Y Junts agotó su paciencia. La ruptura actual no es por las diferencias puntuales sobre el decreto ómnibus, los pensionistas, las competencias en inmigración o trabajo o la ley de economía social. Que también. La desconfianza es general con el Gobierno de Pedro Sánchez, sus promesas y negociaciones sobre la bocina a última hora, y muy particularmente con los ministerios que dirige Sumar. Los últimos contactos, en el Congreso y en Bruselas, salieron mal, sí, pero llovían sobre una relación distanciada. En Junts no se fían ya nada de Sánchez, ni de Yolanda Díaz, y quieren cambiar el método de negociación. La votación del miércoles en el Congreso, en la que se desmarcaron y acabaron en pinza con PP y Vox, una acusación que les desagrada especialmente, fue el toque de atención final ante los próximos contactos para reformular las medidas sociales tumbadas una a una, pero también para explorar si existe alguna posibilidad de pactar los Presupuestos para 2025 y avanzar algo en esta peculiar y alambicada legislatura.
El partido de Puigdemont quiere renegociar las medidas tumbadas en el decreto ómnibus una a una, obtener beneficios para Cataluña y lo mismo con los Presupuestos
Y Junts agotó su paciencia. La ruptura actual no es por las diferencias puntuales sobre el decreto ómnibus, los pensionistas, las competencias en inmigración o trabajo o la ley de economía social. Que también. La desconfianza es general con el Gobierno de Pedro Sánchez, sus promesas y negociaciones sobre la bocina a última hora, y muy particularmente con los ministerios que dirige Sumar. Los últimos contactos, en el Congreso y en Bruselas, salieron mal, sí, pero llovían sobre una relación distanciada. En Junts no se fían ya nada de Sánchez, ni de Yolanda Díaz, y quieren cambiar el método de negociación. La votación del miércoles en el Congreso, en la que se desmarcaron y acabaron en pinza con PP y Vox, una acusación que les desagrada especialmente, fue el toque de atención final ante los próximos contactos para reformular las medidas sociales tumbadas una a una, pero también para explorar si existe alguna posibilidad de pactar los Presupuestos para 2025 y avanzar algo en esta peculiar y alambicada legislatura.
En un mensaje en X, el presidente de la formación independentista ha criticado que el Gobierno no había consensuado, “a pesar de Gobernar en minoría”, un macrodecreto con decenas de medidas, algunas que su formación apoya y otras que no. “Les hemos oído llamar mucho, excitarse mucho”, ha criticado Carles Puigdemont, en alusión a miembros del Ejecutivo. “Pero a estas alturas todavía no les hemos visto tomar ninguna decisión a favor”, ha añadido, para asegurar que “los jubilados y los usuarios les importan un rábano”. “¿Si eran temas tan urgentes y tan importantes, a qué esperan hacer algo más, aparte de gritar y hacer ingeniería electoral?”, ha asegurado Puigdemont, sin mencionar propuesta concreta alguna por su parte.
El pleno extraordinario del miércoles en el Congreso, especial para convalidar tres decretos con numerosas medidas sociales, la revalorización de millones de pensiones, ayudas a los damnificados de la dana, millonarias entregas a cuenta a las autonomías, subvenciones al transporte público y el simbólico impuesto a las grandes energéticas, empezó a las diez de la mañana, pero la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, ahora vicepresidenta y persona de la máxima confianza de Carles Puigdemont, no entró en el hemiciclo y se subió a la tribuna hasta dos horas y cuarto después de comenzada la sesión. Lo hizo ya en el segundo punto del orden del día, que no era el más polémico y conflictivo porque el primero era el que afectaba a millones de personas, y aprovechó para comunicar de golpe el sentido de todas sus votaciones, algo que no suele hacer. No volvió a hablar, incluso pese a los puyazos que le dedicó muy directamente el portavoz de ERC, Gabriel Rufián.
Nogueras había llegado de Barcelona a las siete de la mañana a su despacho del Congreso sin la intervención aún sin terminar. Alguno de los decretos, con hasta 101 artículos e implicaciones de todo signo, no habían tenido tiempo de estudiárselos al completo ni ella ni el diputado especializado en asuntos económicos, Josep Maria Cruset, ni sus cuatro asesores. Nogueras sabía que su discurso ese día no era uno más y en su equipo conceden que se enfrentó al mismo como el más complicado de los que ha pronunciado hasta ahora. Pero aún pudo ser peor. Todos los analistas y distintos miembros del Ejecutivo coincidieron en que sus frases sin concesión alguna a la diplomacia, y como siempre únicamente en catalán, fueron especialmente duras y sangrantes en las que descalificó a los miembros del Gobierno como “trileros y gandules”. Pero en el entorno del grupo parlamentario de Junts precisan que el documento original aún terminaba más fuerte, con apelaciones en tono grosero a que el Ejecutivo se jorobase. No lo pronunció.
Lo que sí quiso decir y trasladar Nogueras, tras apalabrar su exposición con Puigdemont y Jordi Turull, fue que Junts ha llegado hasta aquí, con el funcionamiento habitual en este Gobierno del que se quejan todos los socios de forzar muchas negociaciones y votaciones hasta el último minuto, pensando que no van a tener más remedio que aceptar las condiciones que se les planteen. En la sesión de investidura la portavoz de Junts ya aclaró que esos siete votos clave para que Sánchez continuase en La Moncloa no se deberían dar por descontados en ningún bloque y ese mensaje lo han repetido luego en distintos contactos, reuniones en Madrid y Bruselas, recientes como la de este pasado lunes y anteriores. Y Puigdemont ha comunicado así “que ahora ha llegado el momento decisivo en esta legislatura de comprobar si el Gobierno ha entendido que esto va en serio y que tienen que cambiar el chip y digerir que Junts ni es un socio más, ni sus siete votos son o serán a cambio de nada”, según fuentes de su dirección.
Hay puntos y reivindicaciones concretas en esa complicada interlocución entre Junts y el Gobierno, tanto en los ministerios del PSOE como en los de Sumar. Y este no es un matiz cualquiera. Pero lo que persigue ahora Puigdemont es cambiar la relación y que el Ejecutivo de Sánchez demuestre, en España y en Europa, que se cree de verdad que son capaces de componer un método de trabajo nuevo y valiente con un partido que no renuncia a la independencia de Cataluña y quiere que eso se note en cada asunto. A Junts le molesta que se les englobe en una pinza con PP y Vox por alguna votación coincidente y puntual como la del miércoles, pero más aún que el Gobierno pretenda aprovechar eso para imponer durante días y semanas el relato en la sociedad, y en los medios de comunicación españoles que despachan de manera genérica como “sus voceros”, de que por culpa suya 12 millones de pensionistas no van a ver revisada al alza su pensión. Confían en que esa idea no cale en su electorado y en los medios catalanes. El secretario general de Junts, Jordi Turull, ya aclaró este jueves en TV3 que votarán esas medidas en un nuevo decreto si llegan separadas y habladas. Algo que también prevé hacer el PP. Pero el problema de fondo con Junts es otro.
El ejemplo de la transferencia completa e “integral” de las competencias en inmigración a la Generalitat, con la concesión para los Mossos de sus tareas incluso en el control de las aduanas, es el paradigma de lo que Junts persigue para creerse algo del Gobierno de Sánchez. Esa “delegación” de competencias se pactó entre Junts y el Ejecutivo hace ahora justo un año tras otra votación cardíaca y similar, pero aún no se ha plasmado. Interior sostiene que el tema está muy avanzado, que podría completarse en semanas y que el escollo fundamental es precisamente el encaje constitucional de esa cesión policial en todas las fronteras y aduanas. Junts afirma que esa atribución sí existe en otros países europeos, como Alemania, y, sobre todo, que demostraría que el Gobierno se toma en serio su relación especial con Cataluña.
La portavoz de Junts le espetó a la cara esa demanda al ministro Fernando Grande-Marlaska y lo avisó de que no la vuelva a llamar para otras cosas si no avanza en esa cesión. Una advertencia similar a la que le hizo a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tras encontrarse con escollos similares por parte de su número dos, el secretario de Estado Joaquín Pérez Rey, en la ley de Economía Social de su ministerio. En Junts precisan que en algunas conversaciones se han sentido más engañados por parte de Díaz y ministros de Sumar que incluso con los del PSOE. En el entorno de Díaz indican que Junts les reclama cuestiones laborales muy concretas y beneficios hacia colectivos particulares muy específicos a cambio de aceptar la propuesta estrella de la reducción de la jornada laboral.
Algo similar ocurre con la exigencia del mayor uso del catalán y su oficialidad en todas las instituciones, incluso europeas. Se acordó hace año y medio para la constitución de las Cortes y el nombramiento de Francina Armengol como presidenta del Congreso, y es una realidad normalizada en la Cámara baja. Junts defiende que ni Sánchez ni el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, han aplicado suficiente celeridad y contundencia para impulsar esa medida en la Unión Europea, que requiere un nivel de apoyos mucho más difícil de conseguir.
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