No por anticipado ha sido menos doloroso. La subida generalizada del coste de la vida de los británicos a partir de este 1 de abril —awful april, o “terrible abril”, lo han bautizado los medios— pone contra las cuerdas al Gobierno laborista de Keir Starmer, que no ha logrado hasta ahora transmitir a la opinión pública la “seguridad económica” que prometió cuando estaba en la oposición. Un 81% de los ciudadanos considera que el Ejecutivo de Starmer está gestionando pésimamente la crisis del coste de la vida, según el último sondeo de YouGov. Es un volumen de rechazo similar al que en su día recibió en los sondeos la nefasta gestión de la ex primera ministra conservadora, Liz Truss, que en apenas cincuenta días hundió la libra y la reputación internacional del Reino Unido.
Los medios británicos bautizan como “terrible abril” un mes en el que se producirán subidas en la electricidad, el agua, las telecomunicaciones y las tasas municipales
No por anticipado ha sido menos doloroso. La subida generalizada del coste de la vida de los británicos a partir de este 1 de abril —awful april, o “terrible abril”, lo han bautizado los medios— pone contra las cuerdas al Gobierno laborista de Keir Starmer, que no ha logrado hasta ahora transmitir a la opinión pública la “seguridad económica” que prometió cuando estaba en la oposición. Un 81% de los ciudadanos considera que el Ejecutivo de Starmer está gestionando pésimamente la crisis del coste de la vida, según el último sondeo de YouGov. Es un volumen de rechazo similar al que en su día recibió en los sondeos la nefasta gestión de la ex primera ministra conservadora, Liz Truss, que en apenas cincuenta días hundió la libra y la reputación internacional del Reino Unido.
Desde este mes, la tasa municipal (council tax), que cubre desde la recogida de basuras al mantenimiento de calles, va a aumentar un promedio anual de 130 euros en cada hogar; una cantidad similar (132 euros) subirán las facturas de electricidad y gas; el recibo del agua puede suponer hasta 12 euros mensuales más para cada casa; los impuestos de circulación para vehículos de gasolina y diésel aumentarán también (apenas 6 euros más al año), pero lo más doloroso será que los propietarios de automóviles eléctricos comenzarán a pagar este gravamen.
Incluso la licencia televisiva, el pago único que todos los británicos abonan anualmente para poder ver la BBC y otros canales, pasará de 202 euros a casi 209.
“No puedo negarlo: está claro. Las facturas que la gente va a comenzar a recibir están subiendo, y eso supone mucha presión”, ha admitido este martes el primer ministro, Keir Starmer. “Pero por eso resulta tan importante la subida del salario mínimo que ponemos hoy en marcha, que va a suponer un incremento anual de 1.400 libras [unos 1.670 euros] para millones de trabajadores”, recordaba Starmer.
Junto a esa subida, abril pondrá en marcha también un aumento de las cotizaciones a la seguridad social que pagan los empresarios, que ha puesto en pie de guerra a la patronal británica y ha llevado a muchos analistas y compañías a anticipar una congelación en las contrataciones y hasta nuevos despidos.
Los aranceles de Trump y el coste de la guerra
Starmer ha anunciado recientemente su propósito de aumentar el gasto en Defensa del 2,3% al 2,5% del PIB para abril de 2027. En dos años. Y, junto a ese compromiso, la ministra de Economía, Rachel Reeves, acaba de decidir un endurecimiento de los requisitos para reclamar ayudas por baja laboral, así como una congelación de las subvenciones existentes. La voluntad de la ministra de mantener a toda costa la ortodoxia fiscal y el rigor presupuestario puede transmitir un mensaje de confianza a los mercados, pero ha irritado a muchos diputados laboristas y a organizaciones de asistencia social que anticipan que cientos de miles de ciudadanos pueden cruzar el umbral de la pobreza con las nuevas medidas.
“Este hombre no es serio”, ha escrito la líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, en la red social X. “Las facturas de los hogares van a subir unas 1.000 libras [1.200 euros] a partir de hoy. Su ‘impuesto al trabajo’ supondrá otras 3.500 libras [4.183 euros] a cada familia al final de este periodo legislativo. Dice ahora que está subiendo el salario, pero los sueldos no los paga él. Los pagan los empresarios, que están siendo golpeados”.
El principal partido de la oposición se aferra al deterioro de la economía británica para intentar levantar cabeza. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, el organismo independiente que supervisa las cuentas públicas, ha reducido del 2% al 1% su perspectiva de crecimiento del Reino Unido para 2025. La inflación, en el 2,8%, es todavía muy superior al 2,3% de la zona euro, y el incremento del coste de la vida amenaza con dispararla aún más y frenar así toda expectativa de un recorte de los tipos de interés y, por tanto, de las hipotecas.
Incluso la esperanza de Starmer de haber seducido al presidente estadounidense, Donald Trump, para salvar al Reino Unido de la guerra comercial desatada por Washington se ha diluido. El Gobierno laborista admite ahora que también sufrirá la avalancha de aranceles anunciada por el líder republicano. “Puede que no sea posible para ningún país del mundo quedar exento de todos estos anuncios iniciales [de nuevos aranceles], ha admitido este martes el ministro británico de Comercio, Jonathan Reynolds.
Starmer regresó a Londres, después de su visita a Washington a finales de febrero, con la vaga promesa por parte de Trump de un acuerdo comercial entre ambos países, el premio que los euroescépticos conservadores que impulsaron el Brexit habían perseguido sin éxito. Con ese señuelo a la vista, el primer ministro británico se había resistido hasta ahora a sugerir ni siquiera algún tipo de reciprocidad frente a la ofensiva arancelaria del estadounidense, como sí habían anunciado Canadá o la UE, por ejemplo.
Abril, “el mes más cruel”, como lo llamó T. S. Eliot en su poema La Tierra Baldía, seha convertido para Starmer en la señal definitiva de urgencia para intentar enderezar la situación política y recuperar la confianza del electorado.
“La seguridad [económica] resultó útil para el Partido Laborista durante las pasadas elecciones porque muchos ciudadanos se sentían inseguros bajo los gobiernos conservadores. En parte por las políticas económicas de Liz Truss, pero sobre todo por un sentimiento generalizado de declive en la calidad de los servicios públicos”, ha advertido Sam Freedman, del centro de análisis Institute for Government, en el semanario Prospect. “Si no cambia su política fiscal y su restricción autoimpuesta sobre una posible subida de impuestos, los laboristas pueden encontrarse en una situación similar dentro de cuatro años”, avisa.
Feed MRSS-S Noticias