La serie, que versiona el cómic homónimo de H. G. Oesterheld, se ha estrenado este miércoles en Netflix. Cuenta la historia de Juan Salvo, quien recorre un Buenos Aires cubierto por nieve mortífera en busca de su hija Leer La serie, que versiona el cómic homónimo de H. G. Oesterheld, se ha estrenado este miércoles en Netflix. Cuenta la historia de Juan Salvo, quien recorre un Buenos Aires cubierto por nieve mortífera en busca de su hija Leer
«Argentina, Argentina, ¡qué país! Me fui con cacerolazos, me reciben 20 años después con cacerolazos», se lamenta el personaje de Ariel Staltari en una de las escenas iniciales de El Eternauta. Puede parecer otro drama social argentino interpretado por Ricardo Darín, pero nada más lejos de la realidad.
En un Buenos Aires afectado por las manifestaciones contra los cortes de luz -lo del apagón es casualidad-, una nieve mortífera y tóxica cae sobre la ciudad. Esta precipitación acaba con la vida de cualquier persona a la que toque. La ciudad entera queda sumida en la más absoluta oscuridad, y la electricidad no funciona por ninguna parte. Parece real, lo fue en España durante muchas horas, aquí es ficción. Juan Salvo, El Eternauta, se prepara para recorrer la ciudad del Río de la Plata con un traje improvisado para encontrar a su hija, de quien no sabe nada.
Esta es la trama principal de El Eternauta, serie que ha estrenado Netflix este miércoles y que adapta el cómic del mismo nombre creado por Héctor Germán Oesterheld en 1957. El papel de Juan Salvo, protagonista de la historia, recae, en efecto, en Ricardo Darín, quien se estrena en el género de la ciencia ficción.
- ¿Qué tal la experiencia en este género?
- Es muy complejo actuar en ciencia ficción para quien no está acostumbrado. Otros son expertos, como Tom Cruise que se tira de los helicópteros con las motos volando y un cable atado a la cintura. Pero no es mi caso. Yo no había despegado los pies del suelo nunca. Esta experiencia me ayudó a considerar y revalorizar el trabajo de los actores en este tipo de actividad. Hay que aprender todos los días un poquito.
- Entiendo que hubo dificultad de trabajar con pantallas y con efectos.
- Eso es como un mundo aparte, para anotar y aprender. Para mí fue toda una revelación. La primera vez que vi la pantalla digital dije: ‘¿Qué?, ¿cómo es esto?’. Yo estoy ahí, a pesar de no haber estado. Antes te decían: ‘Bueno, acá va a haber tal cosa’ y te lo tenías que imaginar. Ahora se puede ver. No en todos los casos, pero en muchos sí. Es un aprendizaje, reacomodarte a esa nueva modalidad.
- Pero hubo una parte más artesanal, como bañar Buenos Aires en esa nieve creada con sal, quitarla después…
- Todos los días, todas las noches. Nosotros terminamos de rodar y los chicos, ‘los fabricantes de sal’ como les digo yo, se quedaban a las tres, cuatro, cinco de la mañana limpiando las calles para utilizar esa misma sal y no desperdiciarla. Y ponerla al día siguiente en otro lugar para a la noche sacarla de ahí y llevarla de nuevo al lugar en el que la habían puesto el otro día. Una cosa descomunal.
- Lleva un traje pesado y una máscara aparatosa para el papel de Juan Salvo.
- Eso es duro y arduo, es muy trabajoso y durante muchas horas. Imagínate que el traje que lleva este pobre hombre es de cuero con oveja dentro. Y cuando se moja pesa el doble. Si a eso le agregas la mochila, el arma que es real, las botas, la máscara, la escafandra… estamos hablando de un pobre señor que está tratando de sobrevivir a sí mismo. Por supuesto contaba con la ayuda de las chicas de vestuario y maquillaje. Todos estaban atentos a: sácate la máscara, ponte la máscara, sácate la máscara, ponte la máscara… Además no se puede respirar bien, te falta el oxígeno. Una cosa es un parlamento y otra cosa es estar corriendo mientras tenés que declarar.
El cómic original de El Eternauta, creado por Oesterheld con ilustraciones de Francisco Solano López, se publicó semanalmente entre 1957-1959 durante el exilio en Europa del presidente Juan Domingo Perón, derrocado en un golpe de Estado.
La segunda versión de El Eternauta, Oesterheld la creó junto a Alberto Breccia, otro grande del cómic argentino. Ese remake fue realizado en 1969, tres años después de otro golpe de Estado en el país latinoamericano. La carga política de esta edición es aún más evidente que en el original, en consonancia con la posición política más comprometida de Oesterheld.
El Eternauta II, la continuación de la historia, llegó en 1976. Ese año hubo otro golpe de Estado que dio lugar a la dictadura militar más sangrienta de la historia de Argentina. Esta secuela mostró a un Oesterheld aún más posicionado políticamente, un año antes de su posterior secuestro y asesinato por parte de la junta militar de la dictadura de Videla.
Ricardo Darín, en Argentina 1985, película nominada al Oscar a mejor película extranjera y ganadora del Goya a mejor película iberoamericana, interpreta al fiscal Strassera, que llevó a Videla y a la Junta Militar a juicio, marcando un hito en la historia de Argentina.
«Es muy difícil encontrar un lugar del planeta que no haya pasado por una situación parecida. No una invasión extraterrestre, sino estar incomunicados, agredidos y hostilizados por una fuerza inimaginable»
Ricardo Darín
- Oesterheld, el autor del cómic, desapareció en tiempos de Videla. Usted interpretó a Strassera en Argentina 1985. ¿Tiene algo de justicia poética llevar a El Eternauta a las pantallas?
- Eso lo estás diciendo vos y lo vas a afirmar vos. Pero sí, hay algo de justicia poética, que por lo menos es un tipo de justicia. Ojalá en todos los problemas se encontrara algún tipo de justicia. Me gusta verlo de esa forma. No está buscado de esa forma para nada, pero ojalá esto le haga un homenaje o algún tipo de reivindicación a su memoria. Pero creo que esta versión atiende más a la primera parte de El Eternauta que a lo que ocurrió luego con él. Si sus descendientes han sentido que esto ha sido con respeto, bienvenido sea.
- La versión de El Eternauta con Breccia cuenta con una carga política más evidente que la versión junto a Solano. ¿Tiene la serie ese carácter reivindicativo en esta Argentina de Milei?
- La verdad es que no me puse a pensar en eso. No sé si por quiénes están detrás de todo esto, yo lo veo más en términos globales que locales en la Argentina. Esta es una historia que va a encontrar repercusión por donde viaje. ¿Quién no ha atravesado situaciones de encierro, de supervivencia, de incomunicación? Es muy difícil encontrar un lugar del planeta que no haya pasado alguna vez por una situación parecida. No digo una invasión extraterrestre, pero sí estar incomunicados, agredidos y hostilizados por una fuerza inimaginable y sorpresiva. Tratar de verlo solamente con el prisma de la localía argentina aplicada a una administración circunstancial, me parece demasiado. La serie apunta a otra cosa. Si alguien quiere verlo de esa forma, tiene toda la libertad del mundo de poder hacerlo. Obviamente los puristas del cómic, de la historieta, seguramente se van a fijar más en las cosas que hemos cambiado que en las que hemos respetado y amado con fidelidad y con prudencia. Pero porque el ser humano es así. Por eso existen los haters, si no seríamos todos lovers.
- El Eternauta y el resto de personajes tienen mucho de la idiosincrasia argentina, de Buenos Aires y su lenguaje.
- Sí, muchísimo. Creo que hace un contrabalance con la ciencia ficción. Le da cercanía, verosimilitud. Es difícil la ciencia ficción, reconozcámoslo. O navega en exageraciones inasibles o se queda corta. Acá me parece que hay un punto intermedio que está bueno, amable, aceptable.
- ¿Cómo ha llevado esos más de tres meses de rodaje?
- Han sido más de 100 días de rodaje y la segunda temporada será todavía más ardua que la primera. Todo batallas, y batallas y batallas. Es un delirio, una locura. En la segunda temporada acaba la serie y acaba conmigo. Me van a sepultar después de eso. Esto es literal, anótalo, anótalo. (Risas)
- Tiene nacionalidad española, varias nominaciones a los Goya, un premio Goya y una nuera española (Úrsula Corberó). ¿Le causa expectativa la recepción de El Eternauta en España?
- Sí, aunque me gustaría que tuviera una buena recepción en todos lados. Acá encontré muchos fans de El Eternauta. Mágicamente me fui encontrando con mucha gente que conoce esta historieta desde hace mucho tiempo. Más allá de que aquí viven muchos argentinos, me parece que sí, es un buen vértigo y una buena incógnita saber cómo les va a pegar. Pero me gustaría saber cómo le va a pegar al espectador en todas partes del mundo, porque creo que es una historia universal. Transcurre en Buenos Aires, pero me parece que es de lectura universal.
«Al ver las reacciones de los opositores al papa, me estoy dando cuenta de la huella que ha dejado»
- El año empezó con el fallecimiento de su hermana, Alejandra Darín. Pero en abril estrenamos la serie. Es un año un poco agridulce.
- Sí. Yo separo las cosas siempre. No soy de meter todo en la misma bolsa. Profesionalmente esto es un desafío, una aventura gloriosa. He tenido la suerte de trabajar con colegas que han dado lo mejor de sí, con técnicos increíbles, con Bruno Stagnaro, con K&S y con Netflix. Han puesto todo al servicio de esta historia. En lo personal me han pasado cosas muy duras que, por supuesto, ni todo el éxito del mundo van a lograr tapar ni pretendo que lo haga, pero tengo los casilleros bien diferenciados.
- Y ahora recientemente el papa argentino, Francisco.
- Sí, pobre. Estaba grande y muy jodido. Ahora nos damos cuenta de cuán jodido estaba. Pero nos queda la reflexión de tratar de ver en el futuro, porque somos de aprender después, no antes, de que este hombre ha pasado por una cúpula religiosa con un nivel de exposición muy elevado. Y ha dejado su huella. Me estoy dando cuenta al ver las reacciones de los opositores, más que de los seguidores. Están preocupados en que se viene el conservadurismo de nuevo a la cúpula de la iglesia y me parece que él abrió varias puertas. Creo que incluso los argentinos, más allá de los creyentes y los religiosos, que por supuesto estuvieron enloquecidos de alegría por tener un papa argentino, van a valorar mucho más lo que este hombre pudo haber hecho y ha hecho durante el transcurso de su papado. A mí también me ha hecho reflexionar mucho. No soy religioso, no es que me volviese loco de alegría, digamos. Sí me llamó la atención cuando fue elegido y sí todo formó parte de ese júbilo inicial como si fuera que nos ganamos el mundial, que incluso la gente lo festejó y no sabía nada de fútbol. Hago ese paralelismo, ¿no? Pero me pongo a pensar en el trabajo político que hizo dentro de la iglesia y me parece que ha dejado huella, por las reacciones que estoy viendo ahora.
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