Trump insta a las farmacéuticas a bajar los precios de los medicamentos y subirlos en el extranjero para compensar las pérdidas

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha emprendido este jueves una guerra abierta contra la industria farmacéutica, mediante el envío de cartas a los responsables de 17 grandes compañías, en las que les sugiere las medidas que deben adoptar para reducir el precio de los medicamentos que se recetan en EE UU hasta igualar el precio más bajo al que se venden en otros países desarrollados. El republicano da a las empresas un plazo de 60 días para garantizar los mejores precios posibles o, en caso contrario, afrontar “todas las herramientas” que la Administración se dice dispuesta a desplegar para beneficiar a los pacientes de EE UU.

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 El presidente da a 17 grandes del sector un plazo de 60 días para garantizar los mejores precios posibles y afirma que ya basta de que otros países se aprovechen de la innovación estadounidense  

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha emprendido este jueves una guerra abierta contra la industria farmacéutica, mediante el envío de cartas a los responsables de 17 grandes compañías, en las que les sugiere las medidas que deben adoptar para reducir el precio de los medicamentos que se recetan en EE UU hasta igualar el precio más bajo al que se venden en otros países desarrollados. El republicano da a las empresas un plazo de 60 días para garantizar los mejores precios posibles o, en caso contrario, afrontar “todas las herramientas” que la Administración se dice dispuesta a desplegar para beneficiar a los pacientes de EE UU.

Las medidas que Trump sugiere al sector son poner precios semejantes a los de otros países desarrollados en medicamentos recetados a pacientes de Medicaid (el seguro médico para rentas bajas); exigir a los fabricantes que no ofrecerán a otras naciones desarrolladas mejores precios para nuevos medicamentos que los ofrecidos en EE UU; eliminar intermediarios y vender medicamentos directamente a los pacientes, siempre que lo hagan a un precio no superior al mejor precio disponible en países de su entorno. Trump les previene también “del uso gratuito de la innovación estadounidense por parte de los países europeos y otros países desarrollados”.

La ofensiva contra las farmacéuticas, que figuraba como una de las prioridades de la agenda del secretario de Salud, el polémico Robert Kennedy, contempla, como contrapartida, usar la política comercial de EE UU —empezando por su guerra arancelaria— para ayudar a los fabricantes a subir los precios de sus productos en el mundo, siempre que el aumento de beneficios en el extranjero se reinvierta directamente en abaratar los precios para los pacientes estadounidenses. Es decir, una especie de arancel o gravamen encubierto, y condicionado a la reinversión de los ingresos.

Trump ha enviado este jueves la misma carta a los CEO de las principales farmacéuticas, sin dejarse ninguna en el tintero: han sido interpeladas ―como ha ido desgranando en su red social Truth― Merck, Astrazeneca, GSK, Pfizer, Nordisk, Eli Lilly, Sanofi, Novartis, Boehringer y Johnson & Johnson, entre otras. Según las misivas, “de ahora en adelante” Trump solo aceptará de las farmacéuticas un compromiso claro que proporcione a las familias estadounidenses “un alivio inmediato de precios enormemente inflados”. Si las compañías rechazan las órdenes del presidente, advierte la misiva, “la Administración desplegará toda herramienta posible para impedir las prácticas abusivas” en la fijación de precios de las farmacéuticas.

En la carta enviada a las 17 farmacéuticas, Trump recuerda también a sus responsables que el 12 de mayo firmó una orden ejecutiva que solicitaba a esas compañías reducir en un plazo de 30 días los precios de los medicamentos en EE UU, con una rebaja de hasta un 80%. Según el contenido de la misiva, que fue leída por Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, en su comparecencia diaria, “actualmente, los medicamentos de marca en Estados Unidos son, de media, hasta tres veces más caros que en cualquier otro lugar. Esta carga inaceptable sobre las familias estadounidenses trabajadoras termina con mi Administración”, subraya.

“Los estadounidenses exigen precios más bajos en los medicamentos y los necesitan hoy. Otras naciones se han aprovechado de nuestra innovación durante demasiado tiempo y es hora de que paguen lo que les corresponde”, concluye la carta.

Por el momento no ha habido reacción por parte del poderoso sector a este ejercicio de intervencionismo, inédito en un Gobierno tan partidario de la desregulación a todos los niveles, desde los requisitos medioambientales a la protección financiera o las garantías y salvaguardas para el consumidor.

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