Un vehículo de lanzamiento modelo Jielong-3 fue lanzado desde el país asiático el pasado 8 de agosto, dejando la cuarta etapa del cohete en una órbita de perigeo bajo que ha acabado reingresado en la atmósfera Leer Un vehículo de lanzamiento modelo Jielong-3 fue lanzado desde el país asiático el pasado 8 de agosto, dejando la cuarta etapa del cohete en una órbita de perigeo bajo que ha acabado reingresado en la atmósfera Leer
Un cohete chino modelo Jielong-3 se ha desintegrado la noche este domingo sobre el sureste de España dejando una gran bola de fuego de la que se han hecho eco las redes sociales desde diferentes zonas de Andalucía, Murcia, Comunidad Valencia y Baleares.
En las imágenes se puede ver una gran bola de fuego dejando tras de sí una estela desintegrándose, que enseguida la mayoría identificó con un meteorito procedente de la lluvia de las perseidas de este sin de semana. Sin embargo, se trata de basura espacial.
El pasado 8 de agosto China lanzó un cohete modelo Jielong-3, desde la barcaza Bo Run Jiu Zhou, en aguas del Mar Amarillo. Se trata de un vehículo de lanzamiento orbital de 31 metros de longitud. Se trataba de su sexta misión, con el objetivo de poner en órbita un satélite de comunicaciones LEO para el fabricante chino de automóviles Geely Automotive, con el objetivo de probar servicios de conducción autónoma y comunicación entre vehículos.
El cohete está formado por cuatro partes, desplegó la carga útil en una órbita baja, y la última parte volvió a encenderse para colocarse en la órbita de perigeo bajo para reducir su tiempo como basura espacial. Así acabó reingresando en la atmósfera alrededor de las 23.50 de la noche del este domingo, según informan desde la Red de Investigación de Bólidos y Meteoritos (SPMN), dependiente del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC), citando al astrónomo Jonathan McDowell.
Según informan desde este organismo, la reentrada y progresiva fragmentación de ingenios espaciales es un fenómeno que puede durar minutos y, a diferencia de los meteoritos, se caracteriza por trazar largas y rasantes trayectorias con múltiples piezas, «que bien podría recordar una película de ciencia ficción. Por eso es tan importante realizar esta labor de explicación racional de estos fenómenos».
El objeto entró en la atmósfera a una velocidad de unos 29.000 kilómetros por hora. El brusco rozamiento con el aire a esta enorme velocidad hizo que el objeto se rompiese en multitud de fragmentos, que se volvieron incandescentes. De esta forma se generó una bola de fuego artificial que se inició a una altitud de unos 118 kilómetros sobre el Océano Atlántico, según informa José María Madiedo, doctor en Astrofísica del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
Desde ese punto avanzó en dirección noreste, sobrevolando Andalucía, Murcia y el sur de Alicante, continuando en dirección noreste hacia las Islas Baleares. La hipótesis más probable es que los fragmentos que hayan podido sobrevivir a su brusco paso por la atmósfera hayan caído al mar, en el Mediterráneo.
El fenómeno podría haberse apreciado en toda la Península Ibérica, pero se vio beneficiado el Este por la luminosidad de la luna llena.
Cada día llegan a la Tierra varios fragmentos de chatarra espacial, es decir, restos de cohetes o satélites que han quedado en desuso vagando por el cosmos y que sobreviven a su reentrada en la atmósfera. La gran mayoría de estos objetos cae en el océano o en zonas despobladas de la Tierra, por lo que estos impactos suelen pasar desapercibidos.
Aún así, la basura espacial presenta riesgos significativos tanto para las operaciones espaciales como para la Tierra. Estos riesgos incluyen daños a satélites operativos, interrupciones en servicios cruciales como comunicaciones y navegación, y la posibilidad de un efecto domó de colisiones que podría hacer ciertas zonas del espacio prácticamente inutilizables. Además, algunos restos espaciales pueden contener materiales peligrosos, como combustible o radioactivos, y existe un riesgo, aunque pequeño, de que fragmentos caigan en zonas pobladas de la Tierra.
La noche del viernes la lluvia de estrellas de las perseidas también produjo una «brillante bola de fuego» proveniente de un cometa que sobrevoló los cielos de Castilla-La Mancha, Valencia y Murcia.
Según recoge la Fundación Astrohita, que trabaja en el Complejo Astronómico de la Hita (Toledo), esa bola de fuego cruzó el cielo el 8 de agosto, a las 21:55 horas y fue grabado por los detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (Red SWEMN) opera en este complejo astronómico.
También se registró por los detectores que este mismo proyecto de investigación tiene instalados en los observatorios de Calar Alto(Almería), Sierra Nevada (Granada), Sevilla, La Sagra (Granada) y Huelva, aporta EFE.
Según el investigador responsable del Proyecto Smart, José María Madiedo, del Instituto de Astrofísica de Andalucía, la roca que originó este fenómeno, procedente del cometa 109P/Swift-Tuttle, entró en la atmósfera terrestre a una velocidad de unos 217 mil kilómetros por hora.
El brusco rozamiento de la roca con la atmósfera a esta enorme velocidad hizo que el meteoroide se volviese incandescente, generándose así una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 116 km sobre la localidad de Jarafuel (Valencia).
Desde allí avanzó en dirección suroeste, sobrevolando la provincia de Albacete y se extinguió con una gran explosión a una altitud de unos 86 km a la altura de la localidad de Los Arejos (Murcia).
Su gran luminosidad hizo que este bólido se pudiera ver desde más de 600 kilómetros de distancia y según se ha determinado, recorrió una distancia total en la atmósfera de unos 182 kilómetros.
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