Owen Cooper, el héroe precoz de unos Emmy insulsos y previsibles

La gala de los premios estuvo exenta de picante, morbo, golpes de humor brillantes o reivindicaciones políticas de calado, salvo algunas pinceladas sueltas. ‘Adolescencia’, la serie de Netflix, se llevó seis de seis Leer La gala de los premios estuvo exenta de picante, morbo, golpes de humor brillantes o reivindicaciones políticas de calado, salvo algunas pinceladas sueltas. ‘Adolescencia’, la serie de Netflix, se llevó seis de seis Leer  

pocas cosas le gustan más a Hollywood que mirarse al ombligo. No importa si es cine o televisión. The Studio, la serie de Apple TV+ sobre los entresijos de la industria del cine, lo dejó patente con una gran noche en la gala de los Emmy. Seth Rogen, protagonista y uno de sus creadores, salió cuatro veces al escenario del Peacock Theater de Los Ángeles a recoger una estatuilla como mejor comedia en una ceremonia donde pesó más la mejor serie limitada que la mejor serie de drama. Quizá fue la sorpresa de que ganara un producto nuevo y con menos tirón como The Pittfrente al indiscutible favoritismo de Separación, que optaba a 27 galardones de inicio. O el hecho de que Adolescencia, la serie británica de Netflix, arrasara en todas las categorías de ese bloque excepto en la que no estaba nominada, como es natural. Seis de seis para el que ha sido, sin duda, el gran fenómeno televisivo del año.

Por ahí residió el encanto de una gala más insípida que la comida de hospital, en los hitos para primerizos y las series debutantes. En su primera temporada,The Studio se hizo con 13 Emmy, entre los galardones principales y los creativos otorgados la semana pasada, lo que la convierte en la comedia más galardonada en un año, por delante The Bear. También se estrenó un Rogen que confesó no haber ganado nada en su vida y que se acabó disculpando por su omnipresencia. A Noah Wyle, protagonista del drama médico The Pitt, tampoco le habían dado nunca un premio de relevancia. Describió como «un sueño» el logro.

Pero ninguno como Owen Cooper, el héroe precoz de la gala. Con solo 15 años y un discurso cargado de humildad salió a recoger el Emmy como mejor actor secundario en una serie limitada, Adolescencia, imponiéndose a una lista de veteranos entre los que estaba el español Javier Bardem, que aspiraba al premio por primera vez por su trabajo en Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menendez. Aunque se quedó sin premio, el protagonista de Jamón, Jamón cumplió con creces con el que parecía ser su principal cometido de la noche: denunciar el genocidio que está cometiendo Israel en la franja de Gaza.

«He venido aquí para hablar del genocidio de Gaza», dijo desde la alfombra roja, haciendo mención a la Asociación Internacional de Investigadores del Genocidio. «Lo han estudiado a fondo y han declarado que esto es un genocidio. Por eso estamos pidiendo un bloqueo comercial y diplomático y sanciones a Israel para detener el genocidio. Palestina libre». El intérprete canario lució un pañuelo palestino y levantó el puño en señal de apoyo a la causa cuando fue fotografiado a su llegada y durante varios momentos durante la gala.

Otro que hizo ruido fue Stephen Colbert, pero por motivos muy distintos. El presentador de televisión y comediante recibió el apoyo masivo de los presentes en el teatro californiano tras el golpe que supuso la repentina cancelación de su talk show en CBS el pasado mes de julio. Se llevó no una, sino dos ovaciones al recibir sus Emmy, el último como mejor talk show del año. Preguntó con su habitual ironía si alguien estaba interesado en contratarle.

Jean Smart, por su parte, continuó con su particular suma y sigue. Con el del domingo ya son siete Emmy en sus vitrinas, sumando el cuarto consecutivo como mejor actriz de comedia en las cuatro temporadas que lleva como protagonista de Hacks, la creación de Lucia Aniello, Paul Downs y Jen Statsky sobre una legendaria comediante de Las Vegas que intenta mantener su relevancia. Hannah Einbinder, que interpreta a la guionista Ava Daniels, se llevó el Emmy como mejor actriz secundaria de comedia tras cuatro nominaciones.

Hubo, además, numerosos homenajes a series clásicas, incluyendoLey y orden, Las chicas Gilmore, Anatomía de Grey y Las chicas de oro. Ted Danson y Mary Steenburgen recibieron el premio humanitario Bob Hope, un reconocimiento que la Academia de Televisión otorga cada pocos años.

Por lo demás la gala, de tres horas de duración, resultó ser otro desfile insulso de premios previsibles, en su mayoría. Estuvo exenta de picante, morbo, golpes de humor brillantes o reivindicaciones políticas de calado, salvo algunas pinceladas sueltas. Nate Bargatze, el presentador elegido, firmó un espectáculo simplón, con la única ocurrencia interesante de incentivar a los premiados con acortar sus discursos de aceptación a cambio de donar dinero a una causa benéfica a la que él mismo contribuiría. Tuvo su gracia el invento. Acabaron destinando 350.000 dólares al Boys & Girls Club. El resto, para olvidar.

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