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El líder del partido interviene antes de la votación: “Mi compromiso hace tres años fue reconstruir nuestro partido, hoy es reconstruir nuestro país”
Análisis exprés | Por España. Si me queréis, votadme
Los Ramones, aquella mítica banda estadounidense de punk rock, se habrían quedado anonadados. El público de los congresos políticos, y en particular los sufridos compromisarios de los cónclaves populares, lo digieren casi todo con suma facilidad. En algunos interregnos de los discursos de este caluroso fin de semana en Ifema hasta sonó una versión muy pop del Sweet Caroline de Neil Diamond. Pero el sumo llegó cuando para animar la intervención del líder, a los programadores se les ocurrió la idea de versionar Let´s go por “Fei-goo, let´s go”. Feijóo, sin embargo, subió al atril con una sola idea: “España”. Repitió esa palabra una treintena de veces. Con distintas fórmulas y variantes. El lema del XXV Congreso del PP no admitía tampoco muchas interpretaciones: “Toma partido por España”.
El líder popular no pretendió dejar para la historia uno de sus mejores discursos. El objetivo era más simple. En el congreso extraordinario de Sevilla, hace tres años, asumió el poder máximo tras sentenciar la decapitación de Pablo Casado con los demás barones y la mayoría de la cúpula popular para frenar la desaparición del PP. Ahora lo hace para “reconstruir España”. Ante esas metas todo lo demás languidece.
El propio Feijóo tuvo que admitir que la ponencia política alcanzada por unanimidad y con apenas 1.115 enmiendas no pretende dibujar ningún programa electoral, pese a que el congreso y todos sus mensajes y nombramientos están pensados ya en la única clave de campaña. Algunos dirigentes del PP en los pasillos ponen fecha a las elecciones en otoño. No tienen ninguna información, es un anhelo.
La ponencia y las intervenciones del líder, lo que sí señalaron fue un camino, “una hoja de ruta clara y honesta”, como la definió Feijóo, que la aderezó con dos aportaciones. La primera fue la definición teórica de que su proyecto es heredero del que Aznar esculpió en el congreso de la refundación del PP en Sevilla en 1990: un partido de centro reformista. Y ahí cabe casi todo lo que va desde las opciones más conservadoras, a las más democratacristianas o liberales. La segunda contribución de Feijóo fue su decálogo de nueve puntos de su Manual de la decencia.
Feijóo prometió ahí un proyecto nacional, respeto a la diversidad, valores, igualdad, justicia, dignidad, interés general, centralidad y libertad. El nuevo candidato popular a la Presidencia del Gobierno volvió a tener varias deferencias a los expresidentes del PP que han pasado por La Moncloa, pero con más énfasis de nuevo en agradar a Aznar que a Rajoy. El primero volvió a plantarse en primera fila del cónclave, el segundo ya se tomó libre esa jornada.
Fue ahí, en ese ejercicio de memoria personal, cuando Feijóo rememoró que se afilió al PP hace apenas 25 años tras escuchar un discurso de Aznar y cuando le concedió que no renegará de cómo unificó aquel partido deshilachado. A Rajoy le agradeció que se empeñara en que fuera en su día candidato a la Xunta de Galicia. Poco más. El nuevo presidente abrió un eterno capítulo de agradecimientos para pedir lealtad a los que ha apartado de su equipo y para advertir a los nuevos de que pueden seguir ese camino si él no gana los próximos comicios.
En la senda de la buscada centralidad, Feijóo comprobó que el auditorio a las que más aplaudió no fue precisamente a las dirigentes ahora mismo más moderadas del partido. Las que arrasaron en el aplausómetro fueron Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo. Feijóo pasó al final de Los Ramones a Lola Flores: “Si me queréis, votadme”. Y todos se dispersaron para abarrotar las urnas.
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