Mercedes y Verstappen, historia de un cortejo y un trauma

La escudería de Brackley acelera para contratar al tetracampeón, viejo anhelo de Toto Wolff. Leer La escudería de Brackley acelera para contratar al tetracampeón, viejo anhelo de Toto Wolff. Leer  

El piloto más deseado, el único de la actual parrilla capaz de cambiar la suerte del Mundial 2025, es pretendido por el equipo que más le vilipendió. Se trata de un cortejo contra natura, pero este fin de semana no se habla de otra cosa en el GP de Austria. Mercedes quiere a Max Verstappen para liderar su proyecto de futuro. No sólo debe considerarse una decisión estratégica, sino también un empeño personal de Toto Wolff, team principal de las Flechas de Plata, que parece dispuesto a cualquier cosa para liberarse de un viejo trauma.

Nadie mejor en saberlo que George Russell, actual líder de la escudería de Brackley y flamante ganador del GP de Canadá. «Mercedes pretende volver a la cima y quiere a los mejores pilotos, los mejores mecánicos e ingenieros, así que es normal que las conversaciones con Verstappen estén en curso», dijo el británico el pasado jueves en el Red Bull Ring, confirmando por primera vez, desde el propio seno de Mercedes, las negociaciones con Mad Max.

Verstappen cuenta con un contrato en vigor hasta 2028 y Russell todavía no ha concretado la extensión de su vínculo con Mercedes para 2026. Sin embargo, ninguno de estos factores parece preocupar a Wolff. «Como director de equipo de la mejor marca de coches del mundo es evidente que estás explorando qué hará un tetracampeón en el futuro, aunque eso no nos afecte a la hora de firmar con George», admitió el viernes, con su habitual tono circunspecto. El de quien acostumbra a guardar un as bajo la manga.

Desde hace meses, por el paddock circula el rumor de que Mercedes ha fabricado un fabuloso motor para el Mundial 2026. Con el nuevo reglamento en la mano, este hallazgo podría decantar la balanza en favor de las Flechas de Plata. Entretanto, Verstappen mantiene las lógicas dudas sobre el futuro rendimiento de Red Bull Powertrains, los propulsores que por primera vez fabricará, una vez roto su contrato con Honda, la escudería de Milton Keynes.

A Wolff aún le escuece el error cometido a finales de 2014, cuando ofreció a Verstappen la posibilidad de disputar las GP2 Series en lugar de ofrecerle un asiento junto a Lewis Hamilton. Max contaba entonces con 17 años, pero sentía tanta confianza en sí mismo que no quería saber nada de categorías inferiores. De modo que Jos, su padre, optó por la oferta de Red Bull. En el GP de Australia 2015, Max debutó en la F1 con Toro Rosso, el equipo filial. Un hito en la carrera de Helmut Marko, máximo responsable de Red Bull en la captación de talento. A la mínima oportunidad, el veterano asesor aprovecha para recordar quién acertó de lleno.

Una década después, Wolff ha decidido expiar la culpa, aunque para ello deba renunciar a su actual jefe de filas. Por muchos méritos que acumule en la pista, por muchos compromisos verbales adquiridos para su renovación, Russell ya se siente como el principal damnificado. Hay demasiados factores que juegan en su contra.

El principal estriba en su pésima relación con Verstappen, con quien ha protagonizado sonoros episodios dentro y fuera del asfalto. Desde la infernal convivencia entre Nico Rosberg y Hamilton, Mercedes siempre ha optado por una política de garaje pacífico. Además, Wolff mantiene intacta la fe en Andrea Kimi Antonelli, su novato de 18 años. El team principal no parece dispuesto a renunciar, después de una sola temporada, a su personalísima apuesta. De hecho hay quien considera al italiano como un trasunto del tetracampeón. El fichaje de un talento que una década antes se le había escurrido entre los dedos.

A finales de 2021, unas semanas después de que Verstappen conquistase su primer título tras una épica batalla con Hamilton, Wolff habló sin tapujos sobre lo sucedido en aquel GP de Abu Dhabi. No sólo lo consideró como uno de los logros deportivos más injustos de la historia, sino que lo equiparó con la Mano de Dios de Diego Maradona en el Mundial de 1986 o el gol fantasma de Geoff Hurst que otorgó el Mundial de 1966 a Inglaterra. Hoy, menos de cinco años después

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