La Patrulla Águila ha volado por última vez este domingo sobre la que ha sido su casa en sus 40 años de historia, la base aérea de San Javier (Murcia). El cielo sobre el Mar Menor se ha teñido con la bandera española antes de la “desconexión”, como la llaman en Ejército del Aire. Los aviones C-101, los que la patrulla acrobática española ha utilizado siempre, han efectuado su último vuelo en el festival aéreo Aire 25, que conmemora las cuatro décadas de la formación. Al evento ha acudido el rey Felipe VI y otras autoridades, como la ministra de Defensa, Margarita Robles, y representantes de empresas armamentísticas.
El Rey y la ministra de Defensa acuden al festival aéreo Aire 25 en San Javier (Murcia), donde el Ejército del Aire jubila al avión ‘C-101′
La Patrulla Águila ha volado por última vez este domingo sobre la que ha sido su casa en sus 40 años de historia, la base aérea de San Javier (Murcia). El cielo sobre el Mar Menor se ha teñido con la bandera española antes de la “desconexión”, como la llaman en Ejército del Aire. Los aviones C-101, los que la patrulla acrobática española ha utilizado siempre, han efectuado su último vuelo en el festival aéreo Aire 25, que conmemora las cuatro décadas de la formación. Al evento ha acudido el rey Felipe VI y otras autoridades, como la ministra de Defensa, Margarita Robles, y representantes de empresas armamentísticas.
La despedida de la patrulla acrobática responde a esta jubilación del caza C-101 y los pilotos ya están volando en las nuevas aeronaves de adiestramiento, los Pilatus PC-21, de fabricación suiza. El jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire y del Espacio (JEMA), el teniente general Fernando Braco Carbó, explica que “mantener una patrulla acrobática es un esfuerzo”. La transición entre el C-101 —o culopollo, como lo llaman cariñosamente— exige un periodo de adaptación para que los pilotos, que también son profesores en la Academia General del Aire, entrenen las acrobacias. Pero el motivo principal es que los aviones tan veteranos “requieren un esfuerzo de sostenimiento muy grande” y “caducan”. Braco, en un gigantesco y diáfano hangar de la base de San Javier, lo resumía así: “El tiempo es inexorable y hay que asumirlo”.
Felipe VI voló en un Pilatus el sábado, mientras se celebraba una exposición con más de 30 modelos de aviones en la base de San Javier. Después de una charla preparatoria que duró más de una hora, en el que se le explicaron algunos detalles técnicos y de seguridad, el Rey salió a la pista con el casco en la mano junto al comandante Guzmán. El vuelo duró aproximadamente una hora y cuarto. Ha sido la primera vez que Felipe VI se subía a la nueva aeronave, la misma en la que se formará su hija, la princesa Leonor, cuando entre en la Academia General del Aire este verano.
Uno de los momentos más emblemáticos de la Patrulla Águila ocurre cada 12 de octubre, cuando, durante el desfile del Día de la Fiesta Nacional, la formación sobrevuela la capital, dibujando la bandera española en el cielo. Esa tradición se mantendrá aunque la patrulla no esté operativa, según aseguran desde el Ejército del Aire. El JEMA avanzó que están trabajando para que los nuevos aviones despidan el humo rojo y gualda que conforma la enseña.
El festival, al que han asistido reporteros de varios medios, entre ellos EL PAÍS, por invitación del Ministerio de Defensa, se ha extendido durante los dos días del fin de semana. El sábado, la exposición estática congregó a casi 56.000 personas. Los abanicos, los ventiladores portátiles y las botellas de agua fueron los mejores acompañantes para una multitud que se agrupaba en torno a los modelos expuestos. Este domingo ha tenido lugar el desfile, en el que han participado unidades históricas del Ejército del Aire y del Espacio: la patrulla paracaidista, los helicópteros Chinook o los aviones apagafuegos. El Pilatus también ha tenido su momento. En la primera exhibición de la nave, que ha durado diez minutos, el capitán Bañón ha realizado acrobacias de todo tipo sobre el Mar Menor y estrenó las bombas de humo blanco.

Durante el festival aéreo Aire 25, los asistentes de la exposición estática han podido ver los nuevos Pilatus. Quienes lo han probado remarcan su seguridad, lo que facilita la formación de los futuros pilotos que viven en San Javier. El capitán Miguel Belmonte manifiesta que se trata de un avión “muy ágil y realmente divertido” y con el que “se pueden realizar muchísimas maniobras con bastante facilidad y seguridad”.
Los pilotos del Ejército del Aire y del Espacio son los protagonistas de la exposición. Algunos echan un cable en los puestos que venden parches, camisetas y pequeños culopollos de cartón. Otros enseñan al público los aviones expuestos. Algunos niños y niñas van vestidos con los uniformes de los pilotos, unos de color caqui, de piloto del Ejército del Aire y del Espacio y otros de color azul, que corresponde a los pilotos de la Patrulla Águila.
Bajo un cielo nuboso, la exposición se ha extendido a lo largo de más de 600 metros de pista. Estaba encabezada por un imponente A400 M, de 45 metros de largo y más de 70 toneladas de peso. Después, dos culopollos, uno a cada lado de la pista, con el nombre de los que fueron sus pilotos a un costado. Además, las patrullas acrobáticas de Suiza, Italia, Reino Unido y Francia fueron invitadas a hacer una exhibición. Esta última, la Patrouille de France, realizó una exhibición el sábado. Sobre la hora de comer, con olor a queroseno, se escuchan los motores arrancar. Segundos después, ocho cazas vuelan juntos, como unidos por un cable, formando una V. Casi veinte minutos de acrobacias imposibles cerraron la única exhibición del sábado. Los Red Arrows, los Frecce Tricolori italianos y la Patrouille Suisse, también hicieron una demostración de sus acrobacias el domingo, justo antes de la despedida de la Patrulla Águila.
Este lunes, 16 de junio, la Patrulla Águila queda oficialmente desactivada. Desde que echó el vuelo en la misma base de San Javier donde ahora se despide, ha efectuado más de 300.000 horas de vuelo y 500 exhibiciones en todo el mundo. Ahora, el Ejército del Aire y del Espacio se queda —momentáneamente— sin patrulla acrobática. El teniente general Braco, preguntado si volverá a tenerla, ha sido taxativo: “Sí”. Otro periodista pregunta cuándo. Con una sonrisa dibujada, vuelve a ser tajante: “En un futuro”.
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