Las razones del año en blanco del campeón olímpico Jordan Díaz: «Tenía la cabeza un poco en el aire»

El saltador aborda el Mundial tras estar sin saltar desde su oro en los Juegos. «Cumplí mi sueño el año pasado y lo que pase ahora serán regalos», dice Leer El saltador aborda el Mundial tras estar sin saltar desde su oro en los Juegos. «Cumplí mi sueño el año pasado y lo que pase ahora serán regalos», dice Leer  

«No me hago tatuajes, no me gustan. Para recordar mis éxitos, tengo esto», cuenta Jordan Díaz a los periodistas españoles desplazados a Tokio y señala su cuello con una cadena de oro de la que cuelgan unos anillos olímpicos y una Torre Eiffel. Hace un año, Díaz se proclamó campeón olímpico de triple salto en los Juegos de París y, desde entonces, es una estrella, la estrella, del atletismo español.

Sin contar la marcha, ahora representada por María Pérez, el país no contaba con nadie como él desde Fermín Cacho. Alguien en quien confiar siempre, el referente en su prueba, un seguro para los Juegos de Los Ángeles 2028. «Su proyecto es olímpico, está por encima de Mundiales y Europeos. Él ya está pensando en 2028 y nosotros lo respetamos», admite José Peiró, seleccionador español, cuando se le pregunta sobre la rara temporada de Díaz.

Porque en este Mundial de Tokio Díaz debería volver a estar en el podio, pero si no lo consigue tampoco pasará nada. Antes de los últimos Juegos Olímpicos empezó a sufrir problemas en el tendón rotuliano de la rodilla derecha y, después, se guardó unos meses de descanso para recuperarse. En la Federación Española confiesan que, hace un par de meses, daban por hecho que el saltador renunciaría al Mundial. Pero empezó a mejorar, fue al Campeonato de España a hacer un único salto -le sirvió para ganar: llegó a los 17,16 metros-y, finalmente, decidió participar.

«Este último año lo he pasado fatal, lo he pasado muy mal, y más teniendo el Mundial y viendo que no llegaba. Tenía la cabeza un poco en el aire, pero ya vi la luz al final del túnel y estamos aquí», relata en una salita del hotel Shinagawa Prince de Tokio, la inmensa mole que acoge a todas las delegaciones del campeonato. En una habitación con sofás hay atletas italianos del chill; en el hall, el ruido es culpa de los jamaicanos y sus bromas… Los atletas se cruzan todo el rato con sus rivales y se saludan: «Hola», «hola», «¿Qué tal?», «¿qué tal?».

Díaz, por ejemplo, ya ha charlado con los que le pelearán las medallas, Pedro Pablo Pichardo y Andy Díaz, nacidos en Cuba como él, pero ahora atletas de Portugal e Italia, respectivamente. A partir de la calificación de este miércoles (12.05 horas, Eurosport y Teledeporte) seguirán construyendo una rivalidad viva que empezó en las mismas calles de La Habana y se ha hecho internacional.

«No nos tomaremos un café juntos, aunque no nos llevamos mal. En fin, es cierto que los triplistas no estamos muy unidos. El otro día hablábamos de eso, de la conexión que hay entre los pertiguistas, todos alrededor de Duplantis, y que en cambio los triplistas vamos por separado», reconoce el español, que subraya que este año se ha saltado menos que el anterior -la mejor marca son los 17,80 de Andy Díaz- y que, como siempre, puede haber sorpresas. «Esto es un Mundial, en estos campeonatos puede pasar cualquier cosa», asegura, y «cualquier cosa» sería que sorprendieran el jamaicano Jordan Scott o el chino Wu Ruiting, ambos en el mejor estado de forma de su carrera.

Jordan Díaz, en Tarragona, el pasado 3 de agosto.
Jordan Díaz, en Tarragona, el pasado 3 de agosto.RFEA

«No ha cambiado nada. Sigo haciendo lo mismo que hacía antes», contesta Díaz cuando le preguntan por si el oro olímpico le cambió la vida, aunque luego confiesa que sí hay alguna diferencia en su día a día. Afincado en Guadalajara, donde entrena a las órdenes del cubano Iván Pedroso junto a saltadores como Yulimar Rojas, el saltador se ha podido establecer solo en una casa y cumplir uno de sus sueños: tener una habitación para los videojuegos. Apasionado de las consolas, como también lo es del anime, allí se pasa las horas mientras el futuro le aguarda.

A sus 24 años, ya campeón olímpico, todo lo que venga ahora serán «otras cosas», como él dice. «Cumplí mi sueño el año pasado y todo lo que pase ahora serán otras cosas, regalos. Ahora quiero seguir haciendo historia», proclama. En el horizonte, claro, la opción de superar el récord del mundo de Jonathan Edwards, que aguanta desde 1995: los legendarios 18,29 metros. El año pasado no se quedó lejos -18,18-, pero faltan cierta mejora. «Edwards era muy rápido, no creo que llegue a serlo tanto. Lo compenso con fuerza», finaliza el actual líder de la selección española.

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