Sánchez aguanta el trago de la ‘comisión Koldo’ pero el PP confía en haber minado su imagen

El PP se lo pensó muchísimo. Incluso en los momentos más complicados para el Gobierno, cuando estuvo realmente al borde del precipicio con la entrada de su ex secretario de Organización Santos Cerdán en la cárcel, el PP fue retrasando la comparecencia de Pedro Sánchez en el Senado. También cuando se manifestó con el lema “mafia o democracia”, Alberto Núñez Feijóo iba dando largas y no terminaba de apretar el botón nuclear. La respuesta que entonces ofrecían en su entorno era siempre la misma: eso hay que medirlo bien, es arriesgado porque se puede volver en contra. Hay que elegir el momento adecuado.

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 El Gobierno se burla: “Otro desatino de un partido sin nadie al volante”. El PP replica: “Toda Europa ha visto al presidente forzado a hablar de corrupción”  

El PP se lo pensó muchísimo. Incluso en los momentos más complicados para el Gobierno, cuando estuvo realmente al borde del precipicio con la entrada de su ex secretario de Organización Santos Cerdán en la cárcel, el PP fue retrasando la comparecencia de Pedro Sánchez en el Senado. También cuando se manifestó con el lema “mafia o democracia”, Alberto Núñez Feijóo iba dando largas y no terminaba de apretar el botón nuclear. La respuesta que entonces ofrecían en su entorno era siempre la misma: eso hay que medirlo bien, es arriesgado porque se puede volver en contra. Hay que elegir el momento adecuado.

Después de más de cinco horas de comparecencia, la forma en la que salió Pedro Sánchez del Senado (con una evidente satisfacción y casi euforia entre los suyos) y la que lo hicieron los senadores de la oposición (con mucho menos entusiasmo y una sensación de que nadie había sido capaz de asestarle un golpe definitivo) explica muy bien por qué el PP se lo pensó tanto. “Muy contento, muy satisfecho”, respondía el presidente a los periodistas al dejar el Senado.

El Gobierno incluso se burlaba porque consideraba que Feijóo había elegido mal los tiempos ―cuando aún todo el foco está puesto en la crisis de credibilidad del presidente valenciano Carlos Mazón― el portavoz ―un senador poco conocido, Alejo Miranda de Larra, al que se vio muy nervioso frente a un experimentado Sánchez que sí pareció muy incómodo al principio, con la portavoz de UPN, pero que estaba ya muy confiado cuando llegó el turno del PP, el último― y sobre todo la estrategia de ir a degüello para ver si lograban sacar de sus casillas a Sánchez, que mostró el aplomo esperable de un hombre que ha superado todo tipo de crisis y lleva casi siete años y medio en La Moncloa.

En el Ejecutivo se ha instalado una idea con mucha fuerza hace tiempo. Esto es, que Alberto Núñez Feijóo no tiene un equipo fuerte, no prepara a fondo los temas, y comete errores que ayudan al Gobierno en sus momentos más difíciles. Y este jueves terminó de consolidar esa sensación en La Moncloa. Porque el asunto no es tanto si el senador Miranda ejecutó mejor o peor la estrategia, sino qué le habían preparado en el equipo de Feijóo que lo asesoró para intentar poner en aprietos al presidente. Sánchez y su núcleo de confianza llevaban semanas dándole vueltas a un día clave, y por eso iba pertrechado de todo tipo de papeles con frases, datos, argumentos, fichas… Tantos que hasta estrenó en público unas gafas para poder leerlos bien. Miranda también se había preparado mucho, según explicó, pero después lanzó muchas preguntas a modo de ametralladora, pero no dejaba ni siquiera que Sánchez pudiera cometer errores contestándolas, pasaba enseguida a la siguiente y a veces tenía que retirar la anterior. Y mezcló todo tipo de temas, incluido uno extemporáneo como Venezuela, lo que permitió a Sánchez defenderse mejor. “Otro éxito indiscutible de Feijóo”, se burlaba a la salida un ministro. “Un desatino más de un partido sin nadie al volante”, concluían en el entorno del presidente.

En el PP, por el contrario, trataban de ver el vaso medio lleno, al menos para sus intereses políticos. “No podíamos pretender que Sánchez fuera ahí a confesar. Lo importante eran nuestras preguntas, que las pudimos hacer todas, y que se viera en directo al presidente obligado a comparecer en el Senado por corrupción. Eso ya en sí es un éxito”, señalaban en la cúpula del PP.

Los populares le dieron mucha importancia al hecho de que Sánchez contestara muchas veces con evasivas. Tanto que las contaron. 18 no me consta, 11 no lo sé, 7 no tengo constancia, 6 no recuerdo, 6 lo desconozco, 3 no sabría decirle, 2 no tengo conocimiento. Y Feijóo se centró en ellas como resumen de la comparecencia. A falta de un buen titular escandaloso de alguna metedura de pata del presidente o algún rifirrafe especial, el PP se quedó con las evasivas.

La dirección del PP, que fue la responsable de tomar esta decisión arriesgada de traer a Sánchez a la comisión y además hacerlo en este momento, trataba de buscar el lado más amable para ellos de la jornada. “Aunque muchos ya piensen que el presidente sale vivo incluso antes de que empiece la comisión, lo cierto es que tener que comparecer ahí, que todos los medios conecten en directo mientras el presidente de la comisión le dice que está obligado a decir la verdad, es un golpe más a su imagen. No solo en España, sino también fuera. Toda Europa le va a ver en esa foto sentado ahí, también sus compañeros del Consejo Europeo. Y eso cada día le debilita más. Como dijo hoy Miranda, Sánchez aspiró a dirigir la OTAN y el Consejo Europeo y ahora solo aspira a ser el único no encausado en el caso Koldo”, señalan en el PP.

Casi nadie más comparte esta visión optimista del desempeño de los populares en una comisión en la que Feijóo, al día siguiente de una demoledora imagen de Mazón insultado en el funeral de las víctimas, se jugaba mucho. Toda la estrategia del PP está centrada en la corrupción, y por eso este jueves era un hito muy importante del que esperaban una victoria muy clara que casi nadie percibía en los pasillos del Senado.

El Gobierno sigue teniendo enormes dificultades: los militantes de Junts han ratificado la ruptura y en la sesión también se vio esa distancia con el senador de este grupo, que llamó “trilero” a Sánchez. El frente político se complica, y los Presupuestos ya se dan por imposibles. Pero el desgaste en el que confía el PP no acaba de aparecer en las encuestas, en las que el PSOE se está recuperando poco a poco aunque la derecha sigue sumando con claridad. Y después de este jueves, en el Ejecutivo ya están convencidos de que la estrategia del PP de centrar todo en la corrupción no es eficaz y en cualquier caso engorda a Vox, no a Feijóo. El problema real de Sánchez lo tiene dentro, en la mayoría de la investidura, de la que casi se han salido ya Junts y Podemos, y ahí está su principal debilidad. Pero la oposición, que debería ser la principal preocupación de cualquier Gobierno, no inquieta al Ejecutivo, cada vez más convencido de que más que un problema es una ventaja tener un PP tan centrado en disparar proyectiles que no terminan de impactar en Sánchez.

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