Stavros Meletlidis, vulcanólogo: «Los recientes enjambres sísmicos en Tenerife no son indicadores de una próxima erupción»

Tres años y medio después de que el volcán de La Palma se apagara, el científico que se convirtió en uno de los rostros de la erupción cuenta cómo siguen vigilando al Tajogaite, hace balance de lo aprendido y explica el riesgo que hay en otras islas canarias Leer Tres años y medio después de que el volcán de La Palma se apagara, el científico que se convirtió en uno de los rostros de la erupción cuenta cómo siguen vigilando al Tajogaite, hace balance de lo aprendido y explica el riesgo que hay en otras islas canarias Leer  

Fue uno de los rostros de la erupción de La Palma de 2021. El griego Stavros Meletlidis, vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), sigue vigilando el volcán Tajogaite (antes llamado de Cumbre Vieja) y, aunque vive en Tenerife, cada poco tiempo regresa para monitorizar su evolución. En esta ocasión, lo encontramos en la localidad de Los Llanos de Aridane, en la caseta informativa con la que su centro participó en el festival de ciencia y música Starmus. Además de muestras de rocas volcánicas, exhibe el imponente traje ignífugo protector que utilizó para acercarse a la lava al final de la erupción, diseñado para uso metalúrgico y capaz de soportar temperaturas de unos 850 grados.

«Durante la erupción se generó mucha información, pero era necesario seleccionarla, no por esconder nada, sino para que la gente pudiera comprenderla. En vulcanología hay un grado alto de incertidumbre, y a veces simplificamos tanto que parece que todo se puede predecir, pero no es así», asegura durante una entrevista.

La erupción duró 85 días, durante los cuales recogieron muchos datos que han sido analizados posteriormente. ¿Qué conclusiones han sacado y qué han aprendido de esta erupción?
Se han hecho muchos estudios por parte de varios centros. Por ejemplo, hemos detectado que durante la erupción hubo una alimentación más profunda, por eso la sismicidad a veces era muy intensa. Es decir, para tener una erupción tienes que tener almacenado el magma en la corteza terrestre, y aquí en las islas tiene entre 12 y 15 km de profundidad. Sin embargo, cuando empezó la erupción y el magma estaba a 7-10 km de profundidad, al salir generó un efecto sifón y provocó una fractura a más profundidad, por lo que empezó a llegar a la superficie magma más profundo, que estaba a unos 20 kilómetros. Y en otro estudio que hemos publicado recientemente hemos visto que el material que salió durante la erupción había empezado a acumularse 10 o 15 años antes, sin provocar terremotos. Nos preguntamos, ¿puede pasar lo mismo en otra isla? No lo sabemos. Hay que tener en cuenta que, pese a que en Canarias se ha estudiado la vulcanología durante 300 años, desde la época de [Alexander von] Humboldt, sólo ha habido dos erupciones desde que contamos con instrumentación para vigilarlas: la de la Palma de 2021, y la erupción submarina de El Hierro de 2011, ambas desde el inicio hasta el final. Tener su huella en la instrumentación es un avance muy importante. Aunque estos datos no te dan un patrón, ni una regla de oro, nos puede ayudar a interpretar mejor la siguiente erupción y a estar un poco mejor preparados.
¿En qué situación se encuentra el volcán?
El volcán sigue caliente, a una profundidad de 10 o 15 metros puedes tener 600 grados. Nosotros entramos dentro para tomar muestras, tenemos que llevar una máscara y detectores de gas. Aunque aproximadamente el 98% de lo que sale es vapor de agua, y sólo hay un poco de óxido de azufre que viene del magma, el problema más grave es que bajo el volcán hay muchos árboles que se que están quemando, como si fuera una carbonera, y eso genera monóxido de carbono y metano, y el monóxido de carbono es letal. Nunca entra nadie solo, solemos entrar dos y uno se queda fuera. El volcán todavía tiene peligro y la gente no debería entrar. La sensación que tienes sobre el terreno es como de 100 grados, porque para que salga vapor de agua de la fractura tiene que estar casi a cien grados. Su forma cambia cada semana porque le afecta la brisa, la lluvia y pequeños desprendimientos, por eso no hay que acercarse al edificio volcánico. Y en la isla, en general, hay algunos terremotos pero no existe deformación. Es decir, no hay indicaciones de que se mueva algo en el subsuelo.
¿Cómo lo vigilan?
El volcán se controla de forma remota y continua a través de ADSL, 4G, fibra óptica… Yo suelo estar en Tenerife, y cuando vengo es sobre todo para hacer campañas, por ejemplo, una campaña para tomar muestras del volcán, otra para medir los gases o para analizar el agua en diferentes puntos de la isla y cerca del volcán. También hacemos mediciones geodésicas para medir cómo ha cambiado el terreno.
Los alrededores del volcán se han convertido en una atracción turística, pues se ha habilitado un sendero que pasa cerca.
Sí, ahora no tiene peligro si no te metes dentro o te acercas mucho, porque siempre puede haber pequeños desprendimientos, pero la distancia de seguridad es la adecuada para que sea seguro. Se ha organizado una ruta por parte del Cabildo y de los ayuntamientos, con guías formados que llevan sensores y radio.
¿Este volcán podría originar otra erupción?
No, con una probabilidad del 99,9%, porque la naturaleza es caprichosa a veces y puede pasar, pero sabemos que en este tipo de vulcanismo, una vez acaba la erupción, termina. Han pasado más de tres años, hay algún terremoto en la isla pero no está vinculado al volcán.
Y cuando paró, al cabo de 85 días, ¿sí se podía haber reactivado?
En su momento, desde el comité científico vimos por los registros instrumentales que la última explosión fue el 13 de diciembre de 2021 por la noche, y a partir de ese momento desaparecieron ciertas señales, sobre todo el tremor volcánico. Sin embargo, se decidió esperar unos días más antes de dar por terminada la erupción, ¿por qué? Porque durante la erupción del volcán de San Juan de 1949 hubo una actividad intermitente. Acabó y a los tres días volvió a retomarse, y luego estuvo otra semana. Duró 49 días en total. En 2021 esperamos 10 días para darla por terminada, podíamos haber esperado 8 o 30, queríamos que coincidiera también con la Navidad, que era un mensaje muy importante para la población. Cada volcán es distinto y no hay un protocolo o una regla sobre cuánto hay que esperar para dar por terminada una erupción. Por ejemplo, el Etna, en Sicilia, puede estar hoy en erupción con fuentes de lava y al día siguiente con otra cosa. Lo que vemos en la superficie tiene que ver con procesos que ocurren a 10 o 20 kilómetros de profundidad que no podemos descifrar. Durante la erupción de 2021 el volcán también paró brevemente. Algunos pensaron que terminaba, nosotros estábamos registrando actividad, por lo que avisamos a Protección Civil de que al cabo de unas horas se reanudaría, quizás con más capacidad destructiva, como ocurrió.
¿Pueden establecer cada cuánto tiempo hay una erupción en La Palma?
Hemos hecho un nuevo estudio sobre esto. Cuando hablas de estadísticas intentas tener una muestra más amplia, escoger un periodo más largo y meter todas las erupciones conocidas para determinar cada cuántos años hay una. Pero aquí lo que se hacía antes es decir en tantos años ha habido tantas erupciones. Por ejemplo en 500 años ha habido seis, pues se producen cada 80 años. Pero si miras la historia reciente, verás que en los últimos 70 años ha habido tres erupciones, en 1949, en 1971 y en 2021. Hemos hecho un estudio para intentar mejorar este aspecto, incluyendo todas las erupciones de los últimos 10.000 años que podemos datar con seguridad, no sólo en La Palma, para ampliar el periodo y poder hacer mejores estimaciones. Porque no podemos predecir pero sí estimar. En los últimos 4.000 años, la isla de La Palma está pasando por una fase bastante activa. Las islas tienen ciclos de actividad, puedes tener bastantes en un periodo, luego una pausa sin erupción que dure cientos de años o mil años, y que se produzcan de nuevo. Por ejemplo, la última en Tenerife fue en 1909, y la anterior de 1706, doscientos años antes. En Lanzarote, desde Timanfaya [1730] y Tao [1824] no ha habido más. En Gran Canaria no ha habido ninguna en los últimos 500 años. Hay fases más activas en las que que puedes tener más erupciones en un corto periodo
En Tenerife ha habido recientemente enjambres sísmicos y hay algunos científicos que advierten que podría tocar ya una erupción, pues no la hay desde 1909.
Lo de que toca una erupción viene por un estudio de hace unos años que, a través de la estadística, metió todas las erupciones e hizo un análisis que concluye que hay una erupción cada 110 años más o menos, cada siglo. Y ahora tocaba, como dices. Pero si vamos más atrás en el tiempo no podemos poner ese número tan exacto. Podemos decir que hay una probabilidad de que haya una erupción este siglo de X, pero es estadística.
Ha habido recientemente enjambres sísmicos en varios puntos de Tenerife, en las cañadas y fuera. También se ha detectado una deformación pequeña hace unos meses, pero ninguno de esos parámetros registrados son indicadores de una próxima erupción. Esa frecuencia de enjambres, con esa intensidad y energía, son indicadores de que es un volcán activo y de que la isla está viva. Hay dos dorsales activas en Tenerife. Hemos visto que el magma puede moverse sin sismicidad, y también que se puede mover con sismicidad. Y sabemos también que la erupción final puede ocurrir lejos de dónde se han producido esos terremotos.
Volviendo a La Palma, los altos niveles de dióxido de carbono (CO2) impidieron que muchos ciudadanos pudieran volver a sus casas en las localidades que quedaron dentro de la zona de exclusión, como Puerto Naos o La Bombilla. La mayoría ya ha vuelto y han puesto un programa llamado alerta de CO2.
Este programa es una iniciativa del IGN en el que también participan el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) y el Cabildo de La Palma. Se han instalado más de mil sensores en Puerto Naos y la Bombilla, todavía hay zonas de exclusión. Ha abierto el hotel de Meliá y hay una zona al otro lado de la playa donde siempre se ha registrado niveles más altos, y hay garajes cerrados. Hay que tener en cuenta que un medidor mide la cantidad de CO2 y te avisa, pero no predice lo que puede haber más tarde, por eso tienes que estar siempre alerta. Ese CO2 es magmático y llega desde una zona bastante profunda. Los gases dependen de la meteorología, la presión que hay, temperatura del aire, marea, y el movimiento del magma que hay en profundidad, porque el CO2 llega desde una zona bastante profunda.
¿Era lo esperable que tres años y medio después siguiera habiendo zonas con niveles tan altos de CO2?
Sí, puede seguir muchos años después de una erupción, es algo inevitable cuando tienes un desplazamiento de magma a profundidades someras. En La Palma hay zonas donde no vive gente que emanan CO2, porque este gas tiene una baja disolución en el magma, no se disuelve tan fácilmente como otros gases, como el dióxido de azufre.
Hay vecinos que han criticado la manera en la que se hicieron las evacuaciones, sin tiempo para recoger sus cosas. ¿Cómo valora la forma en la que se gestionó este aspecto?
Primero hay que aclarar que una cosa es la parte científica y otra la gestión de la emergencia. Los que deciden si se hace una evacuación y los colores del semáforo de riesgo no son los científicos, al menos en España. En países como México o Guatemala los científicos dicen abiertamente cómo debe estar el semáforo pero en España ponemos los datos sobre la mesa y los interpretamos: qué podría conllevar o qué podría pasar, pero en un marco muy amplio. Si tuviéramos una bola de cristal para saber lo que va a pasar, el día que va a pasar y la hora, lo haríamos todo perfecto, pero la ciencia todavía no ha llegado a ello.
En España existe una legislación, un plan de protección civil que es el Pevolca (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias) y un comité científico. El gestor de la emergencia, que es el Gobierno de Canarias, decide el momento de las evacuaciones en función de los datos que tiene, no sólo datos científicos, sino también operativos. Siempre digo que la gente cree que evacuar es algo fácil y no lo es. Si yo evacuó a 1.000 personas tengo que darles alojamiento y tres comidas al día. En La Palma esto no fue un problema, pero evacuar es complejo y los únicos que pueden decidirlo son los que están a cargo de la emergencia. Y luego tienes que ver cuánto tiempo va a durar la evacuación. En otros casos se han hecho evacuaciones preventivas días antes, esperando una erupción que no ha llegado. La gente ha regresado a sus casas, ha habido sismicidad y han muerto. Cuando hablo sobre los procesos volcánicos tengo mucha incertidumbre, así que pienso que esas personas que tienen vidas en sus manos tendrán más, por eso no voy a cuestionar cómo se hizo.
Durante toda la erupción murió una persona, de forma indirecta, por inhalación de gases, según reveló la autopsia.
Sí, estaba en una zona en la que no debería haber estado, pero de nuevo, hay que subrayar que una erupción volcánica no es como un incendio, en el que ves llegar las llamas, o una riada que va por un cauce. Es un fenómeno geológico multirriesgo y multipeligro para la población: tienes sismicidad que puede desplomar una casa, tienes los gases, las coladas de lava, la acumulación de cenizas en las azoteas que pueden ocasionar derrumbes, y también puede haber movimientos de tierra. El día anterior a la erupción se hizo en el Polideportivo de Las Manchas una reunión con los vecinos para informarles de que había la posibilidad de una erupción, para que tuvieran los coches y las medicinas preparados y a sus familiares localizados, y se iba hacer otra reunión el domingo por la noche, pero empezó la erupción ya no se hizo. Pasar de una actividad sísmico volcánica a una erupción puede durar horas, semanas o que no se produzca. ¿Qué acciones puedes tomar ante esto? Más de mil efectivos de diferente índole trabajaron bajo un único mando. Ahora, tres años y medio después, yo igual podría decirte qué se podría cambiar esto o aquello, o en que este aspecto se podría haber actuado diferente. Pero entonces se tenían los datos que se tenían. Podemos pensar en mejorar para la siguiente erupción, pero cuando ocurra, se actuará en función de los datos que se tengan.

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