe aún en Portugal cuál es el resultado de la investigación sobre António Costa, que sigue en un limbo judicial, sin ser eximido ni ser imputado.
Pero lo cierto es que aquella operación de la Fiscalía desató una crisis política que llevó a unas elecciones generales donde comenzó el declive socialista, que perdió su mayoría absoluta y se vio superado por la coalición conservadora AD, liderada por Luís Montenegro.
La salida del todopoderoso Costa, que había controlado el partido sin fisuras durante una década (2014-2024), permitió que se dirimiesen en las urnas las visiones de las dos familias políticas del socialismo portugués, la izquierdista representada por Pedro Nuno Santos y la centroizquierdista de José Luís Carneiro. Ambos habían sido compañeros en los Gobiernos de António Costa: el primero como ministro de Infraestructuras y el segundo, al frente de Interior. En las primarias de diciembre de 2023 la militancia aupó a Santos, que recibió el 62% de los votos, frente al 36% de Carneiro.

Fue por tanto una derrota transitoria, que solo ha retrasado la satisfacción de los deseos del ex ministro del Interior. Año y medio después, se ha hecho con la secretaría general del partido.
Es probable que Carneiro hubiera preferido alcanzar su objetivo en otro tiempo y en otro contexto. Pero en política no hay oportunidades buenas o malas, hay oportunidades aprovechadas o fallidas. Y esta será la de Carneiro, un socialista contenido, de formas y verbos amables, virtudes poco apreciadas en redes sociales donde triunfa la estridencia, pero que él aspira a convertir en parte de su mensaje político. Quiere liderar “un partido constructivo”, huir del “vedetismo individual de la política espectáculo”, combatir “un individualismo que es adversario de la solidaridad” y colaborar con el Gobierno de AD en materias de Estado, como la seguridad, la defensa, la política exterior o la justicia.
En su primer discurso, pronunciado el sábado en la sede del PS en el Largo do Rato, Carneiro no dedicó ni una palabra a Spinumviva, la empresa familiar del primer ministro Luís Montenegro que desató la crisis que condujo a las elecciones anticipadas de mayo. Su predecesor, Pedro Nuno Santos, era partidario de crear una comisión de investigación en el Parlamento para dilucidar todas las zonas de sombra que aún rodean el asunto, pero Carneiro ha preferido dar por enterrado el caso, tras ver que los electores reforzaban a Montenegro en las urnas.
Tampoco el líder de Chega, André Ventura, convertido en líder de la oposición, parece interesado en ir a la guerra política con la empresa familiar del primer ministro. Montenegro ha cerrado así el frente político, pero no el judicial, dado que la Fiscalía tiene abierta una investigación sobre Spinumviva. Además, este viernes el Correio da Manhã publicó que el primer ministro se negó a facilitar a la Entidad de la Transparencia documentación sobre los servicios prestados por la empresa a sus clientes y ha presentado un recurso ante el Tribunal Constitucional contra esa petición.
El nuevo líder socialista le ha tenido la mano en asuntos de Estado y promete ejercer la oposición con “espíritu constructivo”. Uno de sus objetivos será la recuperación del voto de los jóvenes, que se han ido alejando del PS elección tras elección. Carneiro, que pondrá en marcha una estrategia para acercarse y conocer sus preocupaciones, anunció que se opondrá “a la idea de que los estudiantes tengan que endeudarse para pagar los estudios universitarios”.
Su primer examen será en septiembre, cuando se celebren las elecciones municipales, un terreno hasta ahora dominado por los socialistas (el propio Carneiro fue alcalde de su localidad, Baião) y donde se podrá apreciar si el proyecto ultraderechista de Chega tiene solidez para implantarse en el ámbito local. El siguiente será en enero de 2026, cuando los portugueses elijan en las urnas al nuevo Jefe del Estado. De momento, las encuestas dan como favorito a Henrique Gouveia e Melo, un almirante en la reserva sin vínculos partidarios, por delante del aspirante socialista António José Seguro y de otros candidatos.
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