Un Valencia desnortado araña un punto de milagro en Mendizorroza

El equipo de Corberán fue dominado por el Alavés, apenas creó ocasiones y se agarró a una mano de Agirrezabala y el poste Leer El equipo de Corberán fue dominado por el Alavés, apenas creó ocasiones y se agarró a una mano de Agirrezabala y el poste Leer  

¿Se puede ganar un partido en Primera sin imponerse en un duelo y sin generar ocasiones? La respuesta es sencilla: es imposible. Pero por si alguien tenía dudas, el Valencia lleva semanas demostrándolo. En Mendizorroza sobrevivió y salió con un punto porque el Alavés anduvo falto de puntería, y porque apareció una mano de Agirrezabala en la segunda parte y un poste donde se estrelló la falta primorosa de Denis Suárez en los instantes finales. Golpes de fortuna que no entierran una crisis galopante de juego y resultados. [Narración y estadísticas:0-0]

Necesitaba demostrar el Valencia mucho más de lo que enseñó en este arranque liguero, pero el ímpetu le duró 20 minutos, los únicos en los que, por intensidad, fueron algo más reconocibles. La intención era ahogar al Alavés y convertir cada robo en una carrera hacia Sivera. Justo lo que hizo Javi Guerra, pero sin errar en la decisión de asistir a la incorporación de Danjuma en lugar de armar un tiro. Como declaración de intenciones, valía. Para ganar el partido, no. Era necesario convertir esa actitud en costumbre, algo que no lograron.

Había confiado Corberán en un once reconocible, con el regreso de Thierry y la apuesta por Pepelu en el eje, con Diego López en la media punta y Hugo Duro dispuesto, como siempre, a la brega con los centrales. Una alineación en la que Copete y Danjuma eran la diferencia con alguna de las que pudieron verse hace ahora un año. Sin embargo, esa sensación de despertar desapareció de un plumazo en cuanto la pelota empezó a llegar a Lucas Boyé.

Antonio Blanco y Pablo Ibáñez bajaron las revoluciones del partido y empezaron a encontrar al argentino con una movilidad que producía crujidos en la defensa valencianista. La primera ocasión la envió por encima del larguero; la segunda, doble, la salvaron también, pero el equipo de Corberán ya vivía atrincherado, con dudas y problemas de idea de juego. El plan se había agotado muy pronto y nadie sabía cómo pasar la página. Solo en la primera parte, el Alavés fue capaz de generar más ocasiones que la media que había alcanzado en las ocho jornadas anteriores.

Tras el descanso, poco cambió. Los valencianistas seguían persiguiendo sombras blanquiazules. La única diferencia es que el peligro que había creado Boyé lo retomó Toni Martínez. El murciano calentó con un disparo al lateral de la red para, poco después, rematar una falta telegrafiada por Abde obligando a Agirrezabala a lucirse bajo los palos.

El Valencia necesitaba soluciones y Corberán parecía dudar de por dónde empezar a taponar fugas que Coudet iba alimentando con Carlos Vicente, Denis Suárez, Guridi o Aleñá. Todos los duelos eran babazorros porque el rival había decidido cavar la trinchera y jugársela a la fortuna de no recibir gol. Cömert y Santamaría, para intentar apuntalar; Lucas Beltrán para entorpecer, pero el partido seguía estando en las botas del Alavés. Y pudo llevárselo si la falta magistral de Denis Suárez no se hubiera estrellado en un poste ante la impasible mirada de toda la zaga valencianista. Cosido a córners, solo se esforzaban en resistir en una batalla absolutamente imposible de ganar.

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