Sumar busca la fórmula para frenar el declive

Sumar se ha instalado en una espiral de declive, a la espera de una reacción que se demora. Hay cada vez más conversaciones sobre cómo frenar la sangría y rehacer la colaboración entre sus miembros, pero ninguna decisión es firme, según coinciden fuentes de distintas fuerzas del espacio, que expresan preocupación ante la falta de certeza que afecta a temas tan importantes como el liderazgo, la marca y la herramienta para una hipotética nueva colaboración.

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 Con Podemos acercándose en las encuestas, conflictos internos y dudas sobre el liderazgo, las principales fuerzas del espacio empiezan a plantearse escenarios de futuro, aunque sin nada firme y con visiones discrepantes  

Sumar se ha instalado en una espiral de declive, a la espera de una reacción que se demora. Hay cada vez más conversaciones sobre cómo frenar la sangría y rehacer la colaboración entre sus miembros, pero ninguna decisión es firme, según coinciden fuentes de distintas fuerzas del espacio, que expresan preocupación ante la falta de certeza que afecta a temas tan importantes como el liderazgo, la marca y la herramienta para una hipotética nueva colaboración.

A los reveses electorales de 2024 y la caída en las encuestas, que muestran a Podemos acercándose, se añade, en distintos grados, un creciente distanciamiento con el proyecto de fuerzas que se coaligaron para las elecciones de 2023. Partidos clave del grupo expresan públicamente un notorio descontento, como Izquierda Unida (IU), o ven cómo circulan en su seno propuestas de ir más por libre, como Más Madrid. A veces, el enfriamiento de la relación llega a la ruptura. Acaba de haber una salida del grupo de una diputada de Compromís y no se descartan dos más de otros partidos.

EL PAÍS ha preguntado por diagnóstico y opciones de futuro a dirigentes de Movimiento Sumar, IU, Más Madrid, Comuns y Compromís. Sus respuestas dejan patente una unánime voluntad de sostener al Gobierno, con máxima determinación para sacar medidas con sello propio, y también su deseo de repetir colaboración en el futuro. La gran incógnita es qué grado de cooperación y cómo. Entre las divergencias afloran la fórmula en que se daría esa confluencia, si la unidad con Podemos es todavía una opción y cómo de urgente es mover ficha, debate este último agudizado ante la mayor incertidumbre sobre la duración de la legislatura por el caso Cerdán.

Retroceso

Sumar es —entre otras cosas— la historia de un retroceso. Con Yolanda Díaz al frente, en 2023 logró más de tres millones de votos, el 12,3%, y 31 escaños, siendo clave para la investidura de Pedro Sánchez y entrando en el Gobierno. Pero los problemas empezaron pronto. Tras meses de tensiones, Podemos formalizó su ruptura hace ya un año y medio. Desde entonces compite contra Sumar en las urnas. 2024 fue un carrusel de fracasos electorales, tanto para Sumar como —aún más— para Podemos, que empezó en Galicia y terminó en las europeas.

Las encuestas pintan mal. El último CIS le da a Sumar un 7%. Aún menos le asigna 40dB., un 5,4%, casi siete puntos menos que lo logrado en 2023. Es una marca que implicaría un duro castigo del sistema electoral. Ni en el CIS ni en 40dB. obtiene ahora Sumar su peor dato de la serie, pero la tendencia general es negativa. Además, Podemos se acerca. En enero de 2024, tras la ruptura, el CIS le daba a Sumar un 9,7% y a Podemos un 2,7%. Ahora la brecha es menor: 7% a 4,2%. 40dB. también detecta un estrechamiento de la diferencia: de 8,2%-2,9% a 5,4%-3,8%. Y queda por medir el efecto Cerdán.

El liderazgo de Díaz se ha deteriorado a ojos de la sociedad. Tras las generales de 2023, un 13,8% la citaba como su preferida para ser presidenta, porcentaje que subía —a pesar de sus escasas opciones reales— al 62,5% entre los votantes de Sumar. Hoy esos números han caído al 3,8% en total y al 27,1% entre los suyos. En ambos casos, por detrás de Santiago Abascal (Vox), al que antes superaba con holgura. Hace menos de tres años, Díaz era la líder nacional mejor puntuada, con 4,73. Hoy saca un 3,97, segunda tras Sánchez. Entre sus votantes, ha caído de 7,54 a 6,33 puntos. Solo Alberto Núñez Feijóo recibe peor marca de los suyos.

Un espacio en convulsión

El CIS regala a Sumar una noticia alentadora: es el partido más citado como segunda opción preferida (15,8%), lo que ampliaría el electorado potencial si hubiera un proyecto centrado en atraerlo. Pero con el espacio asentado en la incertidumbre y frecuentes conflictos internos, es difícil.

El grupo parlamentario ha vivido diversas convulsiones. A la salida de Podemos se sumó la dimisión en 2024 de su portavoz, Íñigo Errejón, acusado de violencia machista, que afloró tensiones larvadas y llevó a fuerzas como IU a expresar su malestar y pedir reformas a fondo. Las quejas de los partidos por supuesta falta de horizontalidad han sido moneda corriente. La crisis más reciente ha sido con Compromís. Més, partido de la coalición valencianista, decidió el lunes la salida del grupo de su diputada, Àgueda Micó. El jueves, Més per Mallorca votó si Vicenç Vidal la seguía al Grupo Mixto. El resultado fue un empate técnico que aplaza la decisión final. Chunta Aragonesista decidirá también si sale su diputado, Jorge Pueyo, aunque lo hará después de valorar la comparecencia en el Congreso de Pedro Sánchez el 9 de julio y sus medidas contra la corrupción, explica el propio parlamentario.

Incluso los partidos que menos exteriorizan sus críticas cada vez actúan más en su propio nombre, ocultando el de Sumar. Un dirigente de Más Madrid ve un logro que su diputada Tesh Sidi aparezca en los telediarios como “portavoz de Más Madrid”, sin referencias a Sumar. Un detalle: de los cinco ministros de Sumar, ni Mónica García —líder de Más Madrid—, ni Ernest Urtasun, ni Pablo Bustinduy, ni Sira Rego se identifican como Sumar en sus cuentas de X y/o Bluesky. Tampoco el líder de IU, Antonio Maíllo, ni diversos referentes de las fuerzas periféricas.

La diputada del grupo de Sumar, Tesh Sidi, de Más Madrid (en el centro de la imagen), en el Congreso en febrero.

“Si tantas fuerzas marcan distancias es porque Sumar ya no les suma y necesitan trabajar un proyecto propio pensando no solo en las generales, sino en las autonómicas y municipales de 2027”, analiza Carmen Lumbierres, profesora de Ciencias Políticas de la UNED, que observa cómo los partidos están reforzando sus posiciones de cara a la negociación sobre una posible confluencia futura en la que Díaz “tendrá menos fuerza” que en 2023.

Javier Lorente, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Rey Juan Carlos, ve al espacio aquejado de diversos problemas, entre ellos la “presión externa” de Podemos, los “intereses contrapuestos” en su seno y la “indefinición” sobre su liderazgo, después de que Díaz diera un ambiguo paso atrás tras las europeas pero no haya descartado ser otra vez candidata. No obstante, cree que su mayor hándicap es global: “Sumar es el último heredero de un espíritu de época, el que aupó a Podemos, que ya no existe. El mundo gira ya en torno a otras ideas, a otros debates, que favorecen a la derecha radical”.

Qué hacer

La pregunta que recorre todo el espacio es qué hacer ahora. “Si la urgencia de mover ficha era evidente antes del caso Cerdán, ahora mucho más”, señala un dirigente de IU, que da el “proyecto Sumar” por “amortizado” y defiende un futuro con una nueva marca y una elección democrática del candidato en la que Movimiento Sumar ya no goce de “privilegios”. Es relativamente optimista. Desde la asamblea del partido de Díaz a finales de marzo, afirma este dirigente, ha avanzado con matices entre los principales partidos, IU, Movimiento Sumar, Comunes y Más Madrid, la idea de que hay que “pasar pantalla”. En reuniones telemáticas de la llamada “mesa de partidos”, a las que van dirigentes pero no coordinadores ni ministros, se habla ya “de todo”, explica, incluidos temas “sagrados” como “la marca” y “los nombres”, aunque no ha habido ninguna decisión y la prudencia es máxima. “Sacar ahora una marca o un candidato es quemarlo”, afirma.

Convencido de que tras el verano habrá “cambios” no solo “cosméticos”, el dirigente cree que las elecciones en 2026 en Andalucía, donde la coalición que lidera Antonio Maíllo tiene especial fuerza, serán una prueba de fuego para todo el espacio. Confía en que allí la dirección autonómica de Podemos se imponga a la estatal y se integren en una coalición amplia, junto con IU y Movimiento Sumar. Pero, aunque así ocurriera, da por muy difícil la unidad con Podemos en las generales, impresión mayoritaria entre los consultados.

“En el ADN” de Comuns está tanto “tener un espacio de referencia estatal” como llevar la “confluencia” al máximo número de organizaciones, señala un dirigente. Por eso, añade, la dirección que lideran Candela López y Gemma Tarafa ha dialogado ya sobre el futuro del espacio no solo con el resto de Sumar, donde han constatado que existe voluntad de entendimiento aunque divergencias sobre la forma, sino también con Podemos. “Seguimos sin descartar a Podemos”, subraya esta dirigente, que encara el futuro sin establecer “ninguna premisa” y no coloca líneas rojas sobre la marca, los candidatos o el instrumento para la confluencia.

Reunión en enero de los cinco ministros de Sumar: de izquierda a derecha, Sira Rego (de espaldas), Ernest Urtasun, Yolanda Díaz, Pablo Bustinduy (de espaldas) y Mónica García.

Inviable se ve el acomodo de Podemos desde Más Madrid, donde un dirigente cree que el proyecto de Sumar está superado porque no es reconocible —“la gente oye ‘Sumar’ en la tele y no sabe de qué se habla”—, pero apuesta por renovar la cooperación con un nuevo formato. ¿Cuál? Tras aclarar que no es un debate cerrado en Más Madrid, afirma: “Lo que se hizo en 2023 fue federalizar desde el centro, con Díaz poniendo el paraguas. ¿Por qué no formar un paraguas entre las fuerzas federales, cada una allá donde es fuerte? Nosotros en Madrid, Compromís en la Comunidad Valenciana, los Comunes en Cataluña, IU en Asturias y Andalucía… Y tras las elecciones, unirnos”. Consciente de que la fórmula sería problemática para fuerzas como IU, afirma que tendría la opción de unirse a Podemos en una candidatura madrileña en las generales, aunque en otros territorios no lo hiciera. No hay, dice, que temer a la “asimetría”, sino a la debilidad.

“Reinventarnos”, sintetiza como propuesta de confluencia un dirigente de Compromís partidario ahora de la salida del grupo, pero no de romper amarras. “Seguimos abiertos a tener referencias estatales. Pero con una idea que genere ilusión. Ahora no hay, ni en los partidos ni en la calle”, cuenta este dirigente, que afirma que su coalición —dividida sobre la relación con Sumar— no ha decidido cómo debería ser la “reinvención”, pero defiende que tenga tres elementos: nueva marca, nuevo candidato y nueva relación centro-periferia. El Acuerdo del Turia, una “cooperativa” de partidos nacida en 2022 con Compromís, Más País, Chunta, Més per Mallorca y Equo y que luego se amplió, podría inspirar el arranque de la nueva experiencia, dice. Y desea celeridad: la percepción de cambio, afirma, debería ser clara tras el verano.

El partido que emite menos señales de urgencia es Movimiento Sumar. “El caso Cerdán no cambia nuestros tiempos», afirma un dirigente, que añade que, aunque pueda extrañar oírlo tras la crisis con Compromís, el grupo parlamentario puede servir como ejemplo para la futura colaboración. “Políticamente funciona”, señala este dirigente, que no cree —en una visión opuesta a la recabada de IU, Más Madrid y Compromís— que haya incertidumbre sobre el liderazgo. “Yolanda es el referente de nuestro espacio de acción privilegiado, el Gobierno. En cuanto a los tiempos, ella decidirá» concluye.

Pese a sus innegables problemas, Sumar tiene fortalezas que hacen descartable que siga, por ejemplo, el camino de Ciudadanos, señala el politólogo Javier Lorente. ¿Cuáles? Hay una fuerza histórica, IU, que le aporta un suelo en toda España, explica. Y partidos con anclaje en sus comunidades le agregan fuerza territorial, añade. Por último, tiene espacio para un discurso propio entre la “pureza ideológica” del actual Podemos y el “pragmatismo” del PSOE, de forma que puede presentarse como quien “lucha por las políticas más progresistas desde el Gobierno”, explica.

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