Las cuatro derechas en Cataluña

La legislatura española está justo en la mitad de su periodo de cuatro años, pero las derechas de PP y Vox, que la comenzaron negando toda legitimidad al Gobierno de Pedro Sánchez, actúan como si ya hubiera terminado. Como si las elecciones generales estuvieran a la vuelta de la esquina, o del verano, y ya no hubiera espacio ni tiempo político para otra cosa que una desaforada campaña electoral. Los partidos del recién reentronizado Alberto Núñez Feijóo y de Santiago Abascal colaboran y al mismo tempo compiten para ver cuál de los dos empuja más fuerte para hacer caer al Gobierno y poder presentarse ante los electores como los ejecutores de la coalición del PSOE y Sumar.

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 Lo de ser nación tiene aquí una de sus expresiones: un sistema de partidos propio en el que el gran conservadurismo español es minoritario  

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Opinión

Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo de ser nación tiene aquí una de sus expresiones: un sistema de partidos propio en el que el gran conservadurismo español es minoritario

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del PP de Cataluña, Alejandro Fernández, durante la última edición de la reunión del Círculo de Economía.
Enric Company

La legislatura española está justo en la mitad de su periodo de cuatro años, pero las derechas de PP y Vox, que la comenzaron negando toda legitimidad al Gobierno de Pedro Sánchez, actúan como si ya hubiera terminado. Como si las elecciones generales estuvieran a la vuelta de la esquina, o del verano, y ya no hubiera espacio ni tiempo político para otra cosa que una desaforada campaña electoral. Los partidos del recién reentronizado Alberto Núñez Feijóo y de Santiago Abascal colaboran y al mismo tempo compiten para ver cuál de los dos empuja más fuerte para hacer caer al Gobierno y poder presentarse ante los electores como los ejecutores de la coalición del PSOE y Sumar.

Todo esto se parece bastante a la etapa final de los gobiernos de Felipe González en la década de 1990 y recuerda también las feroces campañas contra el presidente José Luis Rodríguez Zapatero a principios de siglo. O sea que cabría interpretarlo como la reedición de las prácticas propias de la derecha hispana cuando sus líderes tocan a rebato para recuperar el poder. Ahora, sin embargo, la capacidad de PP y Vox para llenar el espacio político y mediático español con su constante y atronador trompeteo es enorme, multiplicada por la expansión de las redes digitales. De esa asfixiante atmósfera, Cataluña solo escapa, y desde luego no del todo, porque en su sistema de partidos el peso electoral de PP y Vox es comparativamente pequeño. Lo de ser nación tiene aquí una de sus expresiones: un sistema de partidos propio, en el que la gran derecha española es minoritaria porque su espacio social y político está ocupado por la gran derecha local. Lo que vale también, a su manera, para el País Vasco.

Esta particularidad es siempre muy relevante y en momentos como el actual, un poco más. Junts tiene sus razones para acompañar a la derecha española en su combate a muerte contra el Gobierno del PSOE, pero el permanente recurso de PP y Vox al anticatalanismo le da aún más para alejarse de esta compañía. El ejemplo más reciente ha sido la decisión tomada en la Comunidad Valenciana para llevar su rechazo a la normalización de la lengua catalana hasta el extremo de declarar oficialmente zona castellanizada a una parte de su territorio histórico, Alacant.

Desde luego que además de eso están la amnistía de Carles Puigdemont y sus compañeros, las profundas heridas del choque del otoño de 2017 y muchas otras cosas que colocan a la derecha catalana más cerca de Pedro Sánchez que de Núñez Feijóo. Pero además está también la nada desdeñable pugna por la hegemonía local en el campo de la derecha porque allí donde durante décadas hubo un predominio indiscutido de la coalición CiU, hay ahora cuatro fuerzas disputando cada voto a cara de perro. La competencia de Junts por un lado y de Vox por el otro le impiden al PP crecer en Cataluña. Al mismo tiempo, a Junts y Vox les ha crecido una competencia inesperada, la de una nueva derecha nacionalista, Aliança Catalana, dirigida por una Sílvia Orriols perfectamente alineada con las posiciones en expansión en Europa, con Meloni en Italia, Orban en Hungría, Wilders en Holanda, Ventura en Portugal. La legislatura que Feijóo quiere dar por acabada es un valioso tiempo político para Junts, que necesita rehacerse. El griterío no cambia eso.

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Pedro Sánchez, durante el Comité Federal del partido este sábado.

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