– “¿Se declara culpable?“, pregunta la juez
La mujer, encarcelada desde hace dos años, admite en el juicio una relación masoquista con la víctima, con agresiones, en la que amenazó con matar al hijo de él
– “¿Se declara culpable?“, pregunta la juez
– “Hay cosas que no recuerdo”, asegura la acusada
– “¿Pero se declara culpable?“, insiste la magistrada
– “De lo que recuerdo, sí”, admite ella
Así arrancó este jueves en la Audiencia de Barcelona el juicio por el asesinato de Aleix A., un hombre de 45 años, que fue hallado acuchillado en el interior del piso en el que vivía en Ripollet. En la casa solo estaba Montserrat N., que lleva en prisión preventiva desde julio de 2023 acusada de matarle. Ahora se enfrenta a un juicio popular en el que la Fiscalía le pide 34 años de cárcel, y la familia de Aleix A., la prisión permanente revisable. La mujer ha admitido este jueves una relación sadomasoquista, con agresiones, en la que llegó a amenazar con enviar un sicario para matar al hijo de su expareja. “La manera de apretar a Aleix para que dejara de hacer el idiota era nombrar a su hijo. Lo que se me ocurrió fue lo de llamar al sicario”, ha dicho, en un gesto que ha definido como una “ida de olla”. Montserrat N. contó a sus vecinos que era mossa; a la familia de Aleix A., que ya estaba en la escuela de policía; en el juicio ha admitido que estaba preparándose en una academia. Su único empleo consistía en dirigir sesiones de bondage.
Aleix A. fue asesinado el 7 de abril de 2023, un Viernes Santo. “Apenas había dormido el día anterior. Ni cenamos, ni dormimos, las horas iban pasando”, ha recordado la acusada. Al día siguiente tenían que recoger al hijo de Aleix A. para pasar unos días con él, pero el reloj avanzaba y ellos seguían sin moverse. Hasta que Aleix A. bajó a por tabaco, según la mujer, y ella se metió en la ducha a “pasarse un agua” y vestirse. Todavía en el lavabo, oyó la puerta abrirse. Aleix había vuelto. “Me empezó a llamar y le dije que me vestía y salía”, ha explicado. La mujer se tomó “unos minutos”, hasta encontrárselo “doblado” en el suelo, al lado de la cocina. “Me decía que quería fumar. Cuando me acerco, le digo que qué coño le pasa, le levanto la camiseta y veo el agujero”, ha rememorado, en referencia a la herida en el pecho que le mató.
“Me pongo histérica, le pongo hielo y llamo al 112”, ha detallado. Sin saber encontrar una toalla (“pero si se acababa de secar”, le ha repreguntado el fiscal), intentó taponarle la herida con un trapo, le vio ponerse amarillo, y empezó la reanimación siguiendo las instrucciones que le daban a través del 112, según ella. “¿Llevó un cuchillo a la pica y lo lavó?”, le ha preguntado entonces el fiscal. “No. Y si lo hice, tampoco lo recuerdo”, ha repetido ella, que ha asegurado no reconocerse “en las cosas que le cuentan”. “No recuerdo coger el cuchillo, ni clavárselo, ni lavarlo, ni nada de eso”, ha abundado también a preguntas de su abogada. “Es imposible. Yo estaba allí y no lo recuerdo”, ha asegurado, en el único episodio sobre el que ha mostrado dudas y lagunas.
Montserrat N. ha insistido en que Aleix A. era adicto a la cocaína, y que ese era el origen de sus males. Y que la noche antes de su muerte la pasaron en vela, hasta el punto que ella se enfadó y se acabó la droga que Aleix A. había dejado en la casa cuando bajó a comprar tabaco. Pero el fiscal ha insistido en que en la autopsia del hombre no había un solo tóxico. “No consumió”, le ha advertido. Una adicción que la familia de Aleix A. también ha negado de plano.
Aleix A. y Montserrat N. tuvieron una breve relación sentimental en el año 2021 de tres meses. Entonces rompieron porque ella amenazó con “pegarle un tiro en la cabeza a su hijo”, según ha explicado la hermana pequeña de la víctima en el juicio. En ese breve periodo de tiempo, Montserrat N. se enemistó también con la madre del hombre, y con su mejor amigo. Cuando rompieron la relación, que nació a través de las redes sociales, la familia de Aleix A. respiró tranquila. Pero un año y poco más tarde, en enero de 2023, el hombre les contó que Montserrat N. había regresado a su vida. “Se instaló en casa de mi hermano con el pretexto de que la había echado del piso”, ha detallado su hermana. Y enseguida “empezó a aislarse de todos”. Entonces ya solo eran compañeros de piso, con relaciones sexuales esporádicas.
Montserrat N. ha admitido que el entorno en el que vivían era “caótico”. “Llegar tarde a todos lados, no dormir, no comer…”. Una relación sadomasoquista, con golpes y castigos, pactados entre ambos, según ella. Un maltrato habitual, y vejaciones de ella sobre él, según la Fiscalía, que ha enumerado cinco asistencias al hospital de Aleix A., con heridas en la cabeza, en el brazo y en el tímpano. Montserrat N. ha admitido un bofetón, que grabó con el teléfono y que la policía ha incorporado como pruebas de ese maltrato habitual. “Le di una bofetada y se le abrió [la herida]” en la oreja, que según ella, el hombre se hizo no sabe cómo. Montserrat N. lo ha definido como una especie de juego: “Castigos como si fuéramos niños de cinco años y agredirnos”. “El rol que llevábamos era: él se ponía a fregar los platos, lo hacía mal y me decía que lo riñera”, ha desgranado.
Cuando, una vez fallecido, la familia de Aleix A. regresó al piso que el hombre se compró con la madre de su hijo, no podían creerse cómo estaba. “Era bastante perturbador”, ha descrito su hermana, que vio todos los cedés de su hermano -un melómano- tirados por el pasillo, las fotos desaparecidas, restos de comida en la cama, sábanas con sangre, la cocina desmontada… “Costaba imaginar que alguien viviera allí, era muy denigrante”, ha dicho. “Llevábamos tres meses viviendo ahí como si fuese un vertedero”, ha admitido Montserrat N.
Antes de que Montserrat N. se mudase con él, Aleix A. tenía intenciones de volver con su expareja y madre de su hijo. Incluso hicieron planes de mudarse juntos, ha explicado la mujer, que también ha declarado como testimonio en la Audiencia de Barcelona. Pero todo eso se esfumó cuando Montserrat N. apareció de nuevo. De una reconciliación, a discutir. “Esa mujer no era para él ni para nadie”, ha declarado la madre de la víctima. Su hermana, con la que compartía su afición por los juegos de mesa, ha recordado su última conversación con Aleix A. Hablaron el 13 de marzo. “Empezó a decirme que quería arreglarlo todo él solo. Que estuviese tranquila, que arreglaría todos sus problemas y nos veríamos pronto”. Tres semanas después, la avisaron de que habían encontrado a su hermano muerto.
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