El centrocampista colombiano del Monterrey, que brilló en el Mundial de clubes, nunca conoció el fútbol base. Hasta hace cuatro años, el deporte solo suponía una toma de oxígeno entre turnos de trabajo. Leer El centrocampista colombiano del Monterrey, que brilló en el Mundial de clubes, nunca conoció el fútbol base. Hasta hace cuatro años, el deporte solo suponía una toma de oxígeno entre turnos de trabajo. Leer
«No me toques ese vals, porque aún duele», dice una hincha del Club de Fútbol Monterrey Rayados cuando se le pregunta por Nelson Deossa. «Si se va un jugador que lo tiene todo, es que te dejan ya sin nada». El Real Betis ha fichado a un futbolista ubicuo. Conduce y finaliza. Asiste y barre. Se suma al ataque y regresa disciplinado a ocupar su puesto en la medular. No es el sustituto natural de Johnny Cardoso, es algo más. Pretende ser algo más.
Deossa nació en Marmato, Colombia, en el año 2000. Su municipio se encuentra en una zona aurífera del país. A la edad a la que otros chicos compiten y empiezan sus aventuras europeas, él trabajaba en la mina. Nunca conoció el fútbol base, el deporte era solo algo de oxígeno entre turnos. Pero su calidad, su talento sin apenas pulido, le llevó a debutar con Atlético Huila. Estaba a dos semanas de cumplir 21 años. Jugó nueve minutos. Su equipo ganó por goleada al Bogotá. Entonces dejó atrás el casco, se calzó definitivamente las botas, y comenzó a brillar.
Desde allí dio el salto a Estudiantes de La Plata, Junior de Barranquilla, AtléticoNacional -donde fue campeón de Liga-, Pachuca -donde sumó una Concachampions a su palmarés-, y finalmente Monterrey, que lo fichó pensando también en el Mundial de clubes. Un escaparate global que lo puso en la agenda de muchos equipos del viejo continente.
Su llegada a Andalucía se produce después de asombrar durante un puñado departidos en el invento de Infantino. Un espectacular gol desde 33 metros ante el Urawa Red Diamonds, titularidades bien aprovechadas e inclusión dentro del once ideal de la fase de grupos, por ser clave para que Rayados superara la fase inicial frente a rivales como Inter de Milán y River Plate. Deossa es un ejemplo de talento forjado a contracorriente. Con poca escuela. Con mucho corazón, intuición y entereza.
Se ve en su fútbol la formación. Forcejea, conduce con más convicción que finura, dispara imprevisible, se desgasta en cualquier zona del campo. Se diría que es un box to box si ese calificativo no hubiera bautizado a tantos tuercebotas en el fútbol moderno. Es muy creyente, le gusta bailar tras anotar un gol, es un joven que se enfrenta al mayor desafío de su carrera.
En Rayados firmó un semestre consagratorio: 29 partidos, siete goles, una asistencia y liderazgo absoluto dentro del vestuario dirigido por Domènec Torrent. El Real Betis lo incorpora como recambio fundamental tras la salida de Cardoso y Carvalho, ante la intermitencia de Altimira y la poca participación de Marc Roca. Le faltaba al equipo de Manuel Pellegrini pausa en el mediocentro y consistencia cuando el rival ataca. Una viga central, un retén para que Isco brille, un elemento indetectable capaz de dinamitar un partido.
Deossa llega con la etiqueta de futbolista versátil, zurdo, de 1,78 metros, con despliegue físico, presión asfixiante, capacidad de recuperación y llegada desde segunda línea. Disparos secos y lejanos, calidad para distribuir el juego con serenidad y mirada. Por eso no ha sido fácil. Monterrey rechazó oferta tras oferta hasta llegar a los 15 millones deseados.
Con contrato hasta 2030, Deossa se presenta en el Villamarín como unfutbolista extraño, forjado al margen de los cauces habituales. «Mi objetivo siempre ha sido trabajar fuerte para ganarme un lugar y aportar al equipo, no importa en qué cancha ni bajo qué circunstancia, eso es lo que me ha llevado hasta aquí», dijo en una de sus últimas declaraciones defendiendo la camiseta de Monterrey. El Betis no solo ficha a un mediocentro prometedor, incorpora un modelo inesperado, fútbol sin filtros, como un hallazgo dorado escondido en elcorazón de la montaña.
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