Pocas cosas resultan tan desagradables como salir de la ducha y sentir que el baño parece una nevera. Aunque encender el radiador parezca la única opción, existen formas de ganar calor de manera casi inmediata sin aumentar la factura.
El calor que ya generas
El baño es una de las estancias más pequeñas de la casa, y precisamente por eso se calienta rápido si el calor se queda dentro.
Mantener la puerta cerrada antes, durante y después de la ducha permite que el aire caliente se concentre en el espacio. Una toalla enrollada al pie de la puerta o una alfombra gruesa ayudan a retener el calor y evitar las corrientes.
También puedes aprovechar el vapor de la ducha, deja que el vapor se distribuya por unos minutos antes de ventilar. El aire húmedo caliente elevará la temperatura ambiental de forma natural sin que tengas que encender nada.
Si además colocas textiles cálidos como toallas gruesas o cortinas de materiales térmicos reducirás la sensación de frío de forma instantánea.
Calor puntual en el momento justo
No tiene sentido mantener la calefacción encendida todo el día por unos pocos minutos de uso. Hoy existen soluciones rápidas y seguras que calientan solo cuando hace falta.
Un toallero eléctrico con temporizador, puede programarse para encenderse media hora antes de ducharte y apagarse después. Así tendrás toallas secas y el ambiente cálido, sin consumo innecesario.
Otra opción eficiente son los paneles infrarrojos o calefactores de bajo consumo específicos para baños. No calientan el aire, sino las superficies, generando una sensación de calor directo en pocos segundos.
En un espacio tan reducido, bastan unos minutos para lograr confort sin derrochar energía. Lo importante es utilizarlos de forma breve y dirigida, no como fuente de calor permanente.
Un baño bien aislado es medio trabajo hecho
Ningún sistema de calefacción funciona bien si el calor se escapa enseguida. Revisar el aislamiento del baño puede marcar la diferencia. Ventanas que no protegen del frío lo necesario, rendijas bajo las puertas o paredes sin protección térmica hacen que el calor desaparezca tan rápido como llega.
Sellar juntas y usar cortinas gruesas o estores térmicos son gestos de bajo coste que mejoran el confort.
La estrategia que cambia por completo la sensación térmica sin usar más electricidad
Pocas cosas resultan tan desagradables como salir de la ducha y sentir que el baño parece una nevera. Aunque encender el radiador parezca la única opción, existen formas de ganar calor de manera casi inmediata sin aumentar la factura.
El calor que ya generas
El baño es una de las estancias más pequeñas de la casa, y precisamente por eso se calienta rápido si el calor se queda dentro.
Mantener la puerta cerrada antes, durante y después de la ducha permite que el aire caliente se concentre en el espacio. Una toalla enrollada al pie de la puerta o una alfombra gruesa ayudan a retener el calor y evitar las corrientes.
También puedes aprovechar el vapor de la ducha, deja que el vapor se distribuya por unos minutos antes de ventilar. El aire húmedo caliente elevará la temperatura ambiental de forma natural sin que tengas que encender nada.
Si además colocas textiles cálidos como toallas gruesas o cortinas de materiales térmicos reducirás la sensación de frío de forma instantánea.
Calor puntual en el momento justo
No tiene sentido mantener la calefacción encendida todo el día por unos pocos minutos de uso. Hoy existen soluciones rápidas y seguras que calientan solo cuando hace falta.
Un toallero eléctrico con temporizador, puede programarse para encenderse media hora antes de ducharte y apagarse después. Así tendrás toallas secas y el ambiente cálido, sin consumo innecesario.
Otra opción eficiente son los paneles infrarrojos o calefactores de bajo consumo específicos para baños. No calientan el aire, sino las superficies, generando una sensación de calor directo en pocos segundos.
En un espacio tan reducido, bastan unos minutos para lograr confort sin derrochar energía. Lo importante es utilizarlos de forma breve y dirigida, no como fuente de calor permanente.
Un baño bien aislado es medio trabajo hecho
Ningún sistema de calefacción funciona bien si el calor se escapa enseguida. Revisar el aislamiento del baño puede marcar la diferencia. Ventanas que no protegen del frío lo necesario, rendijas bajo las puertas o paredes sin protección térmica hacen que el calor desaparezca tan rápido como llega.
Sellar juntas y usar cortinas gruesas o estores térmicos son gestos de bajo coste que mejoran el confort.
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